Opinión Nacional

Entrevista a Alfredo Weil, miembro de la ONG Esdata

«Partidos y sociedad civil deben integrarse en el control electoral»

Alfredo Weil enciende su laptop, baja la página de Esdata, la ONG de la cual es directivo y dice: escoge el estado de Venezuela que se te ocurra.

-Táchira.

Aparece el mapa político del estado fronterizo con sus municipios debidamente identificados (datos del CNE) y un punto rojo al lado.

-El rojo no significa que es chavista, sino que está envenenado. Allí el chavismo quiere ganar a como de lugar y el trucaje es mayor. Hay otros estados identificados con el amarillo, es decir, están medio trucados y unos terceros con el verde, que se muestran limpios: Capital, (Caracas, más no Miranda), Falcón y Nueva Esparta. Ahora puedes escoger un municipio.

-Junín.

Weil extrae los datos de la pantalla: «es un circuito importante, tiene 52 mil electores, tres parroquias y el área capital que es la ciudad de Rubio. Marca una de ellas».

-Rubio.

-Rubio es amarillo. Observa los centros de votación. Ellos (el CNE) crean pequeños centros de votación para, supuestamente, acercar las mesas al pueblo. Sólo que los resultados en estos centros nuevos son desproporcionadamente favorables al oficialismo. Los signos de interrogación que observas al lado de tres centros quieren decir que, al menos en una mesa de esos centros, no se reportaron los resultados de las votaciones el 2D (2007). Ahora, dime, al azar, cualquier centro.

-Unidad Educativa Estatal Profesor Pablo Emilio Ostos.

-Ahí está. Tiene mil 283 electores. Ahí las cosas estuvieron parejas. El oficialismo obtuvo 449 votos, la oposición 415. Veamos las actas de votación (suministradas por Súmate). Escojamos a un miembro de Mesa al azar por el número de su cédula (Lista de Tascón). Aquí está, Luisa María Antúnez (nombre supuesto). Militante del PSUV, con un número telefónico donde localizarla y su dirección. Esta no me sirve. Sin embargo, yendo más a fondo encontramos que firmó contra Chávez en el 2004, pero después se inscribió en el PSUV y una buena razón para haberlo hecho es que tiene una empleo como Supervisora de la Zona Educativa. Ella es la principal miembro de Mesa, pero el segundo, el tercero y el cuarto también militan en el PSUV. De manera que ninguno me sirve como testigo porque, de corazón o por necesidad alimenticia, están en el oficialismo.

-Entonces ¿qué hacer?

-Buscamos entre los suplentes y encontramos alguien que sí nos interesa. Carlos Ortegano (nombre supuesto), elegido por el CNE, firmó contra Chávez, votó para revocar diputados oficialistas, tiene 47 años, vive en Rubio y está empleados en una empresa privada. A ese hay que contactarlo, instruirlo, activarlo. En ese centro, los votos fueron paritarios, por tanto uno infiere que los miembros de Mesa también se reparten en dos mitades iguales. Pero no es así, ellos favorecen al oficialismo y eligen sesgadamente a los miembros de Mesa. A los rojos los llaman, los confirman y reconfirman, mientras que los azules (oposición), a veces ni se enteran del nombramiento.

A continuación Weil entra en la página del PSUV y pide un número del uno al diez mil.

-Ocho mil setecientos.

-Déjame ver si llega tan lejos el número de patrullas. (Pausa)… . Esa patrulla está en Trujillo. Ellos se han venido organizando desde hace dos años y a diferencia de nosotros tienen contabilizadas siete millones de personas que están allí por convicción y mayoritariamente por necesidad. Cada patrulla tiene un nombre y ésta se llama María Concepción Palacios. La jefa de esta patrulla (nombre supuesto) es Gabriela Berroterán. Por cierto, Tania D’´ Amelio, actualmente Rectora del CNE, era la jefa nacional de las Patrullas. Pues bien, aquí están su número de cédula y de celular. Gabriela, también firmó contra Chávez y luego se inscribió en el PSUV. Gracias a la captahuellas ella sabrá si, por ejemplo, a las diez de la mañana del 7 de octubre, alguno de los patrulleros no ha votado. Entonces activa su equipo y comienzan a llamar a los remisos: «Mira, José Gregorio, no has votado, muévete, ya sabes». Eso no lo podemos hacer nosotros. No tenemos captahuellas. Ellos, por el contrario, disponen del control del proceso con las captahuellas, la lista de Tascón, la mayoría en las mesas, la presencia de la milicia, los operadores de las máquinas.

-¿Quiere decir que no se puede hacer nada?

-Claro que sí. Primero, cambiar la actitud frente al CNE. No estamos ante una contienda electoral convencional (como Chile, Colombia, Brasil) sino ante una «guerra» electoral declarada por el oficialismo.

-¿Qué proponen ustedes?

-Exigirle al CNE una auditoría independiente del Registro Electoral y de la identificación civil con las partidas de nacimiento y de naturalización. Observación internacional calificada e imparcial. Eliminación de captahuellas vinculadas a las máquinas de votación, así como de la milicia en el Plan República. Seleccionar transparentemente, con control opositor, a miembros de mesa, coordinadores de centros de votación y operadores de máquina. Exigir el equilibrio comunicacional. Cambiar radicalmente la estrategia de Control Electoral. Que deje de ser un coto cerrado de los partidos, los cuales se limitarían a coordinar sus recursos y los de otras organizaciones políticas y de la sociedad civil, dispuestas a colaborar en cada lugar. Luego privilegiar el control de los centros de «alto riesgo», los más pequeños (de una y dos mesas), crear un grupo de élite («Caribe») con los movimientos de jóvenes, para los centros más inaccesibles. También se impone la estructuración de un plan de contingencia por si el CNE incumple con el compromiso de las primarias. Ese plan debe estar listo. No se puede improvisar a última hora.

-¿No es iluso aspirar a eso?

-Obviamente esto es una guerra, pero si no te lo dan no vas a decir, el 8 de octubre, que: Ay, sí, que perdimos. No, tendremos razones para reclamar. Claro, eso si no perdiste de verdad verdad. Nuestro objetivo no es transformar unos votos rojos en azules, sino que si se metieron 120 votos azules sean 120. No que se comporten como (Manuel) Rosales, quien reconoció haber perdido, «aunque por menos». Fue por mucho más. Comenzó 60- 40 y terminó 63-37.

-Pero más allá de tener argumentos para reclamar ante una derrota, ¿qué hacer?

-No entregarle la defensa del voto únicamente a Acción Democrática en Monagas, sólo a Copei en el Táchira o a Proyecto Venezuela en Carabobo. Ellos van a ser los mayores responsables en esos estados, pero no los únicos. Deben integrarse, además, con Javu en Carabobo o Gente de Petróleo en Monagas, armando un equipo más amplio, incluyendo a organizaciones sociales y de jóvenes. También es necesario entrenar a los equipos desde ahora. Localizar los centros neurálgicos, los centros pequeños, establecer prioridades. Si se tiene los votos, la fuerza organizada, será demoledora. Mata milicias y mata todas las injusticias. Identificar desde ahora las características de cada centro y cada mesa hay que hacerlo por aire, mar y tierra. Eso pudimos hacerlo en parte, el 26 de septiembre, en el estado Anzoátegui y los resultados hablan por si solos.

-¿Cómo fue eso?

-Nosotros hicimos un proyecto donde fijábamos prioridades. Así, nos preguntamos: ¿Dónde vamos a ganar? Chacao, Baruta, El Hatillo… Ahí vamos a tener presencia. No hace falta meterse allí. Luego, nos hicimos la pregunta contraria: ¿Dónde perdemos de todas todas? Delta Amacuro y otros estados. Tampoco nos metemos allá. Pero, ¿dónde podemos ganar habiendo perdido antes? En Anzoátegui, en Sucre, en Bolívar, en Vargas. A nosotros nos dejaron entrar en Anzoátegui, pero nos frenaron en Monagas y Vargas. En estos dos estados no ganamos ni un circuito. Pero lo sorprendente fue que en Anzoátegui lo ganamos todo, luego de que en el 2006 Chávez derrotara a Rosales 73 a 27.

-¿Cuál fue la clave?

-Cuando activamos la organización trabajamos en coordinación con testigos nacionales de Esdata, Súmate, Futuro Presente, Orve, Gente de Petróleo, Red Nacional de Asamblea de Ciudadanos, Federación de Maestros, Red de Veedores. Nosotros pusimos la plataforma, ellos la gente. En Anzoátegui necesitábamos 569 activista y logramos 432. En Monagas necesitábamos 411 y teníamos nueve. Los resultados hablan por si mismos.

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