La fórmula vicepresidencial
Se dice que Gómez es el fundador del Estado moderno en Venezuela, luego de
vencer a los caudillos regionales y caciques locales que lo impedían. Y,
forzado por las circunstancias, realizó un aporte importante al eliminar las
vicepresidencias no sin exhibir a dos civiles en el ministerio de la
Defensa, una paradoja ciertamente aleccionadora.
No comprendo cabalmente la fórmula vicepresidencial, pues, no hizo falta
siquiera para el éxitoso trámite que siguió a la renuncia de Pérez en 1993.
Funcionaron las instituciones en medio de las dificultades.
Podrá hablarse de un sucesor legitimado por la votación popular que,
súbitamente, puede cumplir roles estelares. De este lado del mundo, surge en
sustitución de la figura del primer ministro para coordinar a la
administración pública y presidir dos Consejos, soprendidos tanto por la
promoción a la Fiscalía General de la República, a la vez que mantiene las
responsabilidades adquiridas en una comisión presidencial, como por la
edición oficial de su obra poética y el carácter estratégico (y no
operativo) de dirección y apoyo tecnopolítico brindado, según el extenso
encartado de la prensa del último día del año pasado.
Es cuestión de ver más de cerca las previsiones del texto constitucional. No
obstante, llama la atención la atención la reciente designación de Adina
Bastidas, independientemente de nuestra posición frente al régimen.
Expresa una jugada maestra frente a los otros aspirantes que, por lo
general, no los respalda una éxitosa gestión en las responsabilidades
encomendas. Y, también, el acierto de ascender a una mujer que, no por
tal, parece lo suficientemente experimentada en el ámbito técnico,
indispensable combinación para el conductor del Estado.
En los días venideros, probablemente descubramos al otro oficialismo:
seguidores con una visión más serena del país que se desea, capaces de
la eficacia y de la eficiencia necesarias para darle sustancia a la
diferente legitimidad que se ensaya. Quedarán atrás las campañas electorales
y los más encendidos protagonistas que creyeron en una promoción o ascenso
automático al gobierno, sin que les angustiara en demasía el arte y la
ciencia de llevarlo adelante.
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