Opinión Nacional

Cara´e piedra

En la vida hay quienes creen que el éxito se asocia con las posiciones alcanzadas, de tal forma y manera, que poco les importa como llegan a ellas. Después, creen ellos, el olvido o las circunstancias se encargarán de borrar el excremento con que han ido marcando su inmerecido ascenso a posiciones que, en otras condiciones, nunca hubiesen podido obtener.

Llegar a la presidencia del BCV con la misión de arreglarle las cuentas a CAVENDES, no es precisamente un blasón académico digno de aparecer en un currículum, ya de por sí bastante menguado.

Como su cortedad nunca le alumbro la luz del entendimiento siempre pretendió asociar las posiciones “revolucionarias” con la repetición de consignas y conceptos sin ir mas allá de sus significados reales. Aun recuerdo una llamada suya cuando fungía yo como subdirector de Economía Hoy, en la que me recriminaba mis opiniones por provenir de un revolucionario.

No sé si el reclamo venía de él o del Dr. Dáscoli, a quien se cansó de acarrearle el maletín en procura de Embajadas y posiciones, como la que le consiguió Vallenilla en este gobierno. Si el recado hubiese sido de Dáscoli si que me hubiese inquietado, como me preocupa siempre la opinión de la gente honorable.

Otorgándole el beneficio de la duda, cuando los ex-presidentes del BCV elaboraron un documento crítico sobre el desenvolvimiento de la política monetaria y la administración del Instituto, cuya intención primigenia era entregárselo personalmente y nada más. Se negó a recibirlos, obligándolos así a hacer público su desacuerdo. Ahora, él repite los contenidos de ese papel como si fueran propios. “Tarde piaste pajarito”, diría el socarrón de Luis Herrera Campins.

Llenarse la boca con el epónimo nombre de su promoción no le traslada ni los méritos ni las capacidades de algunos otros integrantes de la sí brillante promoción Ernesto Peltzer.

Durante su gestión se descapitalizó la institución, transfiriendo utilidades cuyo origen atribuyó a diferenciales cambiarios y a revaluaciones de activos, para cuyo cálculo él permitió la grosera manipulación de la normativa contable universalmente aceptada, bajando la cabeza.

Cuando Yo el Supremo le exigió el primer millarcito, se retorció en su silla y fingió resistir la embestida, para luego inventar y ofrecer al factotun la fórmula que permitiese la reducción del BCV al triste papel que ahora pretende denunciar. ¿Que duda cabe?, la autonomía del BCV, consagrada en la Constitución y las leyes, ya no existe, feneció mientras él timoneaba el barco.

Tiene la cachaza de hablar de 250 años de bancentralismo refiriéndose a la antigüedad suya sumada a la de algunos integrantes del directorio. No hay duda de que se trata de un sibilino ardid para ocultar como, propuso y logró alterar en el directorio, los limites y condiciones del plan de retiro para poder así jubilarse, como en efecto lo hizo sin llenar los extremos del fondo de previsión originario, limites que si pagamos y llenamos quienes allí laboramos por mas de 30 años.

Esa reforma del estatuto la aprobó aceleradamente antes del RR, por si acaso, sin importarle que con ella daba pie para excluir del personal técnico del Banco a una pléyade de profesionales de primera línea quienes fueron así jubilados, prematuramente.

Ahora, parodiando a Boabdil a las puertas del Califato de Córdoba, nos viene a llorar como mujer, lo que no supo defender como hombre. ¡Habrase visto tamaño cinismo!

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