Opinión Nacional

El papagayo de Chávez

¿Alguna vez el Presidente Chávez habrá volado papagayo? Evoqué este juego tradicional ayer cuando vi al Mandatario venezolano en su discurso de presentación de Memoria y Cuenta de 2010 ante la Asamblea Nacional. Remontar un volantín no es tan simple como soplar botella. En las «cumbres» pobres de Caracas solía haber competencias a «muerte» con estas «naves» de papel -que no son los avioncitos-, porque lo que para unos era un simple entretenimiento, para otros era un reto que implicaba ingenio, velocidad, determinación y riesgo en una lucha con la brisa que los elevaba, y con los rivales.

Si nunca han tenido la oportunidad de hacerlo, les sugiero que lean Helena, un cuento de Luis Britto García en Rajatabla, así tal vez comprenderán mejor por qué la imagen del Chávez papagayero llegó a mí.

Me encantaba ver a los muchachos darle guaral a los suyos y lanzarse a arriesgadas maniobras para tumbar el de los otros, para lo cual colocaban, en la cola de nuestra versión criolla de una cometa, una afilada hojilla que, bien llevada, cortaba el guaral o pabilo con el que el piloto contendiente operaba. Todos corrían peligro, y debían apelar a su destreza, pero tal vez por eso es que era tan divino el juego.

Comedido. Ayer observé a un Presidente estadista que pocas veces se salió del guión. Aunque como es tradicional, habló largo y tendido, pocas veces hizo las volteretas a las que nos tiene acostumbrados. Sonrió, bromeó con el diputado Alfonso Marquina, le dedicó algunos minutos a la diputada María Corina Machado, y recibió algún aplauso del legislador Juan Carlos Caldera (todos opositores); llamó al diálogo, anunció el recorte de su criticada habilitación -después de tanto lío-, abordó durante más de 20 minutos el tema de la inseguridad ciudadana; alabó la medida dictada por el alcalde Carlos Ocariz, gobernante de Petare (del partido Primero Justicia)-, quien prohibió el consumo de bebidas alcohólicas en las calles y pretende meter en cintura a los expendedores legales e ilegales -defendió la propiedad privada individual-; y planteó, entre otras ideas, acabar con la dependencia petrolera.

El Mandatario no desperdició la oportunidad para lanzar un mensaje conciliador. Lo único que le faltó fue repartir caramelos. Atajó a los diputados opositores Julio Borges y Alfredo Ramos y siguió en su papel de gobernante serio. Y mientras yo lo veía me iba a acordando de los expertos guaraleros que sabían cómo sacarle provecho al viento, cuán larga hacer la cola del papagayo, cuándo tirar pabilo, recortarlo, hacer el maniobreo adecuado, escaparse de quienes buscaban cortarle la cabuya y cuándo lanzar el ataque para que la nave contendiente «se fuera a la isla»; es decir, al garete.

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POR LA PAZ
Mañana se celebra el día del reverendo Martin Luther King, exponente de la no violencia y luchador por los derechos civiles de los afroamericanos. El legado de MLK es inagotable. Revisar su historia puede ser un buen ejercicio.

*** En esa línea trabaja la venezolana Mireya Rodríguez, que está de paso por Caracas. Es coordinadora del Instituto Centroamericano de Gobernabilidad, con sede en Costa Rica, y desde ese rol participa en la Comisión por la Verdad y la Reconciliación de Honduras, que deberá presentar un informe en marzo sobre las violaciones de los derechos humanos ocurridos en ese país centroamericano.
Después que dejó el activismo político, Rodríguez, ha desarrollado una interesante tarea en mediación y resolución de conflictos.

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