Opinión Nacional

La beligerancia de los Periodistas, un problema mundial

El abominable asesinato del periodista norteamericano del Wall Street Journal, Daniel Pearl, ventila un problema mundial que hoy se reproduce en Venezuela con menor intensidad pero que no deja de ser preocupante.

En un excelente articulo publicado en el diario The Independent de Londres el pasado 23 de Febrero, el británico Robert Fisk, la voz periodística mas calificada sobre asuntos del Medio Oriente, argumenta que aun cuando los medios de comunicación occidentales no pueden ser responsables del degollamiento de Pearl, la beligerancia y falta de equilibrio de reporteros y camarógrafos han erosionado la neutralidad y decencia de una profesión que en el pasado sirvió para salvar la vida de los periodistas.

Fisk, quien recientemente fue confundido con un «yankee» y golpeado salvajemente por una horda de Afganos que habían perdido sus familiares en un bombardeo norteamericano, asegura que con contadas excepciones los periodistas nunca habían sido blancos deliberados de las partes en conflicto. Para Fisk, el periodista siempre fue un testigo imparcial, y que aun los combatientes mas extremistas así lo entendían ofreciendo incluso protección. Sin embargo, Fisk argumenta que en los últimos 25 años se ha producido una «lenta, dolorosa y peligrosa erosión de nuestro trabajo.»

De acuerdo a Fisk, la protección a periodistas de guerra comenzó a deteriorarse en los conflictos del Líbano, Argelia y Bosnia; y siguió desintegrándose en Vietnam. Aun cuando en las dos guerras mundiales éstos trabajaron uniformados para poder optar a la protección que ofrece el Convenio de Ginebra, fue en Vietnam cuando comenzaron a utilizar uniformes, cargar armas y disparar abiertamente contra el «enemigo comunista» sin que sus respectivos países hubiesen declarado oficialmente la guerra. Asimismo, en la Guerra del Golfo de 1991, los reporteros de la televisión norteamericana y británica vistieron la prenda militar y aparecían camuflajeados frente a la pantalla del televisor mientras que en las montañas del norte de Irak otros periodistas vestían los tradicionales trajes de la oposición Kurda. Recientemente en el contexto de la «guerra contra el terrorismo», pudo apreciarse reporteros en Peshawar utilizando sombreros Pushtun, y al periodista de CNN, Walter Rodgers, vistiendo en Kandahar un uniforme de la marina de guerra norteamericana. Igualmente, el periodista Geraldo Rivera de la cadena Fox, llegó a Jalalabad portando un arma y con la intención de «matar con sus propias manos» a Osama bin Laden.

En Venezuela, los periodistas también se han uniformado. El analista político y periodista Augusto Hernández, asegura en su articulo «El coronel tiene quien le escriba» del pasado 11 de febrero, que sus colegas «chupamedias» colaboraron con el «show mediático» del coronel Soto al seguir las «instrucciones precisas» que circularon el día anterior por correo electrónico y que instaban a ubicarse estratégicamente para asegurarle al insubordinado militar pleno acceso a los medios de comunicación. Hernández coincide con Fisk cuando sostiene que «aún en la guerra está prohibido que un soldado se haga pasar por corresponsal de prensa o que un periodista ande armado. El rol del periodista es sagrado y su imparcialidad debe estar por encima de toda sospecha.»

En este contexto «golpista», Álvaro Agudelo describe en su articulo «El golpe constitucional» del pasado 27 de Febrero, la decepción que sufrieron los periodistas que acudieron al Fuerte Tiuna con motivo de la rueda de prensa convocada por el Alto Mando Militar. En lugar de pronunciarse a favor de la renuncia de Chávez, el General en Jefe, Lucas Rincón anunció «la defensa del orden constitucional, [y] un reconocimiento inequívoco al presidente de la República.» Agudelo asegura que la expectativa de «golpe» se esfumó rápidamente, los canales de televisión se retiraron y dejaron de transmitir las señales del evento, y entre los periodistas solo reino la frustración.

El brutal asesinato del periodista Daniel Pearl, así como la golpiza que recibió Fisk y que paradójicamente fue publicada en un titular del propio Wall Street Journal aduciendo un «merecido castigo multicultural», no tienen ningún tipo de justificación. En Venezuela tampoco podríamos justificar las agresiones contra reporteros y camarógrafos, y responsabilizar únicamente a los medios de comunicación. No obstante, la credibilidad y legitimidad del periodista esta siendo vulnerada progresiva y sistemáticamente por quienes han asumido una posición política beligerante y buscan afanosamente un golpe militar de derecha. Como bien lo dice Fisk, «el reportero se ha convertido hoy en un combatiente» en lugar de cuidar por la decencia y honorabilidad de la profesión.

Referencias:

Álvaro Agudelo: «El golpe constitucional.» El Mundo, 27 de Febrero de 2002.

Robert Fisk: «Journalists are now targets – but who is to blame for this?» The Independenet, 23 de febrero de 2002

Augusto Hernández: «El coronel tiene quien le escriba.» Últimas Noticias, 11 de Febrero de 2002

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