Opinión Nacional

Candidatos, palabras y personalidad

Cuando creamos el concepto de una campaña electoral, cuando se redactan los puntos que el aspirante a cualquier cargo público debe esbozar en el trayecto rumbo a la elección, debemos detallar muy bien el mensaje que se emplee para ello, porque este debe estar previamente estudiado y adaptado a la personalidad del candidato y de lo que éste transmite a los públicos meta.

Es decir, un abanderado a presidente, gobernador, alcalde, diputado, senador, etc., debe expresar elementos argumentativos que estén relacionados, no solamente con las aspiraciones de los electores, sino con lo que él encarna.

A veces es muy común que un candidato diga lo que el pueblo quiere escuchar, una lógica acertada, pero que posee sus aristas, por ejemplo un líder de una izquierda marcada no puede asistir a una reunión con empresarios y hablar de las “bondades del libre mercado” porque estas aseveraciones serán evaluadas por el público como oportunistas, falsas y embaucadoras, creándose así una brecha que posteriormente es difícil de cerrar.

El candidato debe estar en sintonía con los deseos de los públicos metas, sus palabras deben estar en concordancia con los anhelos de los electores, pero cuando una posición puntual está divorciada de las percepciones que los públicos meta poseen del aspirante entonces se debe rediseñar el discurso.

Siempre nos basamos en los números de las encuestas para determinar cuáles son los elementos más persuasivos que debemos abordar en la elaboración del mensaje de campaña, normalmente se comete el error de escoger los primeros ítem de la evaluación, por la obvia interpretación de que son los de mayor impacto en la opinión pública, olvidándonos de lo creíble o no que pudiera sonar el tema en la voz de nuestro candidato.

En ocasiones un tema que está de tercero o de cuarto en las inquietudes populares, pero que posee más empatía con la proyección de imagen del aspirante que se asesora, debe ser abordado y explotado a través de una campaña delineada para ello, porque debido a que el tema o asunto del argumento guarda relación psicológica con el perfil de aspirante su nivel de huella en el subconsciente colectivo será más duro y determinante.

Con todo esto queremos decir que si un candidato determinado esboza como parte de su campaña un mensaje que está divorciado de su perfil político, sea ideológico o de percepción entonces estará no sólo a las puertas de una segura derrota electoral sino que lo más probable es que su percepción y liderazgo se vea fuertemente afectada por este desliz de comunicación.

En la historia hemos palpado diversos ejemplos de actuaciones políticas que han llevado al fracaso a quien las ejecutó, por el simple hecho de que estás no responden a las expectativas o creencias que el colectivo tiene del determinado dirigente.

El político es un esclavo de los públicos, y éstos en muchas ocasiones se comportan como tiranos sin compasión con aquellos, porque no aceptan que los dirigentes actúen fuera de los cánones que ellos aspiran y desean.

 

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