Opinión Nacional

Buscando la seguridad

La situación de inseguridad en todos sus niveles por las que atraviesa nuestro país, ha rebasado cualquier límite racional de tolerancia. Ha llegado la hora para que la sociedad actúe y restablezca una situación de convivencia que permita que los venezolanos podamos vivir sin la daga del terror apuntándonos constantemente.

Es cierto que el pueblo delegó en el Gobierno potestades de policía para que éstos resguardaran su seguridad, a través de los cuerpos del Estado. Sin embargo, esa cesión de poderes no se ha cumplido, y las policías del régimen, legos de garantizar el derecho a la vida de los ciudadanos, y lejos de actuar para resguardar su seguridad, se han convertido en los perpetradores de la vida de los venezolanos, y en quienes siembran el terror en nuestra sociedad.

Pues bien, al no cumplirse con los designios del pueblo en materia de seguridad, éste está obligado a buscar elementos o instrumentos que garanticen la vida de sus componentes, y que le garanticen un clima de seguridad y de paz. Es hora que los venezolanos vayamos buscando un sistema de seguridad, distinto al que presta el Gobierno, puesto que este último ha incumplido su mandato.

Ello ya ha comenzado en una forma aislada y timorata, con ejemplos banales como las puertas de seguridad, las rejas de las ventanas y puertas de nuestras casas, hasta los garitos instalados en la vía pública. Sin embargo, debemos seguir adelante y crear nuestros propios cuerpos de seguridad, a través de algún método que ideemos que nos permita delegar en alguna instrumentalizad, que se encargue en forma eficiente de nuestra seguridad.

Puede sonar subversiva una propuesta como esta. Sin embargo, por encima de cualquier cosa está el derecho que tiene todo ciudadano, el derecho que tiene la propia sociedad, de defenderse contra las agresiones que apuntan a su exterminio.

Los Poderes Públicos, tan ocupados en coludir entre sí para perpetuar al mandatario en el poder, deben hacerse a un lado y dejar que la sociedad unida logre sus propósitos. Ya ellos se han mostrado suficientemente incapaces, no por los últimos hechos que enlutan el corazón de los venezolanos, sino porque la seguridad y la vida de nuestra sociedad no es una materia de principal interés para ellos. Su única preocupación es perpetuarse en el poder, y para ello cuentan con la fuerza armada y los cuerpos de (in)seguridad del Estado. Así que es hora que dejen que la sociedad se defienda y se organice para lograr su bienestar común.

Los últimos hechos que han llenado de sufrimiento los hogares venezolanos, merecen la dimisión de todo el gabinete gubernamental, y su sustitución por otros agentes, que al menos sean menos incapaces. El vicepresidente, el ministro del interior y justicia, el ministro de información y el fiscal general, en primer lugar deben callarse, cerrar la boca. Sus comentarios, sus afirmaciones y su cinismo, llenan a los venezolanos de indignación y rabia. En segundo lugar deben renunciar y someterse a los actos de constricción que permitan que Dios se apiade de sus malévolas almas.

Existen dudas que el mandatario, quien también debería renunciar ante tanta incapacidad, pueda encontrar en su cada vez más reducido entorno, alguien menos incapaz que estos funcionarios de quienes el pueblo pide a gritos su renuncia.

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