Opinión Nacional

Faltan niños

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Chicago (AIPE)- El siglo XX logró la mayor reducción en las tasas de mortalidad, no sólo en los países ricos sino alrededor del mundo. Tasas muy bajas de nacimientos en un creciente número de países se perfila como el gran acontecimiento demográfico del siglo XXI. La tasa de fertilidad indicando el número de hijos de la mujer promedio tiene que ser no menos de 2,1 para que no baje la población de un país sin inmigrantes. Sin embargo, ya unos 70 países donde vive casi la mitad de la población del mundo tiene una tasa de fertilidad inferior a 2,1 y es aún más baja en muchas naciones.

Toda Europa tiene bajas tasas de nacimientos, lo mismo que muchos países asiáticos, incluyendo a Japón, ambas Coreas, Hong Kong y Taiwán. Japón, Italia, Rusia y España son los países con las tasa más bajas de nacimientos, donde en promedio las mujeres tienen poco más de un hijo. Hong Kong es el caso más extremo, donde nace menos de un hijo por mujer.

Cuando la tasa de natalidad está por debajo del nivel de reposición, ese país debe recibir una cantidad suficiente de inmigrantes para mantener una población estable o creciente. Como Japón ha estado opuesta a recibir inmigrantes a menos que sean descendientes de japoneses, la inmigración ha sido insignificante y no sorprende que sea uno de los primeros países en experimentar la caída de su población. La población se reduce también en Rusia no solamente por tener una tasa de natalidad muy baja, sino porque muchos rusos emigran y por sufrir una alta tasa de mortalidad. El promedio de vida en Rusia está por debajo de los 60 años. Por el contrario, en Estados Unidos sigue creciendo la población porque la tasa de nacimientos se mantiene a un nivel de reemplazo de las muertes, atrae a mucha inmigración y esos inmigrantes tienen una tasa mayor de natalidad.

Si en Japón y Rusia persisten las actuales tasas de natalidad y si estos países no cambian su actitud hacia la inmigración o su habilidad de atraerla, se acelerará la caída de su población. La razón es que la baja tasa de natalidad es conducente a menor número de hombres y mujeres en edad de tener hijos. La proyección del Banco Mundial es que la población de Rusia disminuirá en más de 25%, a unos 100 millones de habitantes, para el año 2050, a menos que haya un cambio drástico en las tendencias de mortalidad e inmigración.

Hace poco, muchos se preocupaban del rápido crecimiento de la población mundial. Todavía algunos se preocupan y se presumía que la caída de la población sería una buena noticia para esos países. Lo contrario está sucediendo: muchos países proponen o instrumentan subsidios para que se tengan más hijos. Francia tiene un costoso sistema de asignaciones a mujeres con más de un hijo. Vladimir Putin propuso aún mayores beneficios para fomentar que las mujeres rusas tengan más hijos. Japón está considerando mayores incentivos.

¿Qué preocupa sobre las bajas tasas de natalidad y es ignorado por los neomalthusianos que siguen clamando en contra de aumentos de la población? Una consecuencia de bajas tasas de natalidad y más largas expectativas de vida es que una menor proporción está en edad de trabajar, en comparación con el número de jubilados. El resultado es que el financiamiento de las jubilaciones y gastos médicos se convierte en un reto cada día mayor por tratarse de gastos financiados en la mayoría de los países por impuestos de seguro social que pagan quienes actualmente trabajan.

Felizmente, el cambio a un sistema de cuentas individuales de jubilación aliviaría el problema. Bajo ese sistema, los individuos acumulan activos a lo largo de su vida de trabajo en cuentas de ahorro de jubilación y salud. Y empezarán a utilizar esos ahorros a una edad mayor para pagar por lo que consumen y por sus gastos médicos. Este sistema rompe la conexión entre los actuales trabajadores y los beneficios de jubilación, reduciendo a la vez las consecuencias negativas de una menor proporción de gente en edad de trabajo.

Pero hay otra consecuencia negativa de la caída de la población que casi nunca se toma en cuenta. Al haber menos gente se reduce la innovación porque hay una menor proporción de jóvenes. La gran mayoría de las nuevas ideas provienen de inventores y científicos de menos de 50 años, a menudo bastante menores.

Las innovaciones también requieren intensos esfuerzos iniciales en investigación y desarrollo, con altos aportes de personal capacitado y capital. Ese costo se justifica sólo cuando hay gran demanda de ideas y de nuevos productos. La magnitud de la demanda depende del ingreso per cápita y del número de personas que se beneficiarían de esos nuevos productos, de avances médicos y en otros campos. El número de beneficiarios se relaciona al total y a la edad de la población. La ley Orphan de 1983 reconoce la importancia de la población en estimular las innovaciones. Esa ley concede protección especial de patentes a empresas farmacéuticas que producen nuevas medicinas para gente con enfermedades raras; es decir, enfermedades que afectan a menos de 200 mil personas.

Inclusive, los efectos negativos del crecimiento poblacional que a menudo se citan, tales como mayor contaminación, se pueden solucionar o aliviar con más gente. Una mayor población aumenta el incentivo a innovar que incluye innovaciones en reducir la contaminación.

¿Cuál es el futuro de países con baja fertilidad como Japón? Algunos analistas creen que su baja tasa de fertilidad es sólo temporal y que pronto alcanzará el nivel de reposición. De hecho, el número de nacimientos en Japón aumentó 2% en los primeros seis meses de 2006 y el ministerio de Salud es optimista, pensando que la tasa de fertilidad seguirá aumentando al lograr Japón restablecer su crecimiento económico y bajar el desempleo.

Yo soy menos optimista. Desde 1970, ningún país ha logrado un salto en su tasa de fertilidad luego de que ésta haya caído bastante por debajo del nivel de reposición. Las tasas bajas de natalidad se deben al alto costo de criar niños, especialmente cuando las mujeres están mejor educadas y el deseo de los padres en economías basadas en conocimientos de invertir más en cada hijo, en lugar de tener hijos adicionales. La tasa de nacimiento podría incrementarse aumentando las asignaciones a las madres y dando subsidios a establecimientos que cuidan a niños pequeños. Pero aun generosos subsidios a los padres suelen tener poca efectividad. Dos economistas franceses han estudiado el complicado y costoso sistema de su país, concluyendo que ha logrado aumentar la tasa de nacimientos en apenas 0,1: de 1,7 a 1,8.

Mi conclusión es que la fertilidad en países como Japón que está muy por debajo del reemplazo de la población no aumentará en las próximas décadas al nivel requerido de 2,1 hijos, por más subsidios que se concedan. La solución para esos países es abrirle las puertas a la inmigración. Pero en casi todas partes la inmigración en gran escala crea problemas políticos, económicos y sociales. Para Japón, la inmigración no es una alternativa aceptable, por lo que al igual que Rusia y muchos otros países confronta un futuro demográfico y económico preocupante.

___* Premio Nobel de economía. Artículo publicado originalmente por el Wall Street Journal. El profesor Becker y ese diario autorizaron la traducción de AIPE.

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