Opinión Nacional

¿Caín y Abel en Venezuela? ¡Jamás!

El mito del Pentateuco, de los hermanos luchando a muerte entre sí, cobra en estos días especial relevancia en nuestra Venezuela de América. Por nuestras pantallas pasan imágenes sobrecogedoras: vemos fuerzas encontradas en dirección suicida. La nación cuna del Libertador es un cuadro de Goya, el de los honderos dispuestos a matarse por sus diferencias, las cuales son incapaces de solventar por la vía del diálogo.

Cabe preguntarse, ¿quiénes son Caín, quienes son Abel en Venezuela? Si analizamos los movimientos de la llamada «Oposición política», vemos claramente en ellos un desprecio público de las decisiones mayoritarias tomadas en las urnas. El Presidente Chávez ganó limpiamente las elecciones por más del 58% de los votos, eso nadie lo discute, pero no es garantía suficiente para algunos, nos es digno de respeto.

¿Por qué algunos sectores desprecian a las mayorías en Venezuela? ¿Por qué empujan al país a una confrontación cainista? ¿Qué ganarían con ello? Sin duda tratar de obligar al Presidente Chávez a abandonar el poder ejecutivo, sólo porque el Presidente no les gusta. ¿Es que Venezuela todavía no ha madurado para respetar aceptando las elecciones democráticas? Esta es, de mi punto de vista, una actitud digna de Caín.

Por otra parte tenemos al Presidente Chávez y a sus consejeros de extrema izquierda, incluido el director general de Cuba Dr. Castro Ruz. Mala consejería de quien sojuzga a su pueblo solamente para mantenerse él mismo en el poder. Mala consejería de quienes viven del «turismo», igual como lo hizo Batista. ¿Se puede tener confianza en los consejos de Fidel Castro, quien ha llevado al hambre, al aislamiento y a la decadencia a su pueblo?
Las últimas declaraciones del Presidente Chávez, parafraseando al aventurero Guevara demuestran que Venezuela todavía sigue enredada en el romanticismo liberal, padre de las ilusiones socialistas, estandarte del autoengaño popular. Si funcionan las ametralladoras en contra de las «oligarquías» venezolanas, ¿quiénes coordinarán después la producción, para convertir esa producción en valores estables, intercambiables? ¿Quiénes crearán trabajo? ¿Los funcionarios por cuenta del erario nacional? ¿Aquellos alegres con el dinero ajeno, y preocupados de no contar con nada más que el apoyo del preclaro camarada Presidente? Los sandinistas de Nicaragua, a los cuales pertenecí una vez, sufrieron en carne propia su autoengaño. Ante la presión revolucionaria los «ricos» se marcharon de Nicaragua, y no quedó nadie para coordinar la producción y las ventas, solamente quedaron vivillos disfrazados de revolucionarios que vendieron baratas las herramientas de trabajo. ¿Eso quiere el Presidente Chávez? Porque los vivos de la extrema izquierda internacional de seguro están discutiendo revolución en los cafés de Caracas. Lo hicieron en el Chile de Allende, en donde me desempeñé como Asesor de medios, después Secretario de Prensa del Ministro de la Presidencia.

Un traspiés a la izquierda del Presidente Chávez significará regresar a un nivel similar al caos administrativo de Cuba, de la desobediencia civil del Chile allendista, de la planificación económica sacada de cuentos y promesas de mil y una noche de la Unión Soviética. Presidente Chávez, usted es un hombre demasiado capaz para ser el Caín de Venezuela, cuando pudiera ser cabeza de la recuperación de la dignidad latinoamericana.

Sé muy bien que detrás de este giro con paso cambiado — léanse tendencias ultra-izquierdistas del Presidente Chávez — está el descontento popular venezolano por la precariedad de oportunidades de estudios y desarrollo para los nacionales; al mismo tiempo una protesta en contra del establecimiento socio-económico de Venezuela, mayoritariamente de origen europeo, siempre egoísta con el país que les acogió, siempre sustrayendo recursos que la nación necesita. Para ellos Venezuela es una vaca a la cual ordeñar a muerte.

Es importante reconocer que una rabia nacional latinoamericana se extiende y agranda de Sur a Norte, de Este a Oeste de nuestra América morena. Nadie, que yo sepa, ha mencionado que el Presidente Chavez y el Dr. Comandante general Castro representan hoy la protesta nacional continental por el ahogo económico comercial a que nos somete Estados Unidos y Europa. Nada que ver con ideologías muertas, como la socialista y la comunista, que lo digan los comerciantes del turismo cubano y de la muy internacional subcontratación industrial china. Pocos quieren reconocer que ese ahogo está basado en una lucha darwinista que impera al competir en los mercados internacionales, como en Oeste americano en tiempos de la rapiña europea.

Que al parecer, no se sepa todavía en Venezuela que nuestra salvación está precisamente en la UNIDAD NACIONAL para defendernos de los filibusteros, es algo que apabulla. Manos extranjeras están detrás de una y otra actitud cainista. Los vendedores de armas norteamericanos y europeos se están frotando las manos por los buenos negocios en ciernes. Una vez más quedará patente su «superioridad étnica», comparativamente a los «blackies» venezolanos.

(*): Profesor del Spanish Institute of Ireland, Dubín, Irlanda

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