Opinión Nacional

El 24N, una nueva etapa

Hugo Chávez, virtual derrotado en las próximas elecciones del 23 de Noviembre (23N), está actuando en medio del mayor desespero mostrado en estos diez años de desgobierno y de despelote nacional que ha llevado al país a la ruina integral. Insulta a unos y a otros. No es nuevo. Es usual, es normal en el personaje. Es la rutina del derrotado y aislado.

El oficialismo perderá en la mayoría de las entidades nacionales, Gobernaciones, Alcaldías. Simplemente porque a pesar de su inyección diaria de recursos para ganar votos, vulgar compra de conciencia. Ineficiencia, corrupción, inseguridad, frente a esto de nada valen los discursos y las cadenas, menos los satélites enviados al espacio con los chinos, tampoco el anuncio de meses de aguinaldo y bonificaciones para los empleados públicos. Nada de eso detendrá la derrota anunciada. El bolsillo y la vida cuestan mucho. Los venezolanos lo saben y ahora más que nunca.

La derrota es inminente, segura. Nada que hacer. Los oficialistas, situacionales y herramientas del régimen hacen todo por salvar el proceso, pero no es posible. La pregunta que nos planteamos los demócratas es lo que harán después del 23N, es decir, el 24N.

La respuesta parece sencilla, pero el planteamiento es complejo. ¿Podrá el teniente coronel fortalecer sus políticas de amedrentamiento y de persecución para imponer desesperadamente su proyecto, el disparatado socialismo del Siglo XXI, que ni siquiera cuenta hoy con respaldo de comunistas ni izquierdistas, sino de beneficiarios y oportunistas? ¿Habrá reacción de la comunidad internacional esta vez, ante un Estado empobrecido y arruinado socialmente?

Sin duda, repito, el país será menos rojo, mucho menos rojo que antes. El gobierno central perderá todo y se encontrará contra la pared. No podrá gobernar con una oposición mayoritaria, con estados y alcaldías importantes, en Caracas y en el interior. El proyecto se cae y a pedazos; y, más grave, aceleradamente.

Ante todo ello, sin duda, el teniente coronel responderá con violencia verbal, con más persecución e intimidación, con la reducción de recursos y de capacidades a las autoridades democráticas, con un mayor centralismo. Ningún jefe de Estado había tenido la osadía de plantear la desintegración nacional, al anunciar una lucha a muerte contra los que ha bautizado casi expresamente, secesionistas del Zulia. Una amenaza que se extenderá a los Estados andinos, a los centrales, al oriente. Es grave, muy grave lanzar amenazas de esta envergadura.

En todo caso, las cartas están echadas para el teniente coronel. No lo acompañan los precios del petróleo, menos la crisis internacional. El país no podrá responder a las necesidades de los venezolanos. Ya acabó con la planta industrial, con el sector privado, con la banca. Ha creado terror. Ahora, las consecuencias. Crisis absoluta y mayor desprestigio, inseguridad y lo más grave para el régimen y para los venezolanos que queremos vivir en paz, inestabilidad.

Ojalá prive la razón y los oficialistas, pese al verbo del “líder”, acepten la derrota y busquen la convivencia pacífica y tranquila, en bien de todos los sectores del país que están agotados por el enfrentamiento creado estos largos años por un grupo hoy minoritario y arbitrario. Pero es pedir demasiado. El 24N puede ser el inicio de una nueva época, para bien o para mal.

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