Opinión Nacional

El caballo del Escudo Nacional y la involución del Gobierno

En una de sus pocas apariciones públicas de 2012, durante el desfile por la Batalla de Carabobo, el Presidente de la República llamó “cadetes y cadetas”, “soldados y soldadas” a los participantes, en su afán retórico para enfatizar el igualitarismo que en teoría la revolución bolivariana persigue,  pero maltratador no solo de la sensibilidad de quienes luchamos por una democracia genuina sino también de nuestro idioma. Desagradan redundancias de número e idiomáticas reivindicaciones de género, innecesarias en español. Pura farsa. Sí queremos igualdad, equidad y  justicia social, pero en la práctica la revolución de Chávez las contradice con dádivas efectistas y demagógicas de Misiones otorgadas con fines electoreros y propósito excluyente.

En el plano jurídico también las leyes promulgadas por el extemporáneo poder  habilitante que dio a Chávez la extinta Asamblea Nacional de 2010 consagran la exclusión de los venezolanos que no se acojan al “socialismo del siglo XXI”. Esta farsa de buen decir, de buen gobierno, es también farsa simbólica, que revela la siniestra estrategia de regresión del régimen; como ejemplo,  el escudo nacional. Una vez más en cadena nacional aparece la imagen en su nueva versión de 2006, emblema heráldico que, junto con la bandera y el himno, forma parte de los símbolos de la nacionalidad venezolana.

Un emblema era una imagen enigmática provista de una frase que ayudaba a descifrar un oculto sentido moral que se recogía más abajo en verso o prosa. ¿Qué significado buscar, entre las imágenes o símbolos del escudo, dividido en tres cuarteles con los colores de la bandera, amarillo en la parte superior izquierda, rojo en la parte superior derecha, la del caballo blanco sobre el cuartel azul, en la parte inferior, con la frase escrita sobre la cinta tricolor, “República Bolivariana de Venezuela”? Anacronismo, en primer lugar, llamar esta patria “Bolivariana” cuando ninguno de los ideales que movieron al prócer epónimo están presentes hoy.

En segundo lugar, el cambio en el escudo, según parece para complacer a la hija menor del Presidente, no implicó ningún avance. Al revisar la evolución de la figura del caballo, aparece por primera vez en el escudo de armas del “Estado de Venezuela” en 1836, galopante e indómito atravesando un campo verde, súbitamente girando su cabeza hacia la izquierda del espectador. Parece, alerta, llamar la atención. Así se mantuvo hasta 1864, cuando en el escudo de los “Estados Unidos de Venezuela” es reformado. De 1864 hasta 1954, galopa sobre una franja verde hacia la derecha de quien lo mira y sin voltear la cabeza: dirección progresiva. Desde 1954, hasta 2006, desaparecida la franja verde que simbolizaba el suelo patrio, el caballo del escudo de la “República de Venezuela” galopa hacia la derecha del espectador, con un giro súbito de su cabeza hacia la izquierda. Atento y a la escucha. A partir de 2006, en la “República Bolivariana de Venezuela” es cambiado por primera vez el sentido, de derecha a izquierda, del galope veloz del caballo, casi flotante sobre el azul, con sus crines y su cola al viento y con la cabeza en la misma dirección de su marcha. Este vuelco hacia la izquierda del espectador no simboliza la opción progresista que auguró la instauración del régimen “Bolivariano”. Al contrario. En la cultura de Occidente, la dirección progresiva, en escritura, va de izquierda a derecha, como la aparición cotidiana del sol, para denotar un proceso creciente de plenitud. Si interpretamos así la imagen actual del caballo en el escudo modificado, podemos concluir que indica retroceso, regresión, involución. Tal es el balance del gobierno de Chávez. Hoy, agravado por el involutivo manejo del lenguaje y de la realidad,  al imponernos sus acólitos a los venezolanos  un manejo caprichoso y tergiversado del lenguaje y de las prescripciones de la Constitución frente a la ausencia total de Chávez y subsiguiente vacío de poder. Al imponer su fantasmal presencia obvian la vacancia absoluta del cargo si no se presenta a su juramentación como nuevo presidente para el lapso 2013-2019 y usurpan el poder manu militari mediante un gobierno de facto. Aunque no queramos llamarlo por su nombre.

 

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