Opinión Nacional

La Carlota: Promesa incumplida

Hace once años el Presidente prometió transformar a La Carlota en un parque. En ese lapso la base militar ha sido utilizada como sede de festivales, bonches y circos, le colocaron una costosa y ya desvaída reja de metal, destruyeron edificaciones y hangares, para luego construir otros. Se hicieron movimientos de tierra para construir viviendas, se manejó la idea de un parque tecnológico, ha sido empleada para exponer carpas para damnificados, distribuir electrodomésticos, almacenar autobuses y quien sabe qué cosas más. Ahora tenemos una concretera y en lugar del parque acuático de Fruto Vivas -para citar uno de los proyectistas- ruido y polvo, el insoportable rugir de aviones y helicópteros, y el creciente tráfico en los alrededores.

Vecinos, arquitectos y urbanistas, al margen de preferencias políticas o escuelas de pensamiento coinciden en la necesidad de un «parque verde», también en el manejo flexible de la pista de aterrizaje en una ciudad vulnerable como es Caracas. No menos importante han sido los planteamientos para mejorar la vialidad Norte-Sur, reubicar indigentes, limpiar el Guaire y entregar a los ciudadanos 105 hectáreas de áreas para deporte y sana recreación, que podrían estar integradas al ya saturado Parque del Este.

Foros, declaraciones a la prensa, artículos de opinión y algunas, admito que tenues y muy civiles protestas de calle, se han realizado en estos 11 años. En este momento se efectúa un concurso de proyectos con participación internacional y ya han llegado más de 50. No se trata de simples ideas, sino de proyectos desarrollados por profesionales de alto nivel, equipos integrados por gente que domina el tema, como informa el Dr. Marco Negrón. Una proporción de los mismos proceden del exterior, ya que el tema ha trascendido las fronteras. El Presidente guarda silencio, como lo hace con la inconclusa reparación de Parque Central, el deterioro de los planteles educativos, los problemas de la calidad del agua en Aragua, Carabobo y Monagas, el pésimo estado de la vialidad, el hacinamiento en las cárceles y la inseguridad.

Eso sí, emplea buena parte de su tiempo en insultar, destruir y prometer, tres de sus verbos favoritos hasta que incluyó el de vivir por razones que todos conocen.

¿Suplicar?

No puedo suplicarle al Presidente que cumpla su promesa. Vivimos en una república y no en un reino. El Presidente es un empleado, el de máximo nivel, de los ciudadanos y está allí para satisfacer las demandas de los mismos.

Así, que como otros miles de ciudadanos y vecinos de La Carlota, exigimos que cumpla lo prometido porque ese es su trabajo y existen otros venezolanos que también quieren vivir. Porque el estamento militar necesita, con urgencia, mostrarle al país una mejor imagen que circos y espectáculos con un vociferante y desgañitado animador gritando desde una base militar «no volverán» como escuchamos hace unos días. Mejorar las condiciones ambientales no es un lujo, es una necesidad imperiosa.

 

 

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