Opinión Nacional

Discúlpeme Presidente, pero alguien tiene que decírselo

Sé que tiene mucho miedo.

 Y pido a Dios que le ayude a vencerlo y a aceptar de la mejor manera sus circunstancias. Las cosas tienen su límite. El 2 de febrero de 1999 en el discurso de toma de posesión, Usted dijo “como yo ya he pasado por tantas cosas, no soy disuadible, no le tengo miedo sino a Dios, porque ni a la muerte, lo repito, creo que la muerte no existe, es una mentira como era la mentira del «Silbón de la sabana» o de «la sayona» que salía por la esquina del Caño de Raya en el Río Boconó, eso no existe”… 

No me lleves todavía. Este viernes Santo, entre sollozos y con el miedo reflejado en su rostro, Usted imploró más vida “No me lleves todavía, dame tu cruz, dame tu sangre Cristo. Dame vida aunque sea vida flamante, vida dolorosa, no me importa. Dame tu corona Cristo, dámela que yo sangro. Dame tu cruz, 100 cruces, que yo las llevo, pero dame mas vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo”…

El tiempo pasa. Han habido cosas que se han debido hacer y que Usted mencionó en su discurso de toma de posesión “el gobierno que yo empiezo a dirigir hoy es un gobierno serio que respetará los acuerdos que se firmen y las inversiones internacionales que vengan aquí de cualquier parte del mundo, especialmente dirigidas al sector productivo, que genere empleo, valor agregado a la producción, tecnología propia para impulsar el desarrollo del país. No podemos seguir dependiendo únicamente de esa variable exógena que es el precio del barril de petróleo, que se vino abajo como todos sabemos, y todas las perspectivas indican que va a seguir allí entre 8 y 9, si acaso tocando algún día 10 durante a lo mejor, no un año, sino dos o tres años”… 

Mirando siempre por el retrovisor.

 Dijo en ese discurso que  para resolver el problema de Venezuela, Usted, al igual que el dios Jano, tendría una cara hacia el pasado y otra cara hacia el futuro y señaló “Aquella crisis moral de los años setenta fue la gran crisis y esa es la crisis más profunda que todavía tenemos, ese es el cáncer más terrible que todavía tenemos allí presente en todo el cuerpo de la República, esa es la raíz de todas las crisis y de toda esta gran catástrofe, mientras no curemos ese mal seguiremos hundiéndonos en la catástrofe, aunque el petróleo llegue de nuevo ¡ojalá que no! a 40 dólares el barril, no lo queremos, no queremos que llegue a 40 dólares el barril, pero aunque llegara y aunque lloviesen petrodólares y mucho dinero, igual sería como un alivio momentáneo, pero igual nos seguiríamos hundiendo un poco más allá, en un pantano ético y moral.
Esa crisis no hubo capacidad para resolverla, la más mínima capacidad ni la más mínima voluntad para resolverla y siguió galopando como un pequeño cáncer que no es extirpado a tiempo”…

Una histórica misión.
La tenía. Y se percibe que Usted no la cumplió. No extirpó aquel cáncer. Los problemas continuaron y se agravaron a raíz del otro cáncer. Lo sensato sería su retiro en procura de descanso y sanación, pero los “vivarachos” que se aprovechan de sus circunstancias y de su ego, quieren otra cosa: exprimirle hasta su último signo vital…

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