Opinión Nacional

Juego de Trampas

Parece que a los venezolanos nos ha caído una especie de maldición gitana la cual nos tiene presos de nuestras propias acciones. Hace 9 años caímos en la trampa de pensar que sacando a CAP del gobierno todos nuestros problemas se solucionarían, luego y como consecuencia de esa circunstancia infausta caímos en la trampa de elegir a Caldera Presidente pensando que él tenía la capacidad y el liderazgo para devolverle al país el rumbo perdido. Caldera a su vez cayó, por irresponsable hay que decirlo, en la trampa de pensar que indultando a Chávez se quitaba de encima un incomodo preso que una vez en la calle perdería toda su fuerza. En el 98 caímos en la trampa de pensar ingenuamente que la revolución chavista nos traería los cambios urgentes y necesarios que requería nuestro país. En el 99 caímos nuevamente en la trampa chavista al pensar que la constituyente nos abriría el camino de la Venezuela que todos queremos, sembrando las bases de un estado nuevo y de cara al futuro. Desde entonces hemos venido consuetudinariamente cayendo en las trampitas de este desgobierno de Hugo Chávez que nos ha ofrecido diálogos, cambios, rectificaciones y mil espejitos más, mientras por detrás va montando su nefasto proyecto trasnochado de convertir nuestro país en un mar de felicidad socialistoide al mejor estilo cubano. Tomamos conciencia y cogimos la calle, sin miedo despertamos a luchar no solo por lo que es nuestro sino por todo aquello que le pertenece a las generaciones por venir. Protestamos, pataleamos y marchamos hasta que finalmente llegamos a la huelga del 9 de Abril, no hace falta decir que fuimos victimas de la más monstruosa trampa concebida por gobierno venezolano alguno cuando marchamos a Miraflores para que el Silencio terminara bañado en sangre derramada por las desalmadas hordas de asesinos al servicio de este desmadre que ellos llaman revolución. Pasó lo que pasó, Chávez como buen cobarde renunció y volvimos de nuevo a caer en una trampa al pensar que todo había terminado. Los resultados son por todos conocidos.

Algunos cayeron de nuevo en relucientes trampitas y atendieron los llamados al diálogo y creyeron en las promesas de rectificación, otros no fueron tan inocentes y denunciaron con firmeza el trasfondo de aquellos diálogos sin futuro. Llegó la enmienda y todos la vimos como la solución idónea a esta terrible crisis, pero los relojes de la crisis corren a paso más acelerado que aquellos de la convocatoria al referéndum, habrá que esperar. Llegaron las querellas y con ellas la decisión del Tribunal Supremo de admitirlas, entusiasmo en las calles, el juicio es la salida, para al final del día nos dimos cuenta de que esas querellas tendrán obligatoriamente que pasar por las manos del inefable Fiscal, pero hay más, García Carneiro se encargó de recordarnos que no acataría decisiones “amañadas” que desconocieran o pretendieran salir de su Presidente, como bien lo decía alguien, Chávez nos es CAP que acató como un auténtico demócrata la decisión de la Corte. No pueden haber salidas institucionales en un país donde no existen las instituciones independientes. Volvimos a marchar y fuimos más, gracias a Dios no caímos en la trampa de traspasar las barreras de la esquina de Pelota, nos fuimos entonces a la Carlota, pero llegó un grupo de opinadores de oficio que han hecho del social civilismo su partido político a decirnos que eso era ilegal, que teníamos que acatar las instrucciones del gobierno, es decir, tenemos que marchar y protestar cuando el gobierno nos diga, donde nos deje, y de la forma que nos lo indique, que bolas! Con el debido respeto que me merecen, pero por favor señores no sigan cayendo en las trampas de este desgobierno comunistoide y bananero.

Mientras tanto la arena se precipita dentro de los relojes. Tenemos un reloj económico que corre vertiginoso anunciándonos el estallido de una de las más terribles y profundas crisis que haya atravesado nuestro país. Con un déficit fiscal monstruoso acechándonos, unas arcas vacías de donde ya no se puede ni rasguñar recursos, unos paños calientes que no mejoran al enfermo y una absoluta incompetencia de quienes están al mando de las finanzas públicas. Irónicamente, todo ello ocurre dentro de una de las tendencias alcistas más sostenidas que ha tenido el petróleo en los últimos años. Los inmensos ingresos obtenidos por este desgobierno superan los Ochenta Mil Millones de Dólares en los últimos tres años, sin embargo no hay una obra importante que se pueda exhibir, no ha habido inversiones nuevas de las que alardear, solo los miembros del oficialismo han alcanzado a beneficiarse de semejante lluvia de dólares, solo ellos, sus amigos y los círculos chavistas, los cuales todavía no tenemos ni la menor idea de cuanto nos han costado a todos los venezolanos y peor aún cuanto están aún por costarnos.

En paralelo corre un reloj que nos marca el posible estallido de una crisis social de proporciones desconocidas para los venezolanos. Producto inevitable de la crisis económica que ha postrado el aparato productivo. El desempleo en aterrador aumento, hay más de dos millones de venezolanos que no perciben ningún tipo de ingresos. La ausencia total de nuevas inversiones que permitan su recuperación, el cierre de fabricas y empresas, la cesta alimentaria por las nubes, la clase media en extinción, los ricos quebrados y los más pobres, siempre los que más pierden, en condiciones de incapacidad de cubrir sus necesidades más básicas. Todo ello sumado al concurso de odios que tan arteramente este nefasto régimen se ha encargado de sembrar en esta tierra buena que nunca como hoy ha conocido de resentimientos sociales, raciales o religiosos. Si de algo podíamos enorgullecernos los venezolanos es que siempre fuimos uno de los países con mayor permeabilidad social en Latinoamérica, un pueblo joven producto de la más variopinta mezcla del indio, el negro y el blanco.

Al reloj militar, mejor es no referirnos para no meternos en camisa de once varas, eso sí que no nos quede duda, de que esta corriendo, esta corriendo.

¿Que nos queda? La desobediencia civil! No parece haber más salida, ya no se trata de querer practicarla por razones políticas o personales, no, es nuestra responsabilidad ante la patria y ante la historia. ¿Que mayor expresión de desobediencia civil que la huelga general indefinida? Nos llegó la hora de restearnos por ese país que todos soñamos y de acabar con esta pesadilla que día a día vivimos. La huelga solo podrá ser convocada por la CTV y las demás organizaciones que se le sumen, pero es nuestra responsabilidad estar dispuestos a apoyarla sin restricciones de ninguna índole. Ya no podemos darnos el lujo de seguir cayendo en trampas.

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