Opinión Nacional

Bitácora de un país fracturado

Vivimos tiempos post-electorales y pre-electorales porque la secuencia comicial no cesa. Sin que se hayasecado la tinta ni se hayan asimilado plenamente las consecuencias de la reciente consulta presidencial, yaestamos en el preámbulo de una nueva elección, ahora de los gobiernos y Parlamentos regionales en pocas semanas, producto de un cronograma electoral al que apostaron no sin riesgo quienes manejan los hilos del poder y que les aporta una atmósfera favorable en primera instancia, pero con muchas turbulencias que noaseguran que el resultado regional sea similar al presidencial. Ya se han producido en el pasado diferencias entre uno y otro, lo que muestra que, a pesar de la ofensiva contra descentralización y la preminencia del poder central, los ciudadanos valoran para bien o para mal la gestión de sus gobernadores de todo signo político y no son indiferentes a su desempeño.

Si las fuerzas políticas y los ciudadanos actúan en consecuencia, el desenlace electoral de diciembre puedemostrar un panorama algo diferente a octubre.

El resultado de las elecciones presidenciales nos muestra que aunque le dio mayoría al poder en funciones, debilitó su hegemonía; reclama el reconocimiento de diferentes ópticas y la necesidad de sustituir la imposición por el diálogo y el acuerdo en temas básicos. Hay un hastío por el enfrentamiento de unos venezolanos contra otros. El autoritarismo se ha encontrado una barrera de un pueblo que no entiende que se obstaculicen iniciativas por el color político de quien las emprende, donde quien pierde es la población.

Una observación de lo que ha venido sucediendo en nuestra tierra deslastrada del sesgo polarizado se hace necesaria.

También la percepción de la gente frente a ello, para que cada quien pueda entender esta realidad variopinta quetiene diferentes interpretaciones. Una mirada de una observadora y analista que vivió de cerca este tiempo, la periodista española Beatriz Lecumberri, nos la ofrece en su libro La Revolución Sentimental, una bitácora de este país fracturado, mostrando las diferentes aristas de la realidad y las percepciones de nuestra gente. Un texto escrito antes de las elecciones presidenciales que no ha perdido pertinencia con el deslace producido.

Esta mirada aguda de la realidad venezolana de esta larga década y media de un nuevo elenco de poder nosratifica que para que nuestro país progrese hace falta que prive el principio de la política, el diálogo y la concertación, sin desmedro de las diferencias.

El faro que ilumine el futuro venezolano no podrá ser otro que el reconocimiento del otro, la valoración de sus puntos de vista. La extensión de estos principios para el funcionamiento del Estado y de su relación con losciudadanos.

Ni octubre fue ni diciembre será el final del camino. Tras esas fechas la vida venezolana continúa. Hay una sociedad que sigue batallando entre diferentes ópticas que no pueden imponerse sino convivir, esa es probablemente lo que podemos derivar de esta lectura de quien desde lejos y desde cerca ha tratado de hacer la reseña de lo que es esta encrucijada nacional.

 

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