Chávez nos visita
No debe ser fácil desprenderse de esa tupida red de protección que brinda el Estado totalitario cubano a su principal financista. Allá lejos de los múltiples problemas cotidianos venezolanos podía tener la calma de enfrentar sus dificultades sin sentir la traición caminándole en la nuca, olvidando cómo muelen sus cuchillos aquellos que lo abrazan y vitorean su nombre en las concentraciones del pueblo obligado, aquí tendrá que dormir con el enemigo en todo momento, sentir cómo avanza en la trastienda colocando trampas y señuelos para cazar al tigre rojo herido por la furiosa daga del cáncer. Son los duros momentos en que un líder desciende de su Olimpo al tortuoso camino de la supervivencia política.
Por otra parte, los estudiantes venezolanos lo volvieron a lograr, la presencia de Hugo Chávez en Venezuela es una sonora victoria del movimiento estudiantil. Con su gesta lo obligaron, corriendo un sinnúmero de riesgos, a venir al país. Se encadenaron con la fuerza telúrica de la convicción, la furiosa acción de algunos fanáticos de uniforme no redujo el ímpetu gallardo de los jóvenes sino que alimentó su lucha. Contra todo pronóstico estos valientes herederos de las luchas pretéritas lograron sacarlo de su cama habanera y traerlo hasta la nación de la cual es presidente. Un avión con todo un hospital de última generación atravesó la noche para devolvernos al Primer mandatario nacional después de más de dos meses en su querida Cuba. Seguramente quienes gobiernan desde allá se quedaron con el control remoto para seguir manejando a sus fantoches electrónicos. Con el enfermo tendrán el cuidado de no cometer errores que hagan que su financista principal se emocione mucho y pierda vigor en su recuperación.
Veremos qué cosas acontecerán en lo inmediato. Con Chávez aquí muchos de sus enemigos ocultos guardarán bajo celosa llave sus planes sucesorales, son las horas de fingir alegría, abrazar a las hijas y hasta de llevar alguna Virgen que sirva de argumento para figurar en la lista.
Ojalá que se recupere para que cumpla con su deber. Su nefasta gestión tarde o temprano debe ser castigada por este pueblo olvidado a su suerte por una revolución tan corrupta como ineficiente.
