Opinión Nacional

De culpas y responsabilidades

Siempre es más fácil echarle la culpa a los demás que tratar de ver el error propio. Nos pesa menos el asunto si compramos las bolas echadas a rodar por los de los laboratorios de la infamia apostados en los sótanos del poder nacional o tal vez en segundas oficinas de la vieja política. Esas bolas dejan caer que Henrique se nos vendió, que a la hora de las chiquiticas nos traicionó. Que hubo una negociación multibillonaria en la que la voluntad de una mayoría fue aplastada. Otras versiones refieren que a Henrique le amenazaron con secuestrar a su familia, llevársela para la selva y dejarla morir comida por los bachacos.

Si el asunto no fuera tan serio, yo me angustiaría ante la posibilidad de un líder enclenque. Pero eso es no tener ni idea de quién es Henrique Capriles, quiénes son su papá y su mamá y de qué madera están talladas sus almas. Comprar a precio de gallina flaca los infundios que se esparcen como virus es carecer del más mínimo conocimiento sobre lo que Henrique pasó mientras estuvo preso, tiempo en el cual vaya si le pusieron tentaciones ante las que jamás cedió.

Henrique no perdió. Él estuvo a la altura del compromiso. Yo me pregunto si acaso no fuimos nosotros quienes no supimos dar la talla. Seguramente es cierto que en algunas mesas la votación por Capriles fue escasa o casi inexistente. Allí hay que preguntarse por qué nuestro mensaje de cambio y progreso no caló. Creo que hay una parte de los venezolanos a la que no hemos sido capaces de conquistar y que ha sido presa fácil del espejismo que vende este régimen. Pero también me pregunto si todas las personas que trabajaron en los centros cumplieron con su deber. Nuestro compromiso no admite incumplimientos.

Cada centro estuvo a cargo de una organización. Al aceptar la tarea, se responsabilizó por coordinar el centro, instalar las mesas, disponer de testigos principales y suplentes presentes y activos en todo momento, generar la logística de movilización, alimentación y servicios, conseguir las actas y entregarlas aguas arriba, estar en la auditoría. Los centros fueron distribuidos entre partidos y organizaciones civiles de la coalición unitaria. Así que más que hablar de culpas, hablemos de responsabilidades. Darnos por vencidos no puede estar en la agenda de quienes estamos comprometidos con el progreso.

 

 

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