Opinión Nacional

La firma de mi madre

(%=Image(3848937,»L»)%)Mamá tiene noventa años, desde hace tres, se encuentra aquejada de grave enfermedad. Sin embargo en los dos últimos años siguió paso a paso lo que sucedía en esta tierra. Su limitación física no impidió observar el desenvolvimiento del llamado “proceso”, mediante la atención prestada a la radio, televisión y titulares de prensa. Al final de su vida no lograba entender lo que sucedía, el desplome de su entorno social y político.

Expresaba con frecuencia su asombro ante el derrumbe institucional, la pérdida de modales en el quehacer político, su rechazo al lenguaje y la forma de actuar del liderazgo.

Su preocupación: el futuro de este país y de todos nosotros, en especial, sus nietos y bisnietos.

Al seguir día a día los acontecimientos, su angustia crecía, veía como nos acercábamos irremediablemente a salidas no democráticas, convencida, de que este país no debía retroceder, que las vivencias de medio siglo no se perderían. Su familia, en la primera parte del siglo pasado, había vivido en carne propia la experiencia totalitaria de la dictadura Gomecista. Los primeros años de su vida, fueron marcados por las prisiones de su padre, el periodista Eduardo Porras Bello, ello significó penuria y ostracismo. De allí, el fuerte rechazo a cualquier forma de autoritarismo y de gobierno militar por una parte y por la otra, la convicción democrática de la familia. En su mente, la oportunidad de cambio se relacionaba con el ejercicio del voto directo y secreto, tal como lo había ejercido con toda libertad en la segunda parte del siglo pasado. Esta convicción democrática fue trasmitida claramente a mi generación.

De allí que disfrutó inmensamente la movilización ciudadana, la presencia en la calle de ese nuevo actor: la sociedad civil, expresión de las inquietudes del ciudadano común. Acompañó desde su mecedora, concentraciones y marchas, observó con angustia la creciente violencia callejera, desconociendo la conducta agresiva y grosera, tan lejana a su experiencia personal, de un pueblo alegre, colaborador y alejado de la violencia.

Al surgir las propuestas institucionales, insistió en que procediéramos de inmediato a chequear su estatus en el registro electoral, descubriendo que como consecuencia de un cambio de residencia anterior, debíamos actualizar los datos, así lo hicimos. Ratificada su inscripción, participó en el Firmazo, quedando admirada de la organización del evento, de la colaboración vecinal y de la cobertura de los casos especiales, como el de ella, incapacitada a acercarse al centro establecido. En ese momento expreso su contento por ejercer su derecho, firmo con claridad las múltiples planillas. Estaba convencida de que ese era el camino para iniciar el regreso a la normalidad democrática.

En su oportunidad, aplaudió la solución negociada, se identificó con las nuevas generaciones al frente del proceso de recolección de firmas y sintió que se despejaba la vía institucional para salir de la crisis.

Es así, que a pesar de su debilitamiento progresivo, de la pérdida de facultades físicas, nos llamase la atención sobre su participación en las fechas establecidas por el CNE para la recolección de firmas solicitando el Revocatorio del Presidente de la República.

La excelente organización de la sociedad civil, permitió que con anterioridad, los responsables por la operación en nuestro vecindario, nos visitasen a fin de ratificar la necesidad de incorporar el caso a la modalidad itinerante. Nos suministraron la información, incluyendo la copia de demostración de la planilla. En las instrucciones suministradas quedó claro, que en el caso de existir la imposibilidad física de llenar el reglón respectivo, un miembro del grupo familiar podría llenar los datos, facilitando al enfermo concentrarse en la firma y huella dactilar.

Así lo hicimos ante los dos testigos que acompañaban al responsable de la operación el día señalado, yo personalmente llene los datos, mamá con mucho esfuerzo, luego de haber sido informada por el coordinador de lo que firmaba, firmó y estampó huella dactilar. Quedo tranquila, con esfuerzo y tenacidad había podido cumplir con su obligación, de esta manera contribuía como ciudadana al objetivo común de la solución negociada.

Es por ello, que observamos con pesar, el destino de firmas como la de mi madre, las cuales expresan responsablemente la opinión y voluntad de un ciudadano, en un acto totalmente acogido a derecho. El acto contó con la presencia de un coordinador y dos observadores, los cuales pueden atestiguar a) la incapacidad física del firmante de llenar el reglón correspondiente en la planilla, b) la sugerencia del coordinador de que un familiar llenase dicho reglón, c) la consulta, al firmante de que estaba consciente de lo que firmaba y d) la recolección de la firma y huella dáctilar.

Al momento de escribir estos párrafos desconocemos la decisión definitiva acerca de los resultados de la consulta, confiemos en que los esfuerzos de cientos de ciudadanos como mi madre, conscientes en la etapa final de su vida de su responsabilidad y de sus derechos, sean tomados en cuenta, respetando el derecho de cada ciudadano de participar en la solución acordada.

(*): Caracas, 27 de febrero de 2004

(**): Venezuela Analítica se suma al duelo de la familia Izaguirre Porras por el fallecimieto, la madrugada del 5 de marzo, de doña María Cristina, a quien Maritza Izaguirre dedica este artículo por su tesón y esfuerzo para defender la democracia del país

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