Opinión Nacional

¿Democracia participativa o representativa?

A un año y medio de gobierno de la V República, sigo sin entender ¿Quién es el Soberano?: En un primer momento pensé que el Soberano eramos todos, es decir, la sociedad pluralista; en las elecciones para la Asamblea Constituyente y en el transcurrir de cada campaña electoral, comprendí que no todos eramos Soberanos, la minoría que disiente de la actual administración por la forma y el fondo en cómo se está manejando al Estado no son considerados Soberanos, se dividió a la sociedad entre los que estaban con la revolución y los que no estaban con la misma, división que, a su vez, se ha caracterizado por ser social, ello junto a la crisis económica y a la descomposición social que se vive en los actuales momentos, pudiesen desencadenar graves costos para el país.

Sin embargo, una vez instalados los poderes relegitimados con estas últimas elecciones, me sigo preguntando: ¿Quién es el Soberano?, refllexión que me hago a la hora de observar la polémica que ha surgido en la escogencia del método para elegir quienes conformarán al Poder Ciudadano, aspecto muy claramente establecido en el nuevo marco constitucional; las declaraciones de los representantes de la V República y del Ejecutivo en torno al tema, hicieron que sobresaltara en mí una duda, ya que sí hablamos de Democracia Participativa, estariamos refiriendonos en palabras de Bobbio Noberto: … individuo participa en primera persona en las deliberaciones que le atañen , es necesario, aclara Bobbio, que entre los individuos deliberantes y la deliberación que lo involucra no haya ningún intermediario, sí partimos de la premisa de Bobbio, Soberanos somos todos, Soberano es la Sociedad, la Sociedad Decide; pero analizando los últimos acontecimientos, el gobierno de los cambios profundos y revolucionarios lo que nos planteó en relación al método de escogencia del Poder Ciudadano, no fue la tesis de la Democracia Participativa, sino la tesis de la Democracia Representativa, en este sentido: Soberano son nuestros representantes elegidos para que tomen decisiones que involucran al colectivo.

La concepción de democracia que ha querido establecer el Régimen se deriva del pensamiento socialista, contraria a la idea de democracia representativa, tesis que se ha introducido en la nueva Constitución: la revocación del mandato por parte de los electores y la representación de los intereses, también llamada representación orgánica; en este sentido, ¿Porqué hablar de democracia representativa a la hora de escoger quienes integrarán al Poder Ciudadano?, ¿Porqué impera la opinión de que la democracia representativa es en este caso más “saludable” que la participativa?, ¿A quien favorece?.

Para Bobbio Noberto ninguna de las dos propuestas que introduce el pensamiento socialista, transforma la democracia representativa en democracia directa. Bobbio plantea que un sistema democrático caracterizado por representantes revocables es –en cuanto presupone representantes- una forma de democracia representativa, pero por cuanto estos son revocables se acerca a la democracia directa.

No cabe duda que el Régimen desea utilizar ambas tesis, emplearlas de manera integral resulta positivo, siempre y cuando se adapten a las diversas situaciones y a las diferentes necesidades de la Sociedad, y no para el grupo que se encuentra en el poder, cambiando las reglas de juego dependiendo de sus intereses y/o conveniencias; sin embargo, como estamos en un proceso revolucionario, no debemos dejar de obviar que las revoluciones no se hacen aplicando las reglas de juego democrático.

Pero, sí de revoluciones hablamos, no debemos descartar la tesis que el revolucionario es el ciudadano total desde el punto de vista del pueblo y, por ende, la otra cara de la misma moneda es el Estado total desde el punto de vista del príncipe, donde todo es política, la politización integral del hombre, la eliminación completa de la esfera privada en la esfera pública.

Paralelamente a ello, creo entender que hay una sociedad civil que demanda mayor participación en el escenario público, pero no como parte de ese espacio público como lo está percibiendo el gobierno; la V República pareciera perseguir la politización de la sociedad civil, al enfatizar la tesis del ciudadano total, con el agravante de ser una sociedad civil proclive a satisfacer ciertos intereses políticos, desvirtuando la esencia de sus funciones en el ámbito público, y si a ello se le suma la definición de sociedad civil elaborada por el Tribunal Supremo de Justicia, con lo cual se limita su capacidad de actuación al ser descartadas aquellas que reciben fondos de la Comunidad Internacional, entonces, no podriamos hablar de una verdadera democracia participativa o una verdadera democratización de la sociedad, ya que el espacio en el que el ciudadano puede ejercer su poder como elector estaría mediatizado –soberano nominal-.

Para la V República, la democracia, a su vez, es visualizada desde la óptica de los antiguos y no de los modernos, en un artículo anterior explicaba que la finalidad para los antiguos era el reparto del poder social entre todos los ciudadanos de una misma patria, lo que ellos llamaban libertad, la cual se componía de la participación activa y constante en el poder colectivo, mientras que la libertad de los modernos, ha de componerse del goce tranquilo de la independencia privada, las garantías concedidas por las instituciones a estos goces; para los modernos a diferencia de los antiguos, la democracia se basa en el pluralismo, por ende, es necesario el disenso; en este sentido, observando la tendencia del Régimen, me pregunto: ¿Qué es lo que busca el gobierno de los cambios profundos y revolucionarios: Un Estado fuerte sin una sociedad plurallista o, en palabras de Bobbio una sociedad democrática que no sea pluralista tal como lo tenía en mente Rousseau?.

Estamos de acuerdo con el gobierno cuando se refiere que basta el consenso de la mayoría, pero el disenso de las minorías es vital para la sobrevivencia de la democracia; parafraseando a Bobbio de su libro El Futuro de la Democracia: “…solamente allí donde el disenso es libre de manifestarse, el consenso es real y que, solamente allí donde el consenso es real, el sistema puede llamarse justamente democrático”.

Sin embargo, el disenso no es entendido para un gobierno que piensa que la sociedad es monocrática, para un gobierno donde no pueden existir otros centros de poder más que el Estado, de ahí a desconocer a la sociedad civil pese a la importancia de establecer en el país una democracia participativa, conceptos nada contradictorios sí partimos de la premisa de los antiguos; sin embargo, sin una sociedad pluralista, como muy bien lo señala Bobbio es difícil lograr una mayor distribución del poder y, por ende, no podriamos hablar de una democratización de la sociedad civil, la cual amplía e integra a la democracia política.

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