Opinión Nacional

Benedicto XVI

“»Annuntio vobis gaudium magnun: Habemus PAPAM, «Eminentíssimun ac Reverendíssimum Dóminum, Dóminum Josephum Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Ratzinger, qui sibi nomen imposuit Benedictum XVI”. Con estas palabras en latín y de acuerdo al rito tradicional de la Iglesia Católica, El Cardenal Jorge Arturo Medina Estévez anunciaba a los cientos de miles de fieles congregados en la Plaza San Pedro la elección Joseph Ratzinger, de 78 años, como el nuevo Papa. No deja de ser la elección del prelado Bavaro una decisión controversial y arriesgada, ya que por todos es conocida la tendencia ultra conservadora y dogmática de quien fuera durante un cuarto de siglo mano derecha de Juan Pablo II.

La ascensión de Ratzinger al trono de San Pedro abre una serie de interrogantes acerca del futuro de las tendencias reformadoras que desde los años 60 se vienen moviendo dentro del catolicismo, y que durante los 27 años de reinado de Karol Wojtila (Juan Pablo II), se vieron amortiguadas gracias a su bondad y, por que no decirlo, a su extraordinaria habilidad diplomática y política. La Iglesia Católica esta urgida de reformas que apunten hacia la Justicia Social y al acercamiento a la feligresía, pilar fundamental de toda religión, la renovación de la fe pasa por las instancias de una iglesia activa acorde a la evolución del pensamiento humano. El extraordinario ejemplo de actividad y de transformación dado por la iglesia Brasileña debe ser un ejemplo a seguir, una iglesia social con participación a nivel de la comunidad, pero distanciada completamente de cualquier ideología política y diametralmente opuesta a esa locura llamada “Teología de la Liberación” que tantos adeptos ha encontrado en América Latina entre los pseudo-sacerdotes que comulgan mas con el Comunismo Marxista que con el catolicismo y que mas recuerdan a Agentes Difusores de la Revolución Cubana que a párrocos al servicio de las comunidades.

El Cardenal Ratzinger era el favorito de la Prensa Italiana para esta elección, no deja de ser un personaje polémico, aunado a su dogmatismo y tenaz oposición a la modernización,esta el hecho de haber pertenecido a las juventudes Hitlerianas durante la segunda Guerra Mundial como miembro de una Batería Antiaérea. Es un hombre austero e intelectual, que incluso podría definirse como frió y distante de las masas. A primera vista luce como un personaje opuesto a la imagen de bondad y acercamiento con los fieles que siempre tuvo Juan Pablo II. Su extrema ortodoxia y sus posturas radicales así como la procedencia de un país con mayoría protestante nos hacen pensar en que el suyo será un Pontificado de mera transición, sin mucha trascendencia pero con una interesante labor de contención y disuasión, mientras en el seno de la Iglesia Católica se gana un tiempo valioso para acercar las posturas de reformistas y conservadores y lograr así, quizás por medio de un Concilio una unificación de criterios acerca de los destinos del catolicismo.

Un hecho que sin duda llevo al conclave de Cardenales a decantarse por el Prelado Germano fue la enorme experiencia por él acumulada como hombre cercano a Juan Pablo II, además sus conocimientos enciclopédicos sobre el funcionamiento de las estructuras de la Santa Sede lo convertían en un claro candidato por encima de cualquier especulación aventurera, probablemente por ello cambio hace algunos meses su postura de “Irse a su Baviera natal para dedicarse a escribir y reflexionar” por la de “Estar dispuesto a asumir la misión que Dios pusiera en su camino”.

La suerte esta echada, y los 115 cardenales se decantaron por el conservadurismo mas ortodoxo, Ratzinger se enfrenta a una tarea titánica, será difícil superar la imagen dejada por Juan Pablo II, aquel era no solo un Religioso, fue también un estadista y un líder adorado por millones sobre la faz del planeta. Su avanzada edad juega en su contra para emular lo alcanzado por su antecesor, pero el es presente y futuro en la sucesión de Pedro. Benedicto XVI ha comenzado a obrar, solo Dios sabe que tan lejos llegará

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