Opinión Nacional

El círculo de hierro

El Comando Estratégico Operacional (CEO) es el máximo órgano de dirección, ejecución y control estratégico de las operaciones conjuntas de los componentes de la Fuerza Armada Nacional. En base a estas atribuciones le corresponde a este organismo el comando de la ejecución del Plan República para el resguardo y custodia del proceso electoral del 7 de octubre.

Para el ejercicio de sus funciones operacionales el CEO depende directamente del Presidente de la República. Para cuestiones administrativas la línea de mando pasa por el Ministerio de la defensa.

Esta dualidad de líneas de mando es lógica porque el Ministerio de la Defensa es un órgano administrativo y no tiene atribuciones de comando operacional. El presidente Hugo Chávez designó recientemente Ministro de la Defensa al general en jefe Henry Rangel Silva, pero no ha nombrado aun su reemplazo en el CEO.

Este hecho puede ser accidental y temporal o puede indicar que el presidente pretende unificar ambos cargos en la persona del general Rangel. Esta última posibilidad es ilegal e inaceptable para los venezolanos. Lo digo con conocimiento de causa, porque ocupé el cargo de jefe del Comando Unificado de las Fuerzas Armadas Nacionales (CUFAN), organismo que en la antigua Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas cumplía las funciones que ahora corresponden al Comando Estratégico Operacional (CEO).

No debería ser necesario decir que las elecciones presidenciales deben ser absolutamente transparentes y su pureza no puede ser empañada a priori por una abusiva decisión hegemónica. El Presidente de la república, para evitar acusaciones de posible fraude, está obligado a designar de inmediato a un nuevo jefe del CEO que sea aceptable para la Oposición. Si no lo hace pondrá en tela de juicio a partir de ahora el resultado electoral de los próximos comicios, si ese resultado le es favorable.

En los últimos meses el Jefe de Estado ha actuado con un alto grado de crispación. Esa actitud puede ser consecuencia de su enfermedad “secreta” o puede ser generada por su conocimiento de las encuestas para la elección presidencial. Sus últimos nombramientos de alto nivel lucen como si se estuviera preparando para no entregar su cargo. La no designación de un nuevo jefe del CEO vendría a corroborar esta hipótesis.

Como en las viejas películas de vaqueros, Chávez está poniendo las carretas en círculo para enfrentar a los indios que lo rodean. En este anillo de seguridad ahora están entre otros el general Rangel Silva y el teniente Cabello Rondón. Esta coraza cada día se hace más pretoriana, porque el Presidente no confía en los civiles comunistas y prefiere a los militares que no lo son.

El momento histórico es crucial. Como Julio César, el presidente Chávez se propone poner fin a la república e instituir una dictadura.

Sólo confía en su guardia personal de centuriones y reparte dádivas para calmar a los descontentos. Pero la república es eterna y el emperador es pasajero. Eso lo saben los militares que rodean al comandante en jefe, a quien han convertido en su prisionero. El círculo de hierro se estrecha alrededor del caudillo. Día llegará cuando no tenga espacio de maniobra.

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