Opinión Nacional

El chavismo sin chavistas

En esa manía de analizar, pensar, repensar que tenemos algunos, me encontré abordando de pronto en mi mente cierta parcela dialéctica que tiene que ver con el asunto político nacional; más concretamente con la situación del grupo político gobernante, oficialismo o como muchos suelen llamarlo: el chavismo.

Rondaban mis tripeos intelectuales mañaneros, recurrentes percepciones un tanto inconscientes acerca del término “chavismo sin Chávez”; expresión que a mi modo de ver revela la presencia en el llamado movimiento revolucionario, de un sector, acaso disidente de dicha facción (entendido este término según la acepción del DRAE que lo define como: “Forma y disposición con que algo se distingue de otra cosa.”), al cual se le endosan parte de las deficiencias orgánicas que acompañan al proceso en su ruta al alcance de los objetivos que se ha propuesto.

Chavismo sin Chávez, bajo mi lupa, viene siendo la representación conceptual de un fenómeno socio-político endógeno oficialista, que señala a un importante grupo de militantes para quienes Chávez no es imprescindible como rector del proyecto-país que desde el interés particular de dichos militantes, deba asumir el “huracán revolucionario” de cara, tanto al momento presente como al porvenir. Envuelve, entre otras variables, a quienes considerando la necesidad histórica de una revolución que rompiera el esquema bipartidista, puntofijista, cuartarepublicano, adeco-copeyano, estiman, equivocados o no, que dicho líder no está a la altura de las transformaciones de forma y fondo que requiere la Nación.

Entiendo que forma parte de aquellos a quienes se les cataloga de quintacolumnistas, evocando la creación semántica del general Emilio Mola, quien durante la guerra civil española denunció “que mientras bajo su mando cuatro columnas se dirigían hacía la capital, había una quinta formada por los militantes que dentro de la capital trabajaban clandestinamente en pro de la victoria franquista.” (Wikipedia). Visto así, y sin considerar las razones que lo motivan, el quintacolumnista trabaja a favor del adversario, o en contra de su propio bando.

En algunos foros web oficialistas, puede sentirse sustancialmente el malestar que produce entre los partidarios “patria o muerte” chavistas, que van tras el baquiano aunque se pierda –según el aforismo popular- la presencia de este grupo que se identifica como revolucionario pero que ejerce un activismo “crítico”, por decir lo menos; este quintacolumnismo virtual, no se inmuta a la hora de exponer al sol los trapos sucios que pudieran eventualmente empañar la imagen de la gestión revolucionaria, de cara al soberano, sin importarle el costo político que pudiera derivarse en función de los balances electorales. Indiscreción militante que parece formar parte de un factor genético del movimiento rojo, cuya cúpula incluso es dada desde su cúspide jerárquica a ventilar sin tapujos las debilidades proactivas, sinérgicas, sistémicas, etcétera (con el perdón de la audiencia sensible a la terminología tecnocrática) que presenta el mismo corazón de la vanguardia; realidad constatable domingo a domingo por el maratónico programa de VTV. Aunque de acuerdo a recientes intervenciones del máximo líder, pareciera haber operado cierto mecanismo de reflexión que se expresa en un fervoroso llamado a “elevarse”, en términos metafóricos que definen una dinámica de separación del debate rastrero, en evocación a un ave fénix de nuevo cuño -un águila que no caza moscas- conminada a resurgir, no de sus cenizas sino de la inmundicia charquera.

El caso de las intervenciones bancarias, a propósito, introduce un elemento paradójico en relación a esta palpable confrontación cibernética entre “chavistas sin Chávez” y chavistas “con Chávez”. Múltiples “posts” dan cuenta del conocimiento de dicha problemática por parte de foristas denunciados como “quintacolumnistas”, quienes con anterioridad a la decisión de intervenir, revelaron al mundo ciertos intersticios financieros presuntamente oscuros, emparentados con los ciudadanos que a la larga resultaron realmente involucrados en las situaciones que originaron la medida presidencial. Es decir: el vapuleado quintacolumnismo, resultó estar más en consonancia con las investigaciones y ejecutorias del líder rojo, que aquellos combatientes resteados denominados de la “línea dura chavista”.

Y es este tipo de contradicciones, lo que seguramente me ha llevado a visualizar en medio del conglomerado variopinto oficialista, poblado de tendencias, y facciones* de la más variada especie, una parcela militante a la que se me ocurre mencionar como el “chavismo sin chavistas”.

Habrán observado que cuando escribí chavistas “con Chávez “, puse con Chávez entre comillas. Mi intención es sin dudas resaltar el hecho de que atisbo en esa masa, mareas de prosélitos que en unos casos admiran, en otros aman, en otros idolatran, en otros respetan a Chávez, etc., y quizás darían la vida por Chávez, y tal vez están inscritos en el PSUV, y detestarían ser quintacolumnistas… pero con todo eso y más, pudieran no ser chavistas; y por supuesto alguien que no sea chavista, es obvio que no puede enmarcarse dentro de la tipología pura chavista a la que sea justo entender: “con Chávez”.

Porque el chavista con Chávez, desde mi forma de ver, debe ser alguien  que sea o intente ser como Chávez –como Chávez es, o como algunos dicen que él es-. Es decir: que sea revolucionario, no servil; que sea humilde, no despótico; que crea que ser rico es malo;  que dé prioridad a un principio respecto a un amigo; que sea crítico y autocrítico; que diga lo que piensa sin dejarse  callar por nadie; que rompa el protocolo; que no sea racista, xenofóbico, homofóbico, etcétera; que impulse el trueque, el baño con totuma, la buena administración de servicios como el agua y la luz; que a tono con los más altos preceptos constitucionales permita la disidencia; que denuncie la corrupción… en fin, que no sea un pusilánime que aplaude todo, que encubre, que camina derechito, que no dice ni pío, que no ejerce como pueblo la oportunidad histórica que le da el slogan gubernamental “con Chávez manda el pueblo”.

Yo creo que alguien así no calza la definición de chavista con Chávez; sino que entra en el grupo de aquellos que ideológicamente están muy lejos de Chávez, es decir: el chavismo sin chavistas.

*Entendido este término según la acepción del DRAE que lo define como: “Forma y disposición con que algo se distingue de otra cosa”.

www.pablojfierroc.blogspot.com

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