Opinión Nacional

El legado de Chávez

En la celebración del Carnaval de 1992, apenas unos días después del Golpe de Estado, aparecieron para la venta, en tiendas de buhoneros en la cercanía de los Próceres y de Sabana Grande, unos muñequitos con la figura de Chávez. Algunas de ellas contaban con trajes de disfraces del Comandante. Ello reveló que la irrupción de Chávez había creado un impacto favorable en algunos segmentos de la población. Y ciertamente, habían sido nueve largos años de desajustes económicos, entre cuyas principales consecuencias estaba la inflación, el deterioro en el abastecimiento y desempleo.

Para fines de 1998, la crisis de Gobernabilidad, los efectos de marchas y contramarchas en la política económica luego del Golpe de Estado, y posteriormente repetidas con profundidad, en el Gobierno de Caldera, la situación en general se fue degenerando hacia un mayor deterioro, teniendo como resultado que Chávez fuera electo Presidente.

Ahora, luego de 14 años del régimen de Hugo Chávez, con altísima popularidad, y apadrinado por un sistema electoral automatizado, el cual como se ha demostrado tiene vicios y corrupciones. El fin de la era de Chávez ha llegado. No hay vuelta atrás. Estamos los venezolanos, pasando por las graves circunstancias de su legado, el cual tiene como muy alta significación nacional, el estado de deterioro del país, y de la sociedad venezolana. Quizás no exista una comparación alguna con una situación similar en el Siglo XX.

El mayor efecto negativo del Gobierno de Chávez y del chavismo quizás sea el enorme decaimiento de la población en sus valores morales y cívicos. Los gobernantes de turno se han encargado de hacerle creer a la población que los problemas nacionales se resuelven a fuerza de violencia verbal y física. Un enorme grado de cinismo y de desvergüenza es la conducta de quienes hoy gobiernan a Venezuela, su maestro fue Chávez. Su mayor legado: Un conjunto de militares mediocres abusadores, polutos, llenos de corrupción son la muestra de esta herencia, que ha servido de mal ejemplo a una población, ignara y manipulada. Quizás ahora afortunadamente, con más sentido de la realidad, según lo demuestra el resultado de las elecciones.

Además, ha dejado el poder a una dirigencia formada por políticos segundones provenientes de la izquierda marxista de los años 60, amargados, frustrados y resignados a ser subalternos de militares retirados, y algunos activos. Y lo más grave aún, quienes tienen el poder de las armas se han entregado a ser subordinados de los Hermanos Castro. Venezuela se encuentra invadida de cubanos en las aéreas más álgidas de la sociedad, tales como seguridad, salud pública, educación y control civil de la población.

La economía venezolana, se encuentra con mayores problemas estructurales de los que contaba en el pasado. La infraestructura de los sectores básicos de la

producción, ahora totalmente en manos del estado y bajo gerencia de militares, no puede suplir las demandas de electricidad, cemento, acero y cabillas, productos de

aluminio, bauxita, entre otros. Las industrias básicas se encuentran intervenidas

por una gerencia improvisada, sin formación profesional alguna, corrupta, como nunca se había encontrado. El sector eléctrico, con graves problemas de generación, transmisión y distribución. En apenas una década, este sector ha pasado a ser un vergüenza para una población, que en general contaba con un servicio eléctrico aceptable. Se acusa que existen saboteadores que son la causa de la crisis del sector eléctrico. Tanta falacia es inaceptable.

En el sector privado, las limitaciones son cada vez mas criticas. Agobiado por los controles de precios, por una política cambiaria absurda, por las constantes intervenciones de las autoridades fiscales y demás entes públicos. Un sector privado, que no había podido reponerse de los anteriores controles de cambio, con una deplorable productividad por los atrasos tecnológicos, con leyes laborales cada vez mas limitativas a una política de expansión y con amenazas de expropiaciones, muchas veces materializadas de manera abrupta y sin sentido alguno, más que el control de los medios de producción por el Estado.

Lo cierto es que Venezuela tiene una economía en franca recesión en el campo de la inversión, producción y en la creación de empleo. Quizás en donde se observe una mayor crisis sea en los alimentos y productos del hogar, cada vez más escasos, y solo una demanda suplida parcialmente por importaciones provenientes del gobierno, de productos de mala calidad, de poca aceptación por parte de la población. No hay papel de baño, pasta dental, productos de limpieza entre otros de consumo diario. Jamás se imaginaron los venezolanos que tendrían que enfrentar esta desdicha.

PDVSA, llego a ser una de las empresas de mayor liderazgo en el mercado mundial de petróleo. Sus cifras y logros la ubicaban entre las 5 primeros empresas mundiales de petróleo. Hoy, es una empresa arruinada no solo desde el punto de vista financiero, sino tambien en el campo profesional. Una nomina exagerada de reposeros y aventureros, de negociados, fuente de enriquecimiento, no solo de sus líderes sino del personal gerencial medio. PDVSA tiene una producción inferior al 40 % de la qué tenia para 1998, con una infraestructura deteriorada por mal manejo y falta de mantenimiento, como ha sido demostrado por los repetidos accidentes que ha ocurrido. PDVSA será imposible de reconstruirla en el futuro. Habrá que optar por otras opciones, para lograr construir de nuevo una industria petrolera venezolana de proyección mundial.

La mayor estafa nacional son las misiones. Han logrado convencer a una gran parte de la población que resulta conveniente vivir del subsidio permanente del Estado, y que en fin no vale la pena trabajar. Y si ello le permite vivir sin mayores esfuerzos, resulta bueno. Para muchos resulta una conformidad, gracias al petróleo. Estos subsidios han logrado una conducta muy perversa con miras al futuro, por cuanto una relativa mayoría piensa que el gobierno debe solucionar el problema personal a cada venezolano. Un mejor gobierno es aquel que reparta más. Y ese ha sido unos de los legados de mayor perversidad para los venezolanos y su encuentro con el futuro.

Y para no obviar un tema de gran trascendencia nacional, la educación. Programas cuyo objetivo es ideologizar a una infancia y juventud con valores marxistas, haciendo elogios al socialismo del Siglo XXI, un amasijo de ideas confusas, con un sentido único de negar los valores democráticos e históricos de los venezolanos, utilizando de manera fraudulenta la figura de Bolívar como un adalid del marxismo y el socialismo, así como lo han hecho los cubanos con Jose Martí. La creación de supuestas universidades bolivarianas, deformadoras de una educación de calidad. Son centros de acopio de gente, que sin formación y preparación alguna para estudiar son admitidos para optar a títulos universitarios, sin el adecuado programa y exigencias que impone tal propósito. Solo ganar más adeptos, no importa el costo social. Al fin y al cabo el socialismo del Siglo XXI se alimenta de la mediocridad.

Evidentes problemas sociales como la inseguridad, robos asesinatos, secuestros, delincuentes a campo abierto, dominan la escena nacional. Una verdad ensombrece esta situación se refiere a la sospecha de complicidad de los cuerpos de seguridad en esta realidad. No se tiene todavía una dimensión real de la profundidad de esta crisis de inseguridad personal. Los principales dirigentes del Gobierno cuentan con un cuerpo de escoltas y matones, cuyas dimensiones trascienden de cualquier imaginación audaz sobre este tema.

Todavía, muchos venezolanos no estan conscientes de la triste realidad de Venezuela. Ello será mucho más decepcionante, cuando quienes tengan la grave responsabilidad de dirigir los destinos de Venezuela vean la cruda y dura realidad. Y sobre todo los inmensos esfuerzos que habrá que hacer para prácticamente hacer una nueva Venezuela. Y olvidarse que somos un país rico. Al final del chavismo, Venezuela sea quizás unos de los países más pobres de la América Latina. Ello habrá que enfrentarlo con talento político, y gobernantes que den un ejemplo de probidad y de competencia al mismo tiempo.

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