Opinión Nacional

El dios de los comerciantes y ladrones

Desde los inicios de la civilización misma ha existido desconfianza por aquellas personas que se dedicaban a “comprar barato y vender caro”. Y sin embargo esa ha sido una actividad casi tan antigua como la humanidad misma.

A fines del siglo III de nuestra era el Imperio Romano padecía una profunda crisis económica, los precios subían continuamente y la moneda perdía su valor. El emperador Diocleciano decretó una serie de edictos para controlar el valor de las cosas con severas penas a los comerciantes que los infringieran.

Las medidas de Diocleciano fueron tan populares como inútiles. Como hoy se sabe los precios de todo subían en las distintas regiones del Imperio no por causa de los especuladores, que se aprovechan de la situación, sino por la pérdida de valor de la moneda. Aunque a las autoridades romanas les parecía exactamente al revés.

En la Edad Media en situaciones económicas difíciles o de carestías, emperadores, reyes, papas y señores culparon y persiguieron a mercaderes y especuladores, muchas veces judíos, que por distintos motivos se dedicaron a esas actividades.

De modo que culpar a los comerciantes cuando los precios suben, o los productos escasean ha sido un recurso muy popular desde hace muchísimo tiempo. Después de todo, parece lo más lógico a primera vista.

Serían los comunistas los que refinarían y llevarían hasta sus últimas consecuencias la táctica de explotar los viejos prejuicios contra los comerciantes, extendiendo la responsabilidad última de todos los males sociales y económicos a todas las actividades que implicasen la apropiación privada de un beneficio.

En Rusia, a partir de 1918, Lenin y Trotsky promovieron una enorme inflación mediante la impresión masiva de dinero, con la deliberada intención de destruir la confianza de la población en la moneda y acabar con las relaciones económicas capitalistas de cualquier tipo. En el marco de la guerra civil (1918-1920) esa estrategia se denominó “Comunismo de Guerra”. La versión bolchevique de la guerra económica.

Al final la estratagema llevó a la economía rusa al colapso absoluto y a una de las mayores hambrunas del siglo XX. Compelidos a retroceder, Lenin y sus camaradas permitieron la restauración de algunas actividades económicas privadas. Pero consiguieron su propósito: el control absoluto sobre ese país.

Líderes como Lenin en Rusia o Mao en China manifestaron un enorme desprecio por el comercio, pues afirmaban que no era una actividad productiva, sino parasitaria. Esa, como vemos, no sólo no era una idea novedosa, además era (y sigue siendo) una idea muy extendida.

De modo que ellos se aprovecharon y potenciaron los defectos de eso que (para ahorrarnos explicaciones) denominamos capitalismo para destruirlo y así avanzaron en la imposición de su dominación absoluta en sus respectivas sociedades.

Pero hay una aspecto muy revelador en todo esto: nunca faltaron en esas experiencias la obsequiosa colaboración de otros comerciantes u “hombres de negocios” que vieron en la eliminación de sus competidores una oportunidad.

El propio Lenin lo advirtió: “los capitalistas nos venderán la soga con que los vamos a ahorcar”. Y se sirvió de eso.

He allí una lección de todos los procesos económicos: los empresarios son los últimos a los que les interesa la competencia. Esa ha sido una de las dificultades de los apóstoles del libre mercado.

Si este cuento le suena familiar, no es por casualidad: la denominada “guerra económica” se inspira precisamente en todo esto.

Cuando Nicolás Maduro y compañía dicen que están en guerra, es porque realmente para ellos esto es una guerra. Saben (porque no son ciegos) el tremendo daño que le han hecho a la economía nacional.

Es tan al tanto que han destruido buena parte de aparato productivo nacional que existía en 1998, que ahora el país depende más que nunca de las importaciones y consideran que eso les da una ventaja política.

Saben que la gran cantidad de vivos que sacan beneficios de esto objetivamente son sus aliados.

Son perfectamente conscientes que el origen de la escalada inflacionaria y la especulación la provocan el BCV, Pdvsa, Cadivi, el Sicad o como se llame.

Y se están aprovechando de todo esto para imponer su política. Después de todo el principal instrumento de dominación en Cuba no es el G-2, son las cartillas de racionamiento y la administración del hambre.

@PedroBenitezF.

 

 

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