Opinión Nacional

Colombia y Venezuela ante la ronda del milenio (parte I)

1.- Introducción

Hasta hace apenas unos años, Colombia y Venezuela habían escapado de los desequilibrios de la América Latina de los ochenta y se preparaban para los noventa con gran optimismo. En la actualidad, ambos países experimentan profundos cambios aunque de manera y origen diferentes, y a la vez presentan una serie de problemas económicos.Hasta hace apenas unos años, Colombia y Venezuela habían escapado de los desequilibrios de la América Latina de los ochenta y se preparaban para los noventa con gran optimismo. La salud de ambas democracias y los resultados positivos de sus economías permitían que a grosso modo se definieran como unos casos ejemplares de estabilidad política y solidez económica. En la actualidad, ambos países experimentan profundos cambios aunque de manera y origen diferentes, y a la vez presentan una serie de problemas económicos.Para entender las respuestas de esos países a sus cambios y problemas, es necesario recordar como la agenda mundial ha venido incorporando puntos que en el pasado eran considerados de una menor importancia. (1) .En un mundo bipolar, la agenda internacional estaba marcada por temas fundamentalmente de carácter geopolítico, de «high politics». (2) .Por otra parte, los asuntos económicos se entendían como no relacionados sustancialmente con la política, considerándose éstos como de «low politics». (3) .La quiebra del mundo bipolar, la ampliación del comercio internacional, la complejidad de las comunicaciones y de la información y la creciente importancia de actores no estatales, generan un proceso turbulento y una agenda internacional heterogénea. De esta forma, los temas económicos y comerciales se equiparan con los temas geopolíticos y se exigen nuevos comportamientos de los gobiernos para que se ajusten al momento, «al clima de su tiempo».

En lo político y en lo económico se originó un discurso de tendencia neoliberal que le da una prioridad a los temas de la apertura económica, a la desregulación, a la reducción del tamaño del Estado, a la búsqueda de una mayor calidad en la gobernabilidad del sector público, a la conceptualización de la llamada «economía sin peso» (basada en los servicios, en la comunicación y en la información), y en la incorporación de temas considerados previamente como ajenos al problema del poder, tales como el ambiente, la cultural, el laboral y el tecnológico. (4).

Todo esto promociona por parte de los gobiernos la necesidad de formular e implementar unas políticas exteriores multivariadas que incluyan dimensiones tales como la intra y para – estatal, la multilateral y la transnacional, dentro de una realidad: la interdependencia compleja (5).

La nueva diplomacia tuvo que tomar en cuenta a su vez, ya entrando en el caso de América Latina, la reorientación de un modelo económico de crecimiento hacia adentro, la
liberalización del comercio exterior, la privatización de las empresas públicas, la intensificación de las inversiones extranjeras, y la aparición de la necesidad de nuevas normas, regulaciones y regímenes internacionales. Esto a su vez es un movimiento impulsado por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo y la Organización Mundial de Comercio, organizaciones multilaterales con una amplia participación en la construcción de la agenda global.

Desde luego, que este reacomodo significa un costo muy alto para los países en desarrollo dado sus niveles de asimetría, la perdida de su soberanía, la inseguridad que se genera, los cambios políticos que se producen, así como también los cambios que se dan en las áreas científica y tecnológica. (6).

De igual forma se experimenta en el comercio internacional una tensión entre la necesidad de la apertura económica y la armonización comercial, y un proteccionismo latente; entre el globalismo y la integración, y el localismo; así como también en la política comercial de los países, en su balanza de pagos, en su mercado cambiario, y en su propia conformación macroeconómica.

Por otra parte, el impulso al comercio mundial va acompañado por la gestación y el desarrollo de bloques comerciales que en los niveles regionales y sub-regionales apuntan a la conformación de un mundo global interconectado, sin precedentes en la historia de la humanidad y con base en dos fenómenos que rompen con el pasado: de una anarquía internacional se transita hacia un interdependencia compleja; y de la separación entre lo internacional y lo doméstico, se transita hacia lo interméstico. Vale decir, hacia la interrelación de los asuntos internacionales e internos. En esta perspectiva, se entiende a la integración como un mecanismo seguro en contra de los cambios en la política macroeconómica y el posible retroceso en la liberalización de mercados.

Los Estados Unidos en su condición contemporánea de ser la primera potencia militar del mundo y uno de los tres pilares de la economía mundial ha definido su papel ante los cambios globales formulando tres objetivos: impulsar la democracia y los derechos humanos en el planeta de acuerdo a sus propias definiciones sobre estos temas, influir en las organizaciones multilaterales y transnacionales a fin de que avalen sus iniciativas, y promocionar la nueva agenda económica-comercial con base en los temas del «Buen Gobierno y la Apertura». (7).

Esto lo demuestra la política hemisférica de Washington hacia América Latina y el Caribe, la cual ha dado un vuelco enorme si se compara con lo que se hacía hace veinte años atrás. Por ello, no es de extrañar que los Estados Unidos promuevan políticas regionales y homogéneas, reduciendo privilegios particulares para que en las agendas nacionales se incluyan los temas de apertura, democracia transparente, sociedad civil, el combate al narcotráfico, los derechos humanos, y el ambiente, entre otros de igual importancia. (8).

La respuesta de América Latina a los cambios globales se ha interpretado como una respuesta de doble salida, ya que además de ajustarse a los requerimientos de los cambios globales tiene que ajustarse a las exigencias del gobierno de los Estados Unidos, cada día más diversas y complejas.

Frente a la política norteamericana, Argentina ha cambiado bastante. De una fricción histórica con los Estados Unidos ha pasado a tener una amistad y una cooperación casi absoluta. México se acercado también a Washington. superando viejas rivalidades pero sin el ruido que ha producido Argentina y enfatizando más el aspecto económico. Brasil ha preferido mantener unas relaciones mixtas de autonomía con cooperación no extrema, sobre todo en el plano comercial; Chile por el contrario, busca una relación especial con Washington aspirando entrar al TLCAN. Centroamérica acepta la presencia norteamericana, pero no con las coordenadas geopolíticas del pasado reciente sino con las coordenadas de la ayuda económica y el buen trato migratorio, al igual que en el caso del Caribe, pero añadiéndole el ingrediente de la actividad turística. Colombia, al igual que Argentina ha experimentado un profundo cambio, pero en ese caso de rasgo negativo. De ser Colombia un país favorito de Washington y con unas relaciones estables y beneficiosas para ambas partes se ha trasladado hacia unas relaciones contradictorias en donde los temas del narcotráfico y la guerrilla juegan un papel fundamental. De hecho, Colombia ha pasado del consenso al conflicto y de vuelta al consenso con los Estados Unidos. Perú se ha orientado hacia una cooperación, pero bajo la critica de Washington sobre la falta de institucionalidad de la democracia en ese país y la vigencia de los derechos humanos.

En este contexto se ubican los casos colombiano y venezolano, los cuales se sitúan dentro de un punto intermedio entre la sumisión y el conflicto. Hasta ahora las relaciones con los Estados Unidos se mantienen en buen estado a pesar de la amenaza de un deterioro estratégico y la continuación de controversias de carácter comercial.

Debemos recordar que Colombia tuvo por muchos años una política exterior de bajo perfil y de asociación con los Estados Unidos, en donde los aspectos comerciales eran fundamentalmente llevados por el empresariado privado y en un ambiente en donde era más importante la opinión y las actividades de los empresarios cafeteros que el de la propia diplomacia gubernamental.

Tomando como base los últimos cuarenta años de trayectoria colombiana, se puede decir que ha habido tres etapas en su política exterior. Una primera etapa entre 1957 y 1970, en la cual Colombia tiene una actuación modesta en su acción internacional y en donde la agenda de la política exterior se concentra en lograr una buena relación con los Estados Unidos y en mantener buenas relaciones con los países vecinos, entre ellos Venezuela, con quién tiene hasta ahora un diferendo sobre áreas marinas y submarinas. Una segunda etapa, que dura entre 1971 y 1980 aproximadamente, en donde Colombia comienza a interesarse por otros espacios internacionales y regionales, como es el caso de su participación en el Acuerdo de Cartagena y en las Naciones Unidas. Una tercera etapa que se mantiene hasta ahora, a partir de 1981, que es de proyección internacional, donde Colombia comienza a reforzar sus relaciones con Europa, entra en el Movimiento de Países no Alineados, abre su diplomacia hacia Asia y mantiene una política activa en el Caribe. Al mismo tiempo, el país lideriza junto con Venezuela, el proceso andino.

En términos generales, el activismo colombiano no perjudica sus relaciones con los Estados Unidos y hasta bien entrado el año 1996, Colombia era percibida en el mundo como un socio confiable de Washington. Pero, a partir de la profundización de la crisis interna del país por la presencia del narcotráfico y el auge de la violencia urbana y de la guerrilla rural, las dimensiones políticas comienzan a cambiar negativamente, no así las económicas en donde se vivía un auge en el comercio exterior, un cambio en el patrón tecnológico y en la oferta exportable y un aumento considerado de las inversiones extranjeras. (9).

A partir de la denuncia de una supuesta vinculación del gobierno de Samper con el narcotráfico, se deterioran las relaciones con Washington, pero a la par, Colombia comienza a insertarse en los cambios económicos globales. Con la llegada a la presidencia de Andrés Pastrana en 1998, mejoran las relaciones con los Estados Unidos y aumenta el perfil internacional de Colombia, ya que es noticia por el auge de la guerrilla, por la violencia interna y por la iniciativas de paz de Pastrana. Al mismo tiempo, el Presidente colombiano activa su política exterior con el fin de buscar un apoyo financiero para una economía que ya está dando signos de agotamiento desde 1997. (10).

En relación a Venezuela, el país jugó, a partir de la restauración del proceso democrático en 1958, con la idea de tener múltiples identidades en su política exterior bajo una democracia basada en el consenso, la consulta y la corresponsabilidad de las elites.; en una disponibilidad de divisas provenientes del ingreso petrolero, en una distribución del ingreso extensiva, en el papel primordial del Estado en la promoción del desarrollo y con una escasa participación de la sociedad civil, dado su débil conformación. Con la maduración del sistema populista de conciliación de las elites, se canalizó el conflicto social con la garantía de una expansión económica que parecía no extinguirse. (11).

Este cuadro histórico alentó una política exterior activa por parte de Venezuela en donde se destacaba el peso del poder ejecutivo y la conducta consensual. De esta forma, se pueden clasificar cuatro etapas en la política exterior de Venezuela: de 1958 a 1967, en donde la diplomacia venezolana se concentró en la búsqueda de la consolidación democrática en el país y en la región, en impulsar el proceso de sustitución de importaciones, en promover la creación de la OPEP ( sin el sacrificio de perder una relación petrolera especial con Washington ) para buscar mejores precios petroleros, en impulsar la Doctrina Betancourt (orientada en el no reconocimiento de gobiernos de fuerza que surgieran en América Latina y el Caribe producto del derrocamiento de un gobierno civil), y en la defensa de la seguridad regional y nacional frente la injerencia cubana – soviética.De 1967 hasta 1977, la política exterior de Venezuela se formuló con el fin de respaldar la estabilidad democrática de la experiencia venezolana, en abrir la agenda exterior hacia los temas económicos de la integración, participando en la ALAC (hoy ALADI ), en el Pacto Andino ( hoy Comunidad Andina ), de forma plena en la OPEP y retomando los problemas fronterizos.

De 1977 a 1988, la política exterior de Venezuela se vio limitada en su extensión dada la caída de los precios petroleros ( con excepción de los años de 1980 y 1981 ), el peso de la deuda externa y la aparición de tensiones políticas internas y no consensuales en la política exterior, concentrándose así en una actuación regional fortaleciendo las opciones pacíficas, como fue el caso de Contadora, y fortaleciendo a dirigentes y partidos de centro.

Desde 1988 aproximadamente, dada la convergencia del impacto de los cambios globales con el deterioro de la situación política en Venezuela, las relaciones internacionales de Venezuela se van a caracterizar por ser más complejas y variadas. Con la segunda presidencia del Presidente Pérez (1989-1993), se adoptaron las políticas en boga dentro del FMI y el Banco Mundial, aunque originaron una profunda reacción negativa en la población, ( es decir, la receta del Consenso de Washington ) y se retomó el activismo de la política exterior de Venezuela, pero, a diferencia de otros países latinoamericanos, sin sacrificar la autonomía y las múltiples identidades de Venezuela en el exterior. De hecho, Carlos Andrés Pérez volvió a practicar la política de las «dos manos», vale decir oscilando entre un internacionalismo menos tercermundista y más orientado hacia los temas comerciales, de cooperación Norte-Sur y de integración, y un regionalismo más comprometido con la apertura económica y la democratización. Esto dio lugar a una política exterior hiperactiva que si bien no originó grandes roces con los Estados Unidos, si provocó mucha irritación en Venezuela constituyéndose en una de las principales causas que provocaron los dos intentos de golpe de Estado en el año de 1992 y la reacción popular de apoyo mayoritario a esas acciones. Con la salida del Pérez de la presidencia de la República en mayo de 1993 y la llegada del Presidente interino, Ramón J. Velázquez, quién terminó el período presidencial en febrero de 1994, la política exterior de Venezuela se concentró en lograr el apoyo de Washington y de América Latina a la democracia venezolana y a la convocatoria de las elecciones presidenciales en diciembre de 1993 .(12).

Con la llegada de Rafael Caldera a la presidencia de la República por segunda vez en febrero de 1994, no hubo ninguna discrepancia importante que permitiera pensar que el gobierno Caldera iba hacia la sumisión o el enfrentamiento con los Estados unidos. Sin embargo, si hubo a un nivel táctico algunas discrepancias que enfriaron las relaciones. Por una parte, el gobierno Caldera observó con escepticismo todo el proceso del ALCA y la apertura económica defendida por Washington ( de hecho promulgó en sus dos primeros años una política económica estatista y de controles ). Al mismo tiempo, Caldera observó con asombro como el gobierno Clinton decidió apoyar de la noche a la mañana la candidatura del ex-Presidente colombiano César Gaviria eliminando así las posibilidades de triunfo del Canciller venezolano Miguel Ángel Burelli Rivas quién estaba promocionando su opción. Por otra parte, el acercamiento de Venezuela a Brasil fue observado por Washington como una muestra de la independencia de Venezuela al negarse entrar en el TLCAN sin negociaciones regionales, marcando una distancia con un gobierno como el de Clinton empeñado en profundizar las reformas neoliberales en América Latina y en colocar el tema del la lucha contra el narcotráfico y la defensa de los derechos humanos como temas prioritarios de la agenda hemisférica.

El Teniente Coronel (retirado) Hugo Chávez Frías ganador de las elecciones presidenciales de diciembre de 1998, quién había encabezado una intentona de golpe de Estado en febrero de 1992, asumió su cargo en febrero de 1999. Para nadie era un secreto que las relaciones con los Estados Unidos serían una prioridad del nuevo gobierno y que de hecho se estaría entrando en un período más movido entre los dos países dada la trayectoria de Chávez, el carácter progresista de su alianza electoral y su discurso nacionalista.

En varias ocasiones Chávez y su Ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel han insistido en decir que no quieren tener ningún problema con Washington y que las relaciones se mantendrán dentro de un clima de colaboración y respeto. Por otra parte, funcionarios norteamericanos han planteado que mientras Chávez no rompa con el Estado de Derecho, no nacionalice empresas norteamericanas o afecte a algún ciudadano norteamericano en sus integridad personal o en sus propiedades no hay que tomar acciones de cualquier índole y hay más bien que «esperar y ver «.

Es de nuestro criterio que a partir al menos desde la caída del Muro de Berlín, unas políticas exteriores que fueron definidas como estables y fáciles de manejar tanto desde Bogotá como desde Caracas, se vieron sacudidas por las transformaciones globales, la agenda hemisférica de los noventa y por los requerimientos regionales y mundiales de la política exterior de los Estados Unidos. A la vez, no es inútil recordar la importancia que están teniendo en los Estados Unidos los temas de Colombia y Venezuela, en todas sus dimensiones. (13).

Es dentro de este contexto que parece pertinente analizar la conducta comercial de Colombia y Venezuela ante la Ronda del Milenio. Para ello, se estudian en este trabajo las tendencias mundiales del comercio, el papel que ha jugado la Comunidad Andina y los países miembros en el proceso de apertura, las tendencias de la economía y el comercio internacional de cada país, sus relaciones comerciales bilaterales y sus posiciones ante la nueva ronda. Bajo esta senda se podrá comprender de manera más amplia la saga de dos países que han querido insertarse en los cambios globales, pero los resultados de sus políticas no han traído la estabilidad deseada.

2.- El Comercio Internacional.

2.1.- Las Tendencias Mundiales.

Para analizar las conductas de Colombia y Venezuela dentro del debate y las negociaciones en el seno de la Organización Mundial de Comercio, OMC, es importante señalar que al igual que otros países en desarrollo, estos se han insertado dentro de los cambios globales de una manera flexible y a través de varios niveles: bilateral, multilateral, regional, y sub-regional. Por otra parte, ambos países se benefician y a la vez se perjudican de los efectos que sobre sus economías tienen las tendencias actuales del comercio mundial. En tercer término, Colombia y Venezuela no solo han tratado de adecuar sus economías y legislaciones con base en las nuevas disposiciones de la OMC, sino también con base en los esquemas de integración en los cuales participan. (14).

En este marco, cabe recordar como a partir de la postguerra se planteó superar la llamada «locura de los treinta» y la competencia comercial prebélica altamente proteccionista, lo cual creó el ambiente propicio para pensar en la necesidad de procurar regímenes internacionales para el área del comercio exterior y de crear un organismo que impulsara una política de aranceles moderados. Este proceso dió lugar la GATT en el año de 1947.

Al cabo de más de cuarenta años de existencia, el GATT emprendió una revisión de sus supuestos políticos en el mismo momento en que se desarrollaban las tesis de la apertura económica y el nuevo crecimiento hacia afuera, se aplicaban programas de ajuste en las finanzas públicas, se impulsaba la competitividad, se reducían los aranceles y se incluían temas nuevos, tanto en la agenda comercial como en la de los servicios.

A partir de la Ronda Uruguay (1989-1993), se abordó el problema de las crecientes barreras comerciales no arancelarias, el creciente neoproteccionismo de los países industrializados ( a través de cuotas de importación, restricciones voluntarias, acciones anti-dumping, carteles, regulaciones técnicas, seguridad, empaque, sanidad e impacto ambiental). De la misma forma, se abordaron los temas de compras gubernamentales, comercialización de los servicios e inversiones. (15).

Lo anterior produjo unas complejas discusiones y negociaciones sobre el grado de apertura económica de los países miembros del GATT, el peligro de la falta de práctica del principio de nación más favorecida y el impacto de esas medidas sobre los procesos de integración regional y sub-regionales, tales como zonas de libre comercio, uniones aduaneras, mercados comunes y uniones económicas.

Al finalizar la Ronda Uruguay se creó la Organización Mundial de Comercio con el fin de promover la ejecución de lo acordado en esa Ronda, asumir los temas pendientes que no fueron aprobados (servicios, medios de comunicación, propiedad intelectual, subsidios agrícolas, microprocesadores entre otros), desarrollar el proceso de liberalización comercial y de promoción de las inversiones y reducir los obstáculos que se presentan en contra de ese proceso, como las asimetrías entre países, el ajuste interno de las economías, el atraso en adecuar las legislaciones nacionales, los cambios en la orientación de la macroeconomía y la resistencia de sectores anti-exportadores. (16).

Pero este proceso no debe analizarse sólo desde la perspectiva de las políticas económicas. También es necesario observar los resultados económicos y comerciales de los últimos años, luego de la conclusión de la Ronda Uruguay y comparar el proceso de apertura económica y de liberalización del comercio con las tendencias actuales, para así comprender mejor los avances y retrocesos, las ganancias y perdidas de los países, con los resultados de la Ronda Uruguay, en las negociaciones dentro de la OMC y en la Ronda del Milenio.

Tal como lo predijo Krugman y otros economistas escépticos, no existe una relación lineal entre comercio y desarrollo. De hecho, como lo han planteado funcionarios del FMI y de la CEPAL, no basta que un país tenga una buena inserción en el comercio mundial, un ajuste económico ordenado, unas políticas de austeridad fiscal y monetaria, una liberalización, una desregulación de los mercados internos y un proceso de privatización. La verdad es que por la interdependencia global y los choques externos pueden impactar en el proceso de apertura de un país, dado el contexto de una volatilidad de los mercados y un decrecimiento generalizado a nivel mundial, en donde el comercio crece más que la producción y el sector servicios alcanza un 20% del comercio total.

La crisis asiática de 1997 es una muestra reciente de esto, al igual que la caída en los precios de los productos primarios, (20% en 1998), la caída del producto interno bruto mundial (3% en 1997, 2% en 1998), la reducción de las exportaciones en un 2% con respecto a 1997, las importaciones en un 1% con respecto a 1997 y los desajustes cambiarios en varias economías en desarrollo. (17).

No se debe olvidar que los países en vías de desarrollo encuentran una serie de dificultades en su acceso a los mercados mundiales. Todavía hay mucho proteccionismo por parte de los países desarrollados, tanto arancelarios como no arancelarios, y sobre todo en los sectores agrícolas, textil, pescado y derivados y en el sector servicios. De la misma forma, el capital financiero internacional se está retirando de los países en desarrollo y las inversiones directas a largo plazo, aunque se mantienen estables, se están concentrando en pocos sectores: energía y servicios.

La contracción de las exportaciones mundiales, las crisis financieras internas y la salida de capitales financieros, más los cortes en los flujos del capital financiero multilateral, la elevación de los costos de financiamiento externo, la ya mencionada reducción de los precios de los productos básicos, los desastres naturales y en ciertos casos, la inestabilidad política interna producen un mosaico de obstáculos para alcanzar una relación virtuosa entre comercio y desarrollo.

Para América Latina y el Caribe, las perspectivas no son muy halagadoras aunque no necesariamente catastróficas. Al igual que en el resto de los países en vías de desarrollo, aunque en un menor grado, las economías en la región han tenido sus dificultades para obviar los impactos de las tendencias proteccionistas de los países en desarrollo, la volatilidad financiera mundial, la contracción del comercio mundial y la caída de los precios de los productos básicos. En 1998, la región de América Latina y el Caribe tuvo un crecimiento interanual en el Producto Interno Bruto de 2,3% ( – tres puntos menos que en 1997 que estuvo en el orden del 5,4%), una disminución de la entrada de capitales, una reducción en el monto de las reservas internacionales, un incremento del total de la deuda externa y del servicio de la misma, una caída en las exportaciones (un 4,5% menos que en 1997) y un aumento de las importaciones (2% más que en 1997). Por otra parte, la política de tener tasas de interés altas para equilibrar las tasas de interés si bien ha generado una inflación moderada (para la serie histórica de la región) de 10% para 1997, ha contraído las economías y ha reducido el crecimiento, que se espera sea tan solo de un 1% en 1999. (18).

Por ello, se pudiera decir que el año 2000 no se proyecta como un año negativo para las economías latinoamericanas y caribeñas, dada la vulnerabilidad de su oferta exportadora y su composición tradicional, (45% de productos tradicionales de exportación), la débil participación en el comercio hemisférico ( los países del TLCAN se llevan el 87% del PIB hemisférico y el 83% del comercio exterior de América .Latina y el Caribe. México se lleva el 40% de las exportaciones latinoamericanas y caribeñas a los Estados Unidos). Por otro lado, se presentó para 1998 un déficit en la balanza comercial de bienes y servicios (- 2,7%), en la cuenta corriente (4.5% ), y una disminución en la cuenta de capital y financiera (de 4,3% en 1997 a 3,5% en 1998. Hay que recordar también que la deuda externa de América Latina y el Caribe se situó en el año de 1995 en un monto alrededor de los 607 mil millones de dólares norteamericanos, lo que significó un 40% del PIB y un 30% de las exportaciones. Además, de los treinta países exportadores del mundo para el año de 1997, México ocupa el puesto número 8, con un 2,9% del total mundial de exportaciones; Brasil el puesto número 26, con un 0,6% del total mundial de exportaciones; y Venezuela, el puesto número 30, con un 0.4% del total. En materia de importaciones mundiales, y de acuerdo con la lista de los primeros treinta países, México ocupa el puesto número 7, con un 3,1% del total; Brasil el puesto número 13, con un 1,5%; Argentina el puesto número 22 con un 0,7%; y Chile el puesto número 30, con un 0,4% del total. (19).

. Cabe recordar que los países de América Latina y el Caribe se han manejado en el contexto global de varias maneras. A un nivel hemisférico han participado en la constitución del ALCA. En 1990, el presidente de los Estados Unidos. George Bush presentó el plan de la «Iniciativa para las Américas» a fin de lograr una fórmula hemisférica tendiente a buscar una solución común a los problemas del comercio, la deuda externa y la inversión. En 1992, el gobierno norteamericano lanzó la idea de un mercado común norteamericano en conjunto con Canadá y México, creándose así en 1993, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, (TLCAN). En 1994, el Presidente de los Estados Unidos, William Clinton impulsó la idea de un tratado de libre comercio hemisférico, el Tratado de Libre Comercio de las Américas (ALCA) cuya primera reunión preparatoria se dio en la ciudad de Miami en 1994.

Los objetivos del ALCA son el de profundizar el programa de supresión de barreras arancelarias y no arancelarias para el Hemisferio, discutir y lograr acuerdos en quince temas comerciales: inversiones, servicios, compras gubernamentales, normas técnicas, medidas sanitarias, medidas fitosanitarios, procedimientos aduaneros, propiedad intelectual, subsidios, derechos anti-dumping y compensatorios, salvaguarda, competitividad y solución de controversias. Con base en este plan de trabajo se han realizado varias reuniones técnicas a un nivel ministerial y otra segunda a un nivel de Jefes de Estado y de Gobierno en la ciudad de Santiago de Chile en 1998. Estados Unidos exige para llegar a un acuerdo cambiar aceleradamente las legislaciones internas, adecuarlas al libre comercio y asumir recíprocamente y sin excepciones todos los temas «single undertaking». Brasil y otros países latinoamericanos y caribeños se oponen a esta tesis y proponen realizar una apertura comercial por etapas: para facilitar el comercio en 1999, para normas y disciplinas en el 2003, y aranceles de aduana para el 2005, y la creación, primero que nada, de una zona de libre comercio suramericana, que negocie como bloque con el TLCAN. De momento, las negociaciones están paralizadas tras no lograrse el apoyo del Congreso norteamericano para que el Ejecutivo negocie directamente, y sin alteraciones por parte del poder legislativo «Fast Track». (20).

Hay otros procesos en que los países de América Latina y el Caribe participan: MERCOSUR, acuerdo de libre comercio hacia una unión aduanera entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay; el Mercado Común Centroamericano, (MCCA) formado por los países centroamericanos; el CARICOM, formado por la mayoría de los países caribeños; el Grupo de los Tres formado por Colombia, México y Venezuela; la ALADI, acuerdo de libre comercio que incluye a todos los países latinoamericanos; y acuerdos de libre comercio a nivel bilateral, como el que tiene Chile con Mercosur.

Colombia y Venezuela participan en el proceso del ALCA, en el Grupo de los Tres, en la ALADI y en el Grupo de Río, y sostienen relaciones con MERCOSUR, CARICOM y el MCCA. Pero es en la Comunidad Andina en donde juegan un papel fundamental.

2.2.- Colombia, Venezuela y la Comunidad Andina
El mecanismo de integración fundamental de Colombia y Venezuela lo constituye la Comunidad Andina. Este proceso debe enfocarse en cuatro experiencias: el tránsito de unas propuestas de un regionalismo cerrado a un regionalismo abierto, de una política de sustitución de importaciones a una apertura económica, de una integración hacia adentro hacia una integración hacia afuera y de una concepción endógena a una concepción exógena del desarrollo.

A partir de la fundación de la ALAC en 1961, se comenzó a discutir en las capitales andinas la necesidad de un esquema subregional andino de integración. En 1966, en una declaración conjunta de los presidentes de Colombia y Venezuela se concretó ese compromiso siendo ratificado por los presidentes de los países restantes y sus representantes durante la celebración de la reunión hemisférica de Punta del Este en el año de 1967. Finalmente, el Acuerdo se firmó en 1969. Así, Bolivia, Colombia. Ecuador, Perú y Chile crearon el Acuerdo SubRegional Andino.Venezuela no firmó en esa ocasión, dada la oposición del sector empresarial venezolano al Acuerdo, entrando finalmente en 1973. Chile se retiró unilateralmente del Acuerdo en 1976. (21).

El Acuerdo de Cartagena, tal como se le conoce en ese momento, desarrolló entre 1969 y 1976 una política de planificación industrial e impulsó la sustitución de importaciones en las áreas metalmecánica, automotriz, petroquímica, y siderúrgica. Al mismo tiempo, se regularon las inversiones extranjeras en la sub-región a través de la Decisión 24, la cual restringía y limitaba los capitales extranjeros y los derechos sobre marcas, patentes y regalías, en lo que se consideró una medida altamente proteccionista.

En 1976 se firmó le Protocolo de Lima el cual permitió la salida de Chile, se ajusta el cronograma de complementación de las políticas sectoriales y se concedió un régimen especial de desgravámenes para Bolivia y Ecuador. A partir de esa fecha, el Acuerdo experimentó un estancamiento en el proceso de integración de las economías de los países miembros, se politizó su política exterior y se retrasó el cronograma de adecuación del derecho interno de cada país miembro a las normas andinas. Este estancamiento está acompañado de la crisis de la deuda externa, la crisis inflacionaria de algunos países y un descenso en el volumen del comercio intraregional que desciende de 1200 millones en el año 1981 a 600 millones en 1986, un 50% menos.

En 1987 se firmó el Protocolo de Quito el cual permitió que el Acuerdo de Cartagena se convirtiera en el Grupo Andino. A la vez se constituyen el Consejo Consultivo Empresarial y el Consejo Consultivo Sindical a fin de incorporar los sectores privados de la producción al proceso; se inicia el desmantelamiento de la estructura integracionista hacia adentro, a fin de reorientar el proceso hacia una política de signo más exportador y menos proteccionista; y se armonizan en parte las políticas económicas de los países miembros. Al mismo tiempo, se promulga la Decisión 220 a fin de superar el contenido de la Decisión 24 para así ampliar y flexibilizar el régimen de inversiones extranjeras tanto en la materia accionaria como la de utilidades y remesas. También se revisa el Régimen Especial para Bolivia y Ecuador y se adelantan las políticas de libertad de tránsito, normas de origen, integración física y competencia comercial. (22).

Con la firma del Acta de Galápagos de 1989, se consolida el espacio andino, se fomenta la integración fronteriza entre los países miembros, se fortalece la idea de actuar como grupo frente a terceros países y organismos multilaterales, y se comienzan a eliminar gradualmente las excepciones comerciales. Con el Acta de la Paz de 1990 se decreta la zona de libre comercio andina, se adelanta el proyecto de arancel externo común a fin de constituir una unión aduanera y se suspende la participación de Perú en el Grupo de 1992 al no cumplir con la normativa andina en 1994. Con la firma del Acta de Quito en 1995 se aprueba el arancel externo común, se incorpora el tema social a la agenda andina y se amplía el régimen abierto para las inversiones extranjeras con la libertad del envío de las utilidades y de la composición accionaria por parte de las empresas extranjeras radicadas o por radicarse en el área andina. (Decisión 291).

Al firmarse el acuerdo Protocolo de Trujillo en 1996, el Grupo Andino se convierte en Comunidad Andina (CAN), se transforma el Sistema Andino de Integración y se crea la Secretaría General de la Comunidad. Con el Protocolo de Sucre de 1997, Perú anuncia su retiro temporal de la Comunidad, y se decide realizar negociaciones conjuntas como grupo en el ALCA y con MERCOSUR propiciándose las conversaciones para lograr un acuerdo de libre comercio, en la OMC, con la Unión Europea y con CARICOM. Luego de la firma del Acta de Guayaquil de 1997, se impulsa la coordinación de una política económica común a fin de promover un mercado común estimulando un programa para la libre circulación de personas y de capitales, retomándose a la vez la idea de una política exterior común.

A partir de 1997, la Comunidad Andina confronta los siguientes retos: desde el punto de vista interno, la formación plena del mercado común, la reincorporación de Perú, el acoplamiento de las políticas exteriores de los países miembros y la integración física de personas, y la integración fronteriza. A la vez, se le presenta un gran reto externo: el comportamiento común en la OMC así como en el ALCA y frente a la Unión Europea y MERCOSUR.

Al mismo tiempo, faltan completar medidas para la facilitación comercial, el desarrollo de una política convergente en relación a la competencia, salvaguarda, normas de origen, política agropecuaria, perfeccionamiento del arancel externo común, propiedad intelectual y servicios.

Durante el año de 1997, las exportaciones intraregionales crecieron en un 16,4% frente a un 4% de crecimiento de las exportaciones andinas al mundo, y en materia de dirección de esas exportaciones, las exportaciones intraregionales fueron del orden del 11.7%, aunque Colombia y Venezuela significaron, tomadas en su conjunto, el 77% de ese comercio intraregional.

Desde 1993, está operando una zona de libre comercio entre Bolivia, Colombia, Ecuador y Venezuela y se está llegando a un arancel externo común pleno desde 1995. Además, la Comunidad Andina posee unos instrumentos complementarios que regulan el mercado subregional, la nomenclatura andina, el régimen de origen, las normas técnicas, los regímenes sobre dumping y subsidios y el régimen sobre prácticas restrictivas a la libre competencia.

En materia agrícola, la Comunidad Andina cuenta con la Política Agrícola Común Andina (PACA), el Sistema Andino de Franjas de Precios, el Sistema Andino de Sanidad Agropecuaria y un Sistema de Indicadores de Apoyo al Sector Agropecuario, a fin de facilitar el proceso de armonización de políticas entre los miembros y frente a terceros. (23).

En materia de servicios, la Comunidad Andina aprobó la Decisión 439 que establece el marco general de principios y normas para la liberalización del comercio de servicios en el esquema de integración sub-regional, a fin de eliminar las restricciones a las transacciones de servicios en el seno de la Comunidad, la formación de un mercado común andino de servicios para el año 2005, la armonización de las políticas nacionales sectoriales comenzando por los servicios financieros y de telecomunicaciones, salvo los servicios prestados por el sector público, las compras gubernamentales y los servicios de transporte aéreo. (24)
Ahora bien, quedan algunas interrogantes sobre el desarrollo de la Comunidad Andina y los efectos de los mismos sobre la apertura económica y la liberalización de las economías de los países miembros. Por una parte, hay una incertidumbre sobre el futuro de la pertenencia de Perú en la Comunidad y la complementación de la Unión Aduanera. En segundo lugar, el comercio de exportación de los países miembros se ha visto afectado por el descenso de los precios de los productos básicos llegando a alcanzar en 1998, a un nivel mundial, un 13% menos que en 1997 en bienes no petroleros, de los cuales el 13% lo constituyen los bienes alimenticios, 17% las bebidas, 15% las materias primas agrícolas, 15% los metales, y el petróleo crudo, un 38% menos (aunque se reajustaron los precios en 1999).

Dentro de la Comunidad Andina, el café representa el 19,6% de las exportaciones de Colombia y el 5,9% de las exportaciones de Perú. El cobre, el 16,1% de las exportaciones de Perú; el petróleo, el 82,9% de las exportaciones de Venezuela, el 29,4% de las exportaciones de Ecuador y el 23,5% de las exportaciones de Colombia.. Los camarones representan el 16,7% de las exportaciones de Ecuador y el 5% de las exportaciones de Colombia, el oro representa el 9,5% de las exportaciones de Perú y el 8,7% de las exportaciones de Bolivia. Las semillas y derivados oleaginosas representan el 9,2% de las exportaciones de Bolivia y la harina de pescado y derivados, el 15,3% de las exportaciones Perú. El banano representa el 25,4% de las exportaciones de Ecuador (Cifras de 1997). (25).

Por su parte, el arancel externo común si bien tiene un máximo de 20% de acuerdo con el grado de agregación del producto, Perú y Bolivia no lo suscribieron. En segundo lugar, definir a la integración andina como un seguro para evitar cambios en la política macroeconómica y la liberalización de mercados internos no es una garantía absoluta para que se desarrolle a plenitud lo planteado. Por ejemplo, Venezuela no ha aprobado en su legislación interna la Decisión 344 referida a el régimen común de propiedad intelectual, no ha cumplido con la Decisión 328 referida a la materia de sanidad agropecuaria ( al restringir la importación de ajo de Perú y de café tostado de Colombia) y no ha hecho efectiva la decisión 399 del año de 1997 referida al transporte internacional de mercancías por carreteras. Venezuela tomó en mayo de 1999 una decisión unilateral de prohibir el libre tránsito por territorio venezolano del transporte pesado colombiano. ( La Secretaría General de la Comunidad Andina se pronunció a favor de Colombia en el mes de septiembre de 1999).

En síntesis, si bien existe una zona de libre comercio desde 1993 y un arancel externo común desde 1995, todavía falta mucho por hacer para que los países miembros de la Comunidad Andina puedan llegar efectivamente a un acuerdo común, evitar una desviación de los flujos comerciales, ampliar sus mercados y adecuarse a las disposiciones de la OMC.

En la continuación de este trabajo, abordaremos el tema de Colombia y Venezuela: su comercio exterior.

PhD en Ciencias Políticas. Profesor de la UCV.

NOTAS

Carlos A. Romero, La Descentralización Política en Venezuela y su Impacto en la Política Exterior. Caracas, UCV,1998.

En: James Rosenau, Demasiadas Cosas a la Vez. La Teoría de la Complejidad y los Asuntos Mundiales. Burbank, Rand Corporation, 1996.

Véase: Elsa Cardozo de Da Silva, Richard Hillman., De Una a Otra Gobernabilidad: el desbordamiento de la democracia venezolana. Caracas, Fondo Editorial Tropikos-Comisión de Estudios para Graduados, FACES-UCV, 1997.

En: Naciones Unidas-CEPAL, Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe. Santiago de Chile, CEPAL,1996.

Richard N. Cooper, Economic Policy in an Interdependent World. Cambridge, Mass, MIT Press,1985.

Dominick Salvatore, Economía Internacional. México, Prentice Hall Hispanoamericana, 1999. (sexta edición en español).

Elsa Cardozo, Op.cit.Carlos A. Romero, Op.cit.Carlos A. Romero, «Venezuela y Colombia: Convergencias y Divergencias en sus Políticas Exteriores. Caracas, Proyecto Bilateral Venezuela-Colombia. Centro por la Paz, UCV. Mimeo, 1999.

Ibidem.Véase: Eva Josko de Guerón., «Cambio y Continuidad en la Política Exterior de Venezuela. En: Carlos A. Romero (editor)., Reforma y Política Exterior de Venezuela. Caracas, Editorial Nueva Sociedad-INVESP, 1992.

Ibidem.Dominick Salvatore., Economía Internacional, capítulo 6, pp. 155-184.

Véase: Carlos A. Romero, La Descentralización Política en Venezuela y su Impacto en la Política Exterior……; Luis Jorge Garay, «Regionalismo Abierto e Integración en las Américas. A Propósito del Caso del Grupo Andino». En: Mónica Lanzeta (Coordinadora), Agenda a Largo Plazo de la Relación Colombo-Venezolana. Santafé de Bogotá, Tercer Mundo Editores, CAF, Cámara de Comercio e Integración Colombo-Venezolana, 1997, pp. 419-530.

En: Dominick Salvatore, Economía Internacional….., Cap. 9; W. Martin y Alan Winters, The Uruguay Round. Washington, D.C, The World Bank, 1995.

Naciones Unidas-CEPAL, Panorama de la Inserción Internacional de América Latina y el Caribe. Santiago de Chile, Naciones Unidas, 1999. Primera parte: Economía Internacional, pp. 27-52.

Paul.R.Krugman, Is Free Trade Passé?. Journal of Economic Perspectives, Autumn, 1997, pp. 131-144; R. Dornbusch, «The Case for Liberalization in Developing Countries». Journal of Economic Perspectives, Winter, 1992, pp. 69-85.

World Trade Organization, WTO, Participation of Developing Countries in World Trade: Overview of Major Trends and Underlying Factors. Geneva, WTO Document: WT/COMTD/W/15. August 1996. WTO, World Trade Growth Slower in 1998 After Usually Strong Growth in 1997. Geneva, WTO Document. April 1999; Naciones Unidas-CEPAL, Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe, 1998. Santiago de Chile, Naciones Unidas, 1999.

Naciones Unidas-CEPAL, Panorama de la Inserción….En: Luis Jorge Garay, Op.cit.Comunidad Andina, Secretaría General, 28 Años de Integración Andina. Un Recuento Histórico. Lima, Comunidad Andina, 1997.

Véase: Héctor Maldonado Lira, Treinta Años de Integración Andina. Balance y Perspectivas. Lima, Comunidad Andina, 1999.

Ibib. Cap. IV, pp. 175-2001.

En: Comunidad Andina, Secretaría General, 28 Años de Integración….Véase: WTO, Participation….CUADRO NÚMERO 1.

COLOMBIA Y VENEZUELA EN EL COMERCIO MUNDIAL.

(EN BILLONES DE DÓLARES AMERICANOS Y PORCENTAJES). (1995)TOTAL DE LAS EXPORTACIONES DE BIENES MUNDIALES: 4.890.

TOTAL DE LAS EXPORTACIONES DE A. LATINA Y EL CARIBE: 304.

TOTAL DE LAS EXPORT. DE COLOMBIA AL MUNDO: 10.5.

TOTAL DE LAS EXPORT. DE VENEZUELA AL MUNDO: 18.8.

TOTAL DE LAS EXPORT. DE LA CAN AL MUNDO: 37.9
PARTICIPACIÓN DE 2/1: 6,2%.

PARTICIPACIÓN DE 3/1: O,2%.

PARTICIPACIÓN DE 4/1: 0,4%.

PARTICIPACIÓN DE 3/2: 3,4%.

PARTICIPACIÓN DE 4/2: 6%.

PARTICIPACIÓN DE 3/5: 27,7%.

PARTICIPACIÓN DE 4/5: 49,6%.

PARTICIPACIÓN DE 3+4/5: 77,3%.

Fuente: Banco Mundial.

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