Opinión Nacional

El nombre del soberano

Creo que una de las grandes razones por las cuales Hugo Chávez Frías logra la presidencia, fue el de imprimirle a su discurso electoral un significado relevante a la palabra soberano, conscientizó a un pueblo de quien es el que decide que un gobernante los gobierne, les entregó la facultad de decidir lo concerniente a la vida política, ejemplo claro de ello se observó en torno al metalenguaje empleado por el Gobierno de la V República, con relación a la importancia que tenía para el ciudadano común la necesidad de establecer una Asamblea Nacional Constituyente en nombre del soberano. Chávez Frías logra involucrar a la sociedad en asuntos políticos a tal punto que es impresionante ver constantemente a personas discutiendo de política, ya sea en un Café, en el Metro, en reuniones familiares o entre amigos, e incluso ver como el venezolano esta pendiente a través de los medios impresos o audiovisuales del acontecer político, Chávez Frías los inserto en lo que Gramsci llama sociedad política.

Sin embargo, para el Gobierno de la V República esta soberanía es ilimitada, es absoluta, pero lo más grave es que a nombre del soberano se ha violado constantemente al estado de derecho y, a su vez, ese soberano ha delegado todo su “poder ilimitado” en una persona; se reconoce la supremacía de la voluntad general sobre la voluntad particular, pero la voluntad general esta supeditada a los deseos y designios de una voluntad particular, de ahí que la supremacía de una voluntad particular sobre la voluntad general supedite a la voluntad particular.

Como muy bien lo señala Benjamin Constant: Si la voluntad general lo puede todo, los representantes de esta voluntad general son tanto más temibles cuanto más se digan instrumentos dóciles de esa pretendida voluntad y cuanto más tengan a mano los instrumentos de fuerza o seducción necesarios para asegurar su manifestación en el sentido que les conviene. …El pueblo, que lo puede todo, es también peligroso, más peligroso que un tirano, o más bien es cierto que la tiranía se apoderará del derecho concedido al pueblo…

A nombre del soberano se han violado los derechos del ciudadano, entonces, el mismo soberano viola sus propios derechos, o un determinado sector que ejerce la soberanía viola los derechos de otro sector que debería ejercer la misma soberanía, en este sentido: ¿De que soberano estamos hablando?, ¿Hay distinciones?, ¿Cual soberano?, pareciera que el Gobierno de la V República sólo le otorgó este “don” a un sector de la sociedad más no a todos los venezolanos.

La soberanía no debe existir más que de una manera limitada y relativa. Allí donde comienza la independencia de la existencia individual, se detiene la jurisdicción de la soberanía. ¿Cuales son estos límites según Constant?: La justicia y los derechos de los individuos. La voluntad de todo un pueblo no puede convertir en justo lo que es injusto.

Es injusto como ha proliferado las invasiones a la propiedad privada a pesar, según el discurso presidencial, de la necesidad de hacer justicia a aquellas personas que no posean tierras; es injusto que el venezolano tenga limitada su libertad de movimiento ante el auge delictivo, por el simple hecho de que en los cuarenta años de democracia puntofijista hayan quebrado al país aunado al desempleo galopante que sufre la población, entonces, es justo que roben cuando hay hambre; es injusto que la participación de algunos venezolanos en el proceso político se vea limitada porque es justo limitarla a nombre de las mayorías; es injusto que la libre decisión que se deduce de la individualización sea restringida porque es justo y necesario a nombre de un proyecto, y porque es justo que esta decisión individual sea subordinada a la decisión colectiva.

Mientras la soberanía no encuentre sus justos límites, entonces, el despotismo sera la fórmula a usar por quien la detenta. Bejamin Constant decía, todo depotismo es, por consiguiente ilegal, nada puede sancionarlo, ni siquiera la voluntad popular que alega, puesto que se arroga, en nombre de la soberanía del pueblo, un poder que no esta comprendido en esta soberanía y no se trata sólo de un desplazamiento irregular del poder existente, sino de la creación de un poder que no debe existir.

En nombre del soberano, en nombre de una mayoría, el gobierno de la V República busca una intromisión estatal en todas las esferas de la vida pública e incluso diría de la privada; la tiranía de las mayorías. Hamilton decía “Si se da todo el poder a las mayorías, oprimirán a las minorías. Si se da todo el poder a las minorías, oprimirán a las mayorías”. Hoy en día, los venezolanos estamos viviendo lo que Aristoteles llamó la dictadura de las mayorías. Es necesario buscar un equilibro, el cual se consigue a través de la democracia, pero no entendida, como que la voluntad de la minoría se someta, sin límites, a la mayoría y donde la igualdad priva sobre la libertad. Más bien, la democracia entendida bajo la óptica del liberalismo, donde se exige que la voluntad de la minoría encuentre salvaguardados sus derechos y donde la libertad priva sobre la igualdad.

Para garantizar la libertad, el liberalismo ha sido partidario de la democracia concebida como el gobierno del pueblo, pero sobre bases institucionales políticas que se opogan al depotismo. El Liberalismo supone la división de poderes como medio de evitar que uno de ellos se convierta en absoluto (Montesquieu).

El Gobierno de la V República pareciera buscar la igualdad por encima de la libertad, pero no comprende que la mejor forma de garantizar igualdad es que la libertad como un derecho individual sea respetado y defendido. Para la administración de turno, el individuo no puede estar por encima del colectivo, las decisiones colectivas prelan las decisiones individuales. Nos encontramos, entonces, con un gobierno donde prevalece el criterio que existía de libertad en la antiguedad.

Benjamin Constant nos explica magistralmente las diferencias entre la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos: La libertad de los antiguos que se componía de la participación activa y constante en el poder colectivo; la libertad de los modernos, ha de componerse del goce tranquilo de la independencia privada.

La finalidad de los antiguos era el reparto del poder social entre todos los ciudadanos de una misma patria, lo que ellos llamaban libertad. La finalidad de los modernos es la seguridad en los goces privados; y llaman libertad a las garantías concedidas por las instituciones a estos goces.

En los discursos presidenciales se puede observar que para esta administración, la única forma de gozar de libertad y de esta forma navegar en el mar de la felicidad, es que todos seamos iguales, ¿Cómo?: A través de una distribución equitativa de la riqueza y de los derechos sociales, no importando para ello restringir los derechos individuales del venezolano y, a su vez, supeditando los derechos políticos, económicos y sociales de la mayoría por encima de las minorías.

Pero paradójicamente, el Gobierno de la V República ni siquiera ha podido defender lo que ellos consideran como libertad, y ni siquiera ha podido ofrecerle al soberano como poder absoluto, que participe activa y constantemente en el poder colectivo. En nombre del soberano se han cometido abusos, pero lo más dramático es que el mismo soberano se encuentra preso dentro de su misma soberanía, debería tener todo el poder para el ejercicio de sus derechos políticos, pero lo que tiene es un seudopoder, no tiene poder de decisión, unos pocos deciden que es bueno o malo para el soberano en nombre del soberano.

La soberanía se ha convertido en una trampa para el soberano. Sin embargo, esta trampa pudiese revertirse, en este sentido, el preso pudiese ser el propio gobierno, solo falta que el soberano despierte de una relación de poder desequilibrada, una vez que tome conciencia y tenga voluntad para modificar la relación de poder, ¿Cómo?: Cuando se de cuenta que ni esta ejerciendo sus derechos políticos y que sus intereses privados estan en peligro; cuando se de cuenta que lo que desea, si es que lo desea, es vivir en democracia, o en un gobierno por consentimiento, en un gobierno basado en las leyes, donde prevalezca el amor por la libertad, donde exista justicia para todos, separación de poderes, donde se defienda la propiedad y el trabajo y se rechace la intolerancia.

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