Opinión Nacional

Diálogo y transición

El gobierno del difundo recibió y despilfarró muchísimo dinero, sin mejorar el nivel ni la calidad de vida del venezolano. Sin embargo, gobernó 14 años triunfando en sucesivas elecciones. Tan buena suerte se le atribuye a su carisma y a su energía inagotable. Hoy no es presidente porque lo sorprendió la muerte. En todo caso, muerto él su peculiar modelo de gobierno resulta insostenible. Nos arriesgamos a afirmar que así lo considera la mayoría de los venezolanos.

La sorpresa ha sido grande al darse cuenta la gente de que no existe disposición a rectificar ni propósito de enmienda. El modelo de gobierno intolerante y represivo va a mantenerse. Es más, va a radicalizarse como Maduro anuncia una y otra vez.

Me cuento entre quienes se ilusionaron ante la posibilidad de una apertura política, de una transición pacífica hacia la democracia pluralista. Algo parecido a lo que se logró en España a la muerte de Franco, y en Chile después de la derrota de Pinochet en el plesbicito convocado para perpetuarse en el poder. También en Venezuela, con la política de pacificación que le tendió un puente de plata a los comprometidos en la guerrilla fidelista, después de ser derrotados, para que se reintegraran a la lucha democrática pacífica.

Maduro desestima la salida pacífica. Para él “diálogo”, “apertura” y “transición” son malas palabras. A la oposición le ofrece plomo y cárcel. La Asamblea Nacional se ha transformado en un cuartel donde un ex-militar ensoberbecido dispara todo el tiempo cañonazos verbales, y se pisotea la Constitución impunemente como acaba de suceder con la aprobación de una ley habilitante improcedente.

Resulta conmovedor contemplar a estos autoproclamados “revolucionarios” moviéndose con arrogancia en los espacios del anacronismo. Es anacronismo de la peor especie aferrarse a un modelo político “stalinismo-fidelismo” históricamente fracasado. Ahora les ha dado por desempolvar el lenguaje de la Guerra Federal, aplicándoselo a los ricos de Venezuela con olvido de los “boliburgueses”. ¿Quiénes son en la actualidad los “oligarcas” en Venezuela? Averígüenlo.

Escuchando este lenguaje obsoleto y periclitado (Rómulo dixit) he recordado a aquel temible guerrillero de la Guerra Federal, Martín Espinoza alias “El Agachao”. Cuando se le preguntó por qué luchaba contestó “estamos marchando hacia Caracas para matar a todos los ricos, a todos los blancos y a todos los que sepan leer y escribir”. ¿Habría sido posible dialogar con “El Agachao”?

 

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