Opinión Nacional

Juan Pablo II “El Grande”

La vida de un ser humano excepcional puede medirse sólo en base a sus logros, a su amor por la humanidad, por la libertad y la justicia social, a la inalterabilidad de sus convicciones a través de los años y a la profunda huella que sus acciones dejan en la historia.

Es sumamente difícil resumir en unas pocas líneas la proeza de una vida dedicada al servicio de sus semejantes. Juan Pablo II fue uno de esos titanes que llevan el fuego sagrado en el alma, hombres cuya constancia y ejemplo transforman épocas y aleccionan con cada acto y palabra a millones de seres humanos en busca de respuestas a sus dudas y redención para sus vidas.

Muchos son los meritos de este ilustre hombre de Dios que nos abandonó, fatigado por el peso de largos años de luchas y golpeado por la inclemencia de las enfermedades. Su juventud quedo marcada por la ocupación nazi en su Polonia natal, lo que genero en su alma recia e indomable una pasión por la libertad y los derechos humanos, muchas familias judias salvaron sus vidas, gracias a al intervención del entonces joven actor Karol y sus actividades clandestinas en la resistencia. De allí su repulsión a las tiranías, cualquiera fuese su color, y durante toda su carrera como Sacerdote y Profesor Universitario mostró una fuerte resistencia al Comunismo que oprimía por entonces a su patria y otras Repúblicas de Europa Oriental teniendo como centro de mando Moscú. Una vez elegido como máximo prelado Católico, en 1978, su férrea oposición al totalitarismo soviético continuó inamovible y lo convirtió en artífice de lo que seria la caída del Muro de Berlín en 1989 y el fin del Bolchevismo luego de 7 décadas de tiranía. Su amistad y apoyo irrestricto a Lech Walesa, líder del legendario movimiento “Solidaridad”, el contenido de sus encíclicas y discursos orientados hacia el tema, son una muestra del coraje y valentía con la cual desde su Estudio del Vaticano se enfrento a los Rojos apoyado por lideres mundiales como Ronald Reagan y Margareth Tatcher entre otros.

Su intenso peregrinar por el mundo dejó en nuestros corazones y en nuestra memoria la imagen de un hombre cercano al pueblo, lejos de la tradición Vaticana de los Prelados inalcanzables e inaccesibles para las masas. Con Juan Pablo II, la iglesia católica bajó de sus pedestales y se acercó a la gente. Las continuos viajes del Papa hacia los rincones más diversos de la tierra llevaron fe y esperanza a millones. En 1.998 viajó a Cuba en uno de los hechos más representativos de la historia universal al visitar el último bastión del comunismo estalinista en el Mundo, donde la fe católica era perseguida y contraria a la política oficial, fue un acérrimo crítico de la política exterior de los Estados Unidos oponiéndose con todas sus fuerzas a la injustificable invasión de Irak en 2003. Combatió el régimen del Apartheid que imperó en Sudáfrica durante un siglo y fue testigo de excepción de la llegada al poder de Nelson Mandela, otra gran joya humana, el primer hombre de color en presidir los destinos de África del Sur. Inolvidable fue su visita a tierra santa en 2000, allí visitó el monte Nebo donde Dios, según la tradición bíblica, permitió a Moisés ver la tierra prometida antes de su muerte y recorrió los lugares en los cuales Cristo desarrolló su peregrinar e impartió sus enseñanzas.

Su comprensión acerca del mundo y su continua evolución fueron decisivas para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y el Estado de Israel en 1994, no sin dejar de defender el derecho del Pueblo Palestino a su autodeterminación. Su sentido de la apertura lo llevaron a reunirse con líderes de las distintas religiones, especialmente con los Cultos Ortodoxos Griego y Ruso así como con los musulmanes y los Judíos. Fue capaz de pedir perdón a la humanidad por los excesos cometidos a lo largo de tres siglos por la Santa Inquisición, autora de los crímenes mas horrendos y atroces que la memoria humana recuerde, llevó la fe católica a los Jóvenes de todo el mundo quienes siempre lo tuvieron como un amigo entrañable y hombre ejemplar. Se recuerda también su decisiva influencia como mediador entre Chile y Argentina cuando ambas naciones estuvieron al borde de la guerra por el recordado conflicto del Canal de Beagle en la Tierra de Fuego, en 1987.

Fue Juan Pablo II, Karol Josef Wojtila un hombre santo, pero también un estadista con una sagacidad y olfato político extraordinario, un tenaz defensor de la libertad y de la justicia social, de la dignidad humana y que dio a la Iglesia Católica un rostro más humano y realista en un mundo continuamente cambiante. Llamarlo Juan Pablo II “El Grande” no es un atrevimiento, es un justo reconocimiento a su vida ejemplar y su impronta inmortal, el peregrino de Dios, icono referente para la humanidad futura y sin lugar a dudas uno de los Hombres más grandes de todos los tiempos. Honor y Gloria a su obra y paz eterna a su alma buena.

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