Opinión Nacional

Culto a la Muerte

Con motivo de un artículo aparecido recientemente en “El Universal”, bajo el lema: “Morir por la Patria es Vivir”, me permito recordar algunos antecedentes contemporáneos de dicha consigna. En la Italia fascista, lo más “glorioso” que le podía ocurrir a un joven italiano era morir por el “Duce”, por “Italia” y por la “Causa” del fascismo. En la Alemania nazi, igual (“glorioso”) destino le aguardaba a las juventudes hitlerianas, morir por el “Führer”, por “Alemania”, por la “Causa” del nazismo. Ni que hablar de las juventudes comunistas de la desaparecida URSS, morir por “Stalin” (“Padre de los Pueblos”), por la “Patria”, por la “Causa” del socialismo y del comunismo. Así podemos revisar toda la historia (planetaria) del siglo XX, a los diferentes “Líderes”, “Patrias” y “Causas”. Las consignas (y el culto a la muerte) parecen estarse poniendo de moda en la Venezuela actual, luego de la muy comentada visita del Patriarca Otoñal cubano, a su Alter Ego criollo, y el pase de relevo de la “Antorcha Revolucionaria”. Gritemos todos a una (como en Fuente Ovejuna): ¡Patria o Muerte, Venceremos! Es decir: ¡Viva “Venceremos”, Viva la “Patria”, Viva la “Muerte”! >> …

Así terminaba el texto citado. Han pasado 6 años, 03 meses, y 26 días, de dicho escrito –(Ver nota 1)–, y se cuentan por miles, en la Venezuela castro-chavista, las víctimas mortales del hampa común, y del hamponato político gobernante, que coinciden en una alianza diabólica, con el fin de aterrorizar al habitante común, sin distinguir edad, sexo, posición social, ideológica, o religiosa. Basta “leer” adecuadamente, los últimos y terribles acontecimientos criminales, y observar la complicidad entre miembros de los cuerpos de seguridad y malhechores, para llegar a una conclusión sobre la naturaleza demoníaca, de las fuerzas antisociales y antihumanas que conspiran contra nuestras vidas y propiedades; en el pasado reciente, éramos individuos pertenecientes a una comunidad nacional, que se consideraba pasablemente civilizada, si balanceamos objetivamente sus vicios y sus virtudes.

Precisamente, la falta de una autocrítica seria, razonable, y luminosa, por parte de la dirigencia política y social, del régimen instaurado a partir del 23 de enero de 1958, permitió que en la elecciones de 1998, alcanzara el poder, el líder (y el grupo) más negativo, resentido, y antinacional pro-cubano, de la historia contemporánea de Venezuela.

Su discurso es fundamentalmente guerrerista, y la guerra por definición es: muerte, mutilación, y destrucción. Aceptado el axioma que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”, la propuesta inversa es perfectamente válida: “la política es la continuación de la guerra por otros medios”. Por tanto, no hay “adversarios políticos” si no “enemigos políticos”, a los cuales hay que derrotar, aplastar, perseguir, y destruir.

Leemos en la Wikipedia (Internet): …»En la mitología griega, Tánatos (…) era la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. La muerte violenta era el dominio de sus hermanas amantes de la sangre, las Keres, asiduas al campo de batalla»…Así podemos decir que estas siniestras diosas, moran en Miraflores, en los ministerios, en la fiscalía, en los tribunales, en las gobernaciones, alcaldías; en las milicias, reservas, fuerzas de seguridad, y en los grupos violentos, del gobierno castro-chavista.

Sigue diciendo la fuente citada, sobre Tánatos: …»Era una criatura de una oscuridad escalofriante. Homero y Hesíodo le hacían hijo de Nix, la noche, y gemelo de Hipnos, insinuando que ambos hermanos discutían cada noche quien se llevaría a cada hombre. Desempeña un papel pequeño en los mitos, pues se quedó muy a la sombra de Hades, el señor de los muertos»…

No es difícil imaginarse al señor de los muertos (Hades o Castro), presidir en espíritu, y través de sus isleños “asesores”, las reuniones nocturnas de Palacio, donde nuestros criollísimos mandantes, cuasi gemelos (Tánatos e Hipnos), planifican con sus hermanas, sedientas de sangre (las Keres), y demás cómplices gubernativos, a cual hombre venezolano, o mujer, o adolescente, o niño, le tocará como destino el martirio “revolucionario”; bien sea acusado, como “enemigo” de la Patria, conspirador, terrorista, agente de la CIA; o bien sea secuestrado, o “ajusticiado” por un hampón político, armado por la “autoridad”; o también, por un hampón común, beneficiado por la impunidad reinante: ambas caras de una misma manera de “gobernar”

«La impunidad de los delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia: al fin llega el caso en que el castigo no basta para reprimirlos» (Simón Bolívar, Pativilca, 15 de enero de 1824)

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