Opinión Nacional

El Zamora de Chalbaud

Por lo general los historiadores lo que no saben se lo inventan. Y como las evidencias y testimonios quedan borrados por el tiempo poco hay que explicar. De igual forma todo relato acerca del pasado termina siendo contemporáneo a la vista de quienes lo interpretan, y en consecuencia, es inevitable caer en el pernicioso anacronismo. Este defecto puede excusarse desde la honorabilidad de quién redescubre el pasado con la finalidad de comprender y tiene plena conciencia de los peligros de la subjetividad. Aunque es inexcusable cuando con toda intención se traiciona a la historia modificándola a conciencia para justificar una bandería político/ideológica. Esto es lo que ocurre con la película: Zamora, Tierra y Hombres Libres del director Román Chalbaud.

Chalbaud no ha hecho otra cosa que propaganda para el actual régimen que le financió la película. Zamora no es Zamora sino la encarnación del Presidente Chávez y su fanática como torpe y ambigua revolución en el presente. De esa forma vemos aparecer en ésta larga y tediosa película de más de dos horas los consabidos discursos, sin alma y autenticidad, en torno a la redención popular, el reparto de tierras, la lucha contra la oligarquía, la organización popular en “consejos comunales” y la aspiración a una libertad de significados confusos.

El maniqueísmo utilizado es truculento y despiadado. Páez, es presentado como una caricatura de sí mismo, de la misma forma que Juan Vicente González, Antonio Leocadio Guzmán, Juan Crisóstomo Falcón y el mismo Antonio Guzmán Blanco, a quién de paso, Chalbaud y Britto García, atribuyen el asesinato de Ezequiel Zamora sin aportar mayores pruebas que sustenten ese trágico fin.

Al “glorioso pueblo”, en forma de campesinado, se le presenta de la forma más oprobiosa como masa ignorante y anónima prisionera del despotismo de los caudillos de turno. Algo que si a ver vamos es lo que fue el Ezequiel Zamora real.

De Ezequiel Zamora (1817-1860) poco se sabe. Antes de sumergirse en la violencia de la Guerra Federal (1859-1863) era un pequeño propietario tanto de tierras como de esclavos. Al enarbolar algunas consignas sociales en torno a las aspiraciones postergadas que los ganadores de la Independencia habían olvidado, se erigió en caudillo popular como en su momento también lo fue su antagonista: el centauro Páez y tantos otros que encontraron en la anarquía de la guerra una posibilidad de ascenso social.

El Zamora de Chalbaud es un mito hecho a la medida de las aspiraciones del actual régimen urgido de referencias épicas y simbólicas que le justifiquen. Lo lamentable es que un director de la valía de Chalbaud haya perdido el rumbo ético y ni siquiera haya dado la talla como buen propagandista al estilo de un Luigi Freddi o una “Leni” Riefenstahl. Zamora. Tierra y Hombres Libres, no duró ni una semana en cartelera.

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