Opinión Nacional

Contradicciones

Indudablemente, la globalización ha erosionado el legítimo monopolio del poder del Estado-nación sobre las actividades sociales y económicas nacionales así como sus relaciones con el sistema internacional. La interdependencia de las naciones producida por el continuo incremento de las actividades financieras y económicas internacionales, desafía la capacidad del Estado para implementar soberanamente políticas fiscales y cambiarias. Muchos gobiernos han endorsado voluntariamente el neoliberalismo y abdicado a su derecho de incrementar impuestos y controlar el capital, desmantelando progresivamente el Estado de acuerdo al paradigma neoclásico que imponen de manera absolutista el FMI y Banco Mundial. De acuerdo a Wolfgang H. Reinicke (1998), la globalización integra los mercados y fragmenta la política, y el Estado-nación, como un actor soberano del sistema internacional, «será una cuestión del pasado.»

Paradójicamente, el modelo capitalista siempre ha recurrido a la intervención del Estado para garantizar su continuo desarrollo. Marx (1848) decía que «el ejecutivo del estado moderno, no es sino un comité para el manejo de los asuntos comunes de toda la burguesía.» Asimismo, Adam Smith señala en “La Riqueza de las Naciones” (1776) que el Estado tiene “la tarea de erguir y mantener ciertas tareas publicas y ciertas instituciones publicas las cuales no pueden estar nunca destinadas al interés de cualquier individuo, o pequeño grupo de individuos…” Garth Mullins (1996) argumenta que el Estado es necesario para ayudar a reproducir la fuerza laboral y proveer la infraestructura necesaria para la acumulación de capital.

No obstante, cuando el Estado no se condiciona al interés del poder económico establecido surgen profundas contradicciones.

La situación actual de Venezuela presenta una confrontación histórica entre el interés del Estado en diversificar la economía e impulsar una nueva clase capitalista, humana y solidaria, que incorpore a la población marginada del proceso productivo al desarrollo del país, y el poder económico establecido que se resiste a ser desplazado de la teta del «petro-estado.»

A diferencia de lo relativamente fácil que fue el desplazamiento de la clase política tradicional debido al desprestigio que ésta había acumulado durante años, la promulgación de las nuevas leyes que conforman la Ley Habilitante tocó los intereses del poder económico provocando una resistencia mucho mas fuerte. Esto en parte demuestra que la vieja política no era mas que una pantalla tras el verdadero «poder» que había permanecido intocable desde la presidencia de Cipriano Castro, y que tuvo su máximo esplendor cuando impuso de manera grotesca e inmoral la confiscación de los derechos de antigüedad de los trabajadores con la complacencia de su brazo político, la CTV-AD, y bajo el manto protector del gobierno de Caldera-Alfaro.

El proceso de reestructuración de la principal industria del país que persigue la nueva junta directiva de PDVSA viene a continuar el urgente e impostergable proceso de cambios que el pueblo le dio como mandato al Presidente de Venezuela. El cumplimiento riguroso de la constitución, o la «radicalización del proceso» como también se le conoce, le ha proporcionado al SENIAT instrumentos efectivos para combatir la evasión de impuestos y las mafias aduaneras; ha hecho posible el otorgamiento de títulos de propiedad a las familias de bajos recursos que ocupaban informalmente sus viviendas; ha ofrecido un sólido respaldo al surgimiento de nuevos medios de comunicación populares en radio, televisión, prensa e internet; y viene impulsando las inversiones extranjeras en el sector productivo que permitirá reactivar el empleo y catapultar el crecimiento económico.

Evidentemente, que esto no ha sido tolerado por la clase económica que verá mermar sus obscenas ganancias y compartir la riqueza con el resto de la población. A través de su brazo político, ha llamado a un «paro» con argumentos banales y contradictorios que presentan un Estado «autoritario», defensor del «terrorismo» y la «guerrilla» colombiana, y que intenta «cubanizar» al país conculcando la «libertad de expresión», violando la «meritocracia» y «despilfarrando» sus recursos en la compra de un avión presidencial. Toda una gama de retórica politiquera dirigida a la creación de una matriz de opinión dentro y fuera de Venezuela que facilite el derrocamiento de Chávez, y así volver al Estado neocorporativista que mantenga marginado al resto del país.

Una de las razones que explica el porqué América Latina no se desarrolló al mismo paso de Estados Unidos y Canadá, estriba en que España resolvió las contradicciones que surgirían contra su poder económico feudal expulsando a la incipiente clase capitalista de Moros y Judíos, quienes muy bien pudieron haber llegado al sur del continente Americano e impulsar un proceso de desarrollo similar al de los países del norte. Hoy, la clase económica de Venezuela también pretende fulminar cualquier intento de incorporar una nueva clase empresarial que de al traste con el pseudo-capitalismo y enrumbe el desarrollo del país.

Si bien es cierto que el Estado-nación ha visto reducir su capacidad de actuar en el escenario económico, todavía se mantiene como la fuente suprema de legitimidad donde el pueblo soberana y democráticamente delega la autoridad.

Referencias:

Mullins, G. (Sep. 1996) International Capitalism and the Welfare State: The Social Consequences of Corporate Globalization. London School of Economics and Political Science. http://democracy-street.tao.ca/global/thesis.html (15 Dec. 2001)

Reinicke, W. H. (1998) “Global Public Policy” in Is Global Capitalism Working? Foreign Afairs Reader: 43-54

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