Opinión Nacional

Chávez sigue siendo Chávez

¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué el país está derretido con el cambio de Chávez abriéndose al «diálogo»? ¿Es que se volvieron ingenuos de repente? Hay un dicho que afirma: «el zorro pierde las garras pero no pierde las mañas». Ese es el mismo Chávez que nos llama ratas oligarcas, bastardos, sin un dedo de frente, confundidos, negativos, contra revolucionarios y otras perlas por el estilo. El mismo que ofreció freír las cabezas de los adecos en aceite, que aplastó al Congreso elegido tan legítimamente como él y lo sustituyó por su Congresillo de marionetas. El mismo que nos quiere llevar al Mar de la Felicidad Cubana, que irrespeta a la mujer y a sus colaboradores, que pateó el trasero del fiel e incondicional Aristóbulo y del PPT, que ha jugado a dividir a la Iglesia, que incita a la gente a atacar a los medios.

No se trata de guardar rencor, sino de que nadie cambia de la noche a la mañana y menos un ser tan primitivo como ese. Todo eso es una farsa para engatusar a la clase media, a los medios, a los políticos, a los empresarios, al «soberano» y a la ingenua Sociedad Civil. Es algo así como la cobra, que hipnotiza al ratoncito para comérselo. Mientras tanto, está por aprobarse la Ley de Telecomunicaciones, en la que el Congrezuelo metió, hechos los locos, un par de artículos que atentan claramente contra la libertad de expresión. Está también la ley de Seguridad Nacional, que no huele muy bien y me hace recordar los cuentos de mi abuelita acerca de Pedro Estrada y la SN, la película «Se llamaba SN» y la famosa novela aquélla, que deberían repetir, Estefanía. Y otras tantas leyes (ojo, la Ley de Universidades y la Ley de Hacienda) de las que no tenemos idea, aprobadas en forma ligera y sin que el país se entere de lo que están haciendo. El hombre anunció también que, cuando gane (ojalá no) las elecciones, va a pedir a la Asamblea una Ley Habilitante.

Amigos, se trata de Chávez, no de Arias. Él es un hombre que se repliega para esperar el momento oportuno y volver a atacar. Ha demostrado ser perseverante y es un lince manejando a la gente. No podemos caer en su trampa. Sin ir muy lejos, es el mismo que, hace nada, atacó con fiereza a Nitu, acorraló a Mingo contra las cuerdas, le dijo a César Miguel Rondón que le encanta ver el efecto que los cambios en la economía tienen sobre los numeritos (¿será que ahora se va a dedicar a jugar con la economía, como lo hizo al autorizar el retiro de los fondos de PDVSA de la banca?); que se escondió en Miraflores, sacrificando a la directiva del CNE ante la opinión pública, mientras eludía su más que clara responsabilidad en la Megaplasta; que ha obligado, haciendo alarde de poder, a que lo reciban en todos los medios que ha querido, aparentando haber sido invitado.

¡No me vengan con pendejadas!. Eso no es más que, pura y simplemente, campaña electoral para recuperar los votos que perdió con la suspensión de las elecciones. Está tomando posición y no nos extrañemos cuando, fortalecido, ataque de nuevo, quizás con mayor fiereza.

Chávez tendría que pasar toda la vida que le resta haciendo penitencia para recuperar lo que ha hecho a nuestro país y convertirse en otra persona para convencerme de que en realidad ha cambiado, a lo cual le asigno una probabilidad de 0,0%.

No nos dejemos engañar. Chávez sigue siendo Chávez

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