Opinión Nacional

¿Hay condiciones para hablar de democracia?

«sólo se rebelan los que
no tienen nada que perder»
Alexis de Tocqueville

«…cuanto más lenta (o postergada) sea la estabilización económica y la reforma social, y cuanto mayor sea el apego a las fórmulas mágicas y a las políticas de hechiceros» para neutralizar las consecuencias generadas por la frustración y la falta de esperanza acumuladas, se acentúan más las desigualdades y se debilita el acuerdo moral básico del cual depende el sostenimiento del orden democrático y el funcionamiento de la economía. (…) puesto que la miseria, las decepciones y la falta de perspectivas minan la estabilidad institucional, desgastan los lazos de solidaridad y abren el camino para el «hobbesianismosocial» (Faria: 1997, p. 122).

Venezuela esta padeciendo desde hace mucho tiempo un período prologando de descomposición: Una crisis ético-moral, cuya máxima expresión se evidencia en los elevados niveles de corrupción en las altas esferas del poder, con el agravante de una sociedad silente; una crisis económica que ha elevado el nivel de probreza y de marginalidad de la población, desencadenando la fragmentación social que se ha hecho más palpable durante la actual administración; una crisis político-institucional, a tal punto de haber desaparecido de la escena política los dos principales partidos -AD y COPEI- que habían controlado por un período de cuarenta años el poder. Sin embargo, esta descomposición ha adquirido grandes dimensiones durante la actual administración, entre los hechos más palpables de ello, por mencionar sólo los más notorios, encontramos: el aparente no respeto a la ley ante la ausencia de un estado de derecho, generando anarquía, fenómeno desencadenado por otras variables, como por ejemplo el lenguaje confrontacional del Gobierno de turno; elevados niveles delictivos; las invasiones; la proliferación de recogelatas, niños de la calle y limosneros, así como el buhonerismo reflejo del elevado nivel de desempleo presente en el país.

Esta descomposición provocó que un Hugo Chávez Frías asumiera la primera magistratura, ya que sobre esta realidad construyó un discurso que junto a su carisma, permitió alimentar esperanzas acumuladas que habían alcanzado cierto impulso, pero que luego se disiparon con el gobierno de Caldera; razón tenía Hugo Chávez Frías durante su campaña y al asumir el poder, el plantear que en Venezuela lo menos que había era democracia, ante esta realidad era imposible hablar de estabilidad institucional. Sin embargo, a un año y medio de haber asumido la presidencia Chávez Frías, nos encontramos con un gobierno que en vez de buscar vías para alcanzar una verdadera democracia, más bien tiende cada vez más a sofocarla, pareciera que su norte es estimular el «hobbesianismosocial», no hay estabilidad institucional ni política, e incluso se profundiza la inestabilidad económica y, por ende, la social, junto a una política confrontacional en vez de una política del consenso.

Si bien en las últimas semanas, el presidente Chávez mantiene un tono conciliador, por los momentos no se vislumbra por parte del Gobierno la necesidad de alcanzar grandes acuerdos entre sectores sociales, considerados como sectores en conflicto, más bien su objetivo pareciera enfocarse en conseguir nuevamente el poder en las próximas elecciones, ¿Cómo?: Disminuyendo la saturación de la conflictividad polarizante que ha vivido la nación, al darse cuenta que si bien necesita los votos de su NICHO SOCIAL -clase D y E-, también requiere para gobernar de la parcial aceptación de los otros sectores del acontecer nacional, ya que el gobernar se le haría «cuesta arriba» sin el apoyo de estos grupos, a menos que establezca un tipo de dictadura disfrazada de democracia. De todas maneras, es importante darle el beneficio de la duda a un Presidente impredecible, quizás este tono conciliador sea el primer paso en la búsqueda de un acuerdo consensual para su próxima gestión, probablemente el gobierno este pensando que la única forma de sacar a Venezuela de la crisis donde se encuentra, sea estimulando la economía, y como los inversores son dolientes, la mejor vía para ello sea un lenguaje más conciliador, pero que no implica necesariamente un acuerdo de este tipo.

En este sentido, Garretón, Manuel explica que «…el gran riesgo de una política de consenso que no se refiere a estos acuerdos fundamentales o básicos es que, además de impedir el juego político, tiene una base ética consensual muy débil, porque se basa en cálculo de conveniencia temporal y no en el debate sustantivo. …los grandes temas de la sociedad no son discutidos y que son más objetos de veto político…, …se disfrazan los verdaderos conflictos en un consenso aparente. …Nuestra cultura y estilos políticos no logran expresarlos y eso puede tener un costo importante, porque la política y lo que la rodea pueden llegar a ser insignificantes para la vida de la gente….»

Un acuerdo de consenso es necesario cuando un país como Venezuela, se ha encontrado subsumido en una crisis de legitimidad por un tiempo sustancial, crisis que en los actuales momentos tiende a profundizarce. Si bien es cierto que el Presidente Chávez cuenta con el respaldo de un significativo sector social, también es cierto que no cuenta con el apoyo de la clase media ni alta, pero, en especial, de una clase media cada vez más debilitada, y que tiende a desaparecer de continuar la actual crisis económica que vive el país, y para que una nación tenga una sana democracia, es necesario una clase media grande, ya que el papel que desempeña dentro de la sociedad no es solo de motor económico, sino que, además, modera el conflicto.

El hecho de que Hugo Chávez obtuviera la presidencia es una consecuencia de la crisis de legitimidad que ha vivido Venezuela, pero, además, es normal hablar de una crisis de legitimidad en una época de transición, ya que lo que se busca es una estructura política, institucional, económica y social nueva, es decir, «una crisis de legitimidad es una crisis de cambio». Sin embargo, durante este gobierno, a pesar del período de transición en que se encuentra el país, hemos presenciado la ineficacia del sistema, por eficacia se entiede en palabras de Lipset: «…la actuación concreta de un sistema político; en que medida cumple las funciones básicas de gobierno, tal y como las definen las expectativas de la mayoría de los miembros de una sociedad y las de los grupos poderosos que hay dentro de ella, que podrían constituir una amenaza para el sistema, por ejemplo, las fuerzas armadas.» Sí a ello se suma el constante «bombardeo» por parte del Gobierno hacia las «viejas instituciones políticas», aunado a la poca credibilidad de la sociedad hacia las «nuevas instituciones» creadas a partir de la Asamblea Nacional Constituyente, entonces, pudiesemos hablar de una nueva crisis de legitimidad.

Lipset plantea: «Una vez establecida una estructura social nueva, si el nuevo sistema no es capaz de satisfacer las expectativas de los grupos importantes (por razones de «eficacia» ) durante un período lo bastante largo para crear legitimidad sobre la nueva base, puede surgir una nueva crisis.

En los actuales momentos, Hugo Chávez Frías cuenta con una base de legitimidad suficiente que permite prevenir el conflicto o la inestabilidad del Régimen, base dada por los sectores D y E de la sociedad, a pesar de encontrarnos con un gobierno que ofrece poca eficacia. Sin embargo, ¿Hasta que punto estos estratos sociales seguirán apoyando al Presidente Hugo Chávez Frías mientras el sistema siga adoleciendo de eficacia?, ¿Hasta cuando Hugo Chávez Frías contará con el respaldo de estos sectores mientras la crisis económica siga agudizandose y el desempleo siga creciendo?. Es interesante observar que se sigue creyendo en el líder mesiánico, las esperanzas de un futuro mejor solapan el hambre que están padeciendo estos estratos sociales.

Asimismo, como muy bien lo señala Lipset: «…en toda democracia existe la amenaza constante e intrínseca de que los conflictos entre los distintos grupos, que son la savia del sistema, pueden cristalizar hasta correr el peligro de una desintegración social. Por lo tanto, además de la eficacia, entre los requisitos claves del sistema político democrático figuran condiciones que sirven para moderar la intensidad de la lucha partidista.» En este sentido, en los actuales momentos, se solapan dos tipos de conflictos latentes en el país, uno de vieja data y que permitió a Chávez asumir la presidencia, como lo es la falta de una distribución equitativa de la renta nacional, la cual ha desencadenado una división de clases, que ha sido exacerbada por el verbo del actual mandatario y, por otra parte, la lucha por el poder entre dos viejos ‘amigos del alma’, lo cual se agrava ante el hecho de que ambos provienen de las filas castrenses; si estos dos conflictos se entrecruzan o interconectan, desapareciendo sus barreras, aunado a la falta de una conciencia de ambos actores de evitar el conflicto a través de las reglas del juego político, de aliviar tensiones, Venezuela puede verse sumergida en una implosión/explosión expresada en violencia física, nada deseable para una población que desea vivir con tranquilidad y en paz.

En ese contexto, se aprecia un sistema político caracterizado por una tensión con picos altos y bajos, de poca moderación, con niveles preocupantes de intolerancia política y que se debilita en la medida en que se permite divisiones societales, de ciudadanía y «negociación colectiva» acumuladas; a ello se suma, la falta de opciones políticas que sirvan de balanza al enorme poder que ha acumulado la V República, permitiéndo de esta manera que el individuo o el grupo tengan una perspectiva extremista.

En estas condiciones en que se encuentra el sistema político venezolano, se puede hablar de que estamos en presencia de una democracia bastante debilitada, un sistema democrático inestable, que permite abrirle paso a un tipo de Régimen híbrido: «dictablandas» y/o «democraduras», con el agravante de encontrarnos con un electorado que se pronunció el 06 de Diciembre de 1998 en búsqueda de alguien que representará Autoridad y que podría todavía estarlo buscando, ante el hecho de no haber internalizado que la única vía de salir de la crisis es a través de la unión de esfuerzos o, más bien nos podemos encontrar con sectores sociales que habiendo tomado conciencia de ello, no saben cómo participar, debido a la cultura del Padre Estado que se ha enquistado en nuestra sociedad gracias a los ingresos petroleros; sin embargo, existe un pequeño porcentaje de la población representada en la sociedad civil organizada que ha estado buscando su espacio entre el Estado y lo privado, y, quizás, con este nuevo proceso que esta viviendo la sociedad venezolana, ésta se de cuenta que el camino puede ser otro.

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