Opinión Nacional

Desfile clarificador

Al mando de un General que, a juzgar por su volumen físico quizás no hubiese aprobado fácilmente las pruebas físicas que el Presidente (%=Link(«/bitblioteca/hchavez/»,»Chávez»)%) le expuso públicamente al pueblo bolivariano hace pocos días, a lo largo de cuatro apabullantes horas se presentó al país un extraordinariamente largo desfile militar con un fuerte mensaje sociopolítico.

Chávez no pudo evitar la tentación de enfundarse una vez más el uniforme militar de gala de Teniente Coronel mientras los locutores del desfile nos envolvían en descripciones que nunca habían sido tan recargadas de adjetivos patrioteros con esa retumbante prosa militar que suena muy bien y muy emocionante en una proclama de unos minutos, pero que empalaga e indigesta entre locutores que competían a ver quién era más rimbombante y heroico.

Hermoso espectáculo aéreo para comenzar, y un extenso despliegue de carrozas y gandolas para demostrar lo bonito, moderno y eficaz que es el Programa Bolívar 2000 y otras iniciativas de ayuda militar al pueblo abandonado por las cúpulas podridas -que no por culpables han dejado de seguir peligrosamente activas, según el mismo Chávez insiste en recordarnos con inusitada frecuencia- indios bolivarianos y semidesnudos y emplumados para acentuar su originalidad aborigen y, demás está decirlo, conclusión al trote con las unidades que corren y cantan al ritmo de su paso.

Vaya usted a saber por qué este año decidieron realizar el desfile por la tarde y organizarlo tan largo que terminó ya avanzada la hora de las telenovelas; desfile que comenzó con una proclama clásica de Chávez, y terminó con otra en la cual insistió en la unidad de la Fuerza Armada Nacional, tema sin duda necesario ante la impresionante ola de rumores justamente sobre la presunta incomodidad y división militar.

Desfile con un mensaje claro del tema de lo militar como base de la programación social, un desfile que por supuesto la clase media no vió dedicada a otras actividades de día festivo, pero que cuando uno profundiza en su simbología es como para preocuparse seriamente.

Desfile que parecería mostrar que quienes están especulando con una acción militar que nos quite de encima a Chávez sólo están soñando mariposas, y que la Fuerza Armada seguirá en lo suyo, cumpliendo órdenes y saludando disciplinadamente al Presidente esté o no uniformado.

Lo que la televisión transmitió fué un evento netamente militar, sin duda bien organizado, donde lo civil no se veia en la marea de uniformes -excepción hecha de la señora Chávez- en la tribuna principal, y una mas bien escuálida presencia del pueblo soberano en tribunas patrióticamente decoradas.

Debería recordar esa etérea y siempre incógnita sociedad civil que por encima de los rumores, confidencias, quejas, críticas y escándalo, los militares venezolanos tardaron alrededor de treinta años en animarse a dar un golpe de estado. No son precisamente animados a la ejecución golpista nuestros militares, y no parecen haber razones especiales para que vayan a cambiar de actitud ahora.

Que Chávez no sepa gobernar y entre discursos pomposos y cadenas agotadoras esté acelerando el desastre socioeconómico del país, no significa que corra el menor riesgo de que lo derriben.

Al menos por ahora, y con estas Fuerzas Armadas. Perdón, con esta Fuerza Armada.

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