CAP el estadista no se lo merece

A casi tres semanas del fallecimiento del Presidente Carlos Andrés Pérez su cuerpo inerme no ha encontrado aún cristiana sepultura. Una insensata querella jurídica acerca de dónde corresponde y quiénes legítimamente pueden disponer la ubicación de sus restos, esperan un veredicto judicial.
 
Al margen de los sentimientos y otras consideraciones sobre las cuáles resisto adentrarme por cuanto me entristecen profundamente, por Dios ¡basta ya, no se lo merece!
 
La ignominia política que prevalece aún en nuestro país ya sentenció. Niega reconocer que le corresponde, por lo que fue y por lo que hizo, las exequias de jefe de Estado con la correspondiente expresión popular masiva que espontáneamente acompañara el féretro, por donde las autoridades nacionales permitan su tránsito.
 
¡Qué afligido papel se le está haciendo a nuestro CAP, el de los venezolanos! El que siempre en vida “fue de frente y dio la cara” para someter ahora sus restos al descrédito de lo que jamás hemos sido, verdad sea dicha,  lo que nos ha caracterizado, a través de nuestra historia a los venezolanos.
 
Duela a quién le duela, piensen lo que piensen, poco importa. Sólo, por ahora, para usar aquella expresión sombría desde aquel triste y nefasto  episodio, en los predios del propio Miraflores, cuando se la apropió quién persiste en  sembrar odio e insensateces en nuestro país desde la jefatura del Estado, ¿los restos del Presidente de todos los venezolanos podrían y deberían permanecer fuera de donde su vida se extinguió? ¿Acaso hoy, ante aquella insensata oportunidad de ponderación democrática que le permitió expresarse libremente, cuando apenas había concluido  el fallido pero desquiciado intento de magnicidio urdido cobardemente, tiene correspondencia en quién dicta perturbada y hacia un destino funesto  nuestra patria?
 
¡Basta ya de insensatez y mezquindad! A CAP,  guste a quién le guste,  piense a quién crea que tiene razón o titularidad, el que para siempre persistirá como gran líder de los venezolanos y luchador insigne de la democracia, con sus virtudes y defectos, sus debilidades e integridad, le corresponderá los honores del caso y se los daremos oportunamente, cuando venga el momento que le correspondió en vida nuevamente y será más pronto que lo que hoy muchos piensan o  creen.
 

amigo y, a mucha honra, colaborador del Presidente Pérez