Inestabilidad de nuevo
Ocho años lleva la revolución en el gobierno. Ocho años de enfrentamientos contínuos. Es mas que un estilo, es la forma de gerenciar: Por conflicto.
Desde enero, se dijo que se aceleraría el proceso y se lo hizo. Producto de ello, se volvió a la crisis. La inflación se hizo presente, la escasez de productos básicos. La razón, algún burócrata prohibió importaciones, se restringio la entrega de divisas.
El partido único, decisión del jefe, no termina de arrancar. Le han puesto de todo, incluso los bienes públicos, pero no deja de ser un arreo contínuo. Las escuelas disfrazadas los fines de semana sin publico, sin vida, sin ánimo ni entusiasmo. El fervor desaparece.
La respuesta, acudir al manido golpe, al magnicidio, a nuevos ataques del imperio, incluyendo a Colombia. Ya eso no provoca impacto. La amenaza si.
Se dejan filtrar informes en donde se retoman términos como » escuálidos» tan pasado de moda, pero no se acepta que oponerse al proceso es legítimo-en democracia- es deseable y necesario.
Manejan todo el poder y lo malo que sucede es de su sola responsabilidad. Pero aún hoy se habla de golpe en 2002, hace nada menos que cinco años. Pena.
La incompetencia, no se lo admite, es de gerentes fracasados sin experiencia. Es el drama de un líder único y todopoderoso. Que habla y no escucha.
La violencia puede ser la salida que buscan, para que la revolución entre al fin en la etapa del terror. En donde los ciudadanos callen por miedo, puro y simple, pues lo que está en juego no es la exclusión sino la muerte. Terrible e irreversible. Las bolsas negras, los hospitales de campaña no son la solución, son el inicio de un conflicto que el pueblo venezolano no desea.
