Opinión Nacional

Idi Amin, Extraterrestres y Capaya como cuna del Libertador

“Si una sola de estas fotografías fuera cierta”; esta sugerente frase, escrita en un punto pequeño, y a la que se le ofrece toda una página en los preludios del libro “Los Visitantes” del escritor español J. J. Benítez, donde se hace un compendio de las más famosas fotografías de OVNIS de la historia, es un inquietante argumento para quienes se niegan a creer en la existencia de extraterrestres, que no sólo habitan otros planetas, sino que a ratos se aventuran a visitarnos, y además, permiten ser capturados por el obturador acucioso de algún aficionado al pasatiempo de Daguerre y otros obsecuentes de la imagen.

Idi Amin Dada no tiene a saber ninguna relación con el mundo ufológico, fue más bien un africano de quien Wikipedia, dice entre otras cosas: “Apoyado por el ejército, estableció un régimen de terror y una política genocida que llevó a la muerte a más de 300.000 ugandeses, principalmente de las etnias lango y acholis. Inició una guerra civil encubierta y se hizo famoso en el mundo por sus excentricidades y su crueldad.”
Estimo prudente no creer sin perspicacia todo lo que sale en los medios, conformarse con la semblanza de “Wiki”, sin echarle un ojo a otras fuentes, puede ser por lo menos inconveniente. De todos modos el reconocido portal cibernáutico no especifica la cifra; léase: “más de 300.000 ugandeses”.

¿Puede algún incrédulo frente a las innumerables fotografías de supuestos OVNIS del libro “Los Visitantes”, mantener su integridad escéptica aun cuando el origen geográfico de las mismas revela los más remotos lugares del globo (México, Italia, Rusia, China, Brasil y pare usted de contar)? Testimonios disímiles en cuanto a temporalidad, procedencia étnica, calidad fotográfica, etc.

El libre albedrío nos permite desconocernos hasta a nosotros mismos. La duda también es libre. Y la ley de probabilidades, entiendo, otorga a quienes creen que los terrícolas estamos solos, al menos un uno por ciento de posibilidad de que puedan estar en lo cierto.

Cuán difícil es realmente, por lo general, discernir la verdad de las cosas, debido a la necesidad que tenemos de que todo se investigue y se respalde con pruebas irrefutables antes de llegar a una conclusión definitiva acerca de un tema cualquiera; con razón en cuestiones del Derecho las leyes blindan al extremo la seguridad del débil jurídico mediante dictámenes como este: “Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario”.

¿Pero es tan improbable la idea de que Idi Amin Dada pueda ser considerado un asesino “si al menos una de esas más de 300.000 muertes fuera cierta”, en comparación con el hecho de creer en la vida extraterrestre?
Si los extraterrestres existen y no quieren dejar clara ante nosotros la verdad de su existencia, son bien astutos, porque no han aportado nada contundente que permita identificarlos como tales, dada su presunta incursión aérea, veloz, nocturna, etérea, etc., características que no parecen acompañar a quien en su vida de exitoso boxeador llamaban “el tonel”.

De manera que la verdad histórica es bien incierta; porque en cuestiones mediáticas al parecer cada quien jala la brasa pa su sardina. No pudiendo uno agarrarse de nada bueno o malo que se haya dicho de nadie (Aristóteles, Ghandi, el Che, Rosa de Luxemburgo, Ronald Reagan, Pete Rose, Max Weber, Guaicaipuro, Allende…)
En fin… si hasta el mismo Simón Bolívar a quien durante mucho tiempo creímos hijo de la sucursal del cielo, ciudad de los techos rojos, Caracas; ahora parece que nació en Capaya.

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