Opinión Nacional

La hora de la oposición

Los procesos políticos históricos, por lo general, son cíclicos e igual que aparecen, desaparecen. Sobre todo aquellos que se basan en un liderazgo único.

En nuestro país se instauró un proceso democrático que se estabilizó a partir de 1958. El liderazgo de Rómulo Betancourt, entre otros, inspiró esta nueva etapa en la vida republicana de nuestra Venezuela. Este periodo, de la instauración de una democracia moderna, se vio frenado como consecuencia del vacío de liderazgo que se sucedió entre 1988 y 1998 cuando fueron electos dos fósiles políticos, que desconociendo el principio de la alternabilidad democrática, optaron por regresar al poder en los periodos del 1989 al 1998. Los líderes democráticos emergentes de los sesenta, formados dentro AD y Copei, fueron ignorados y no es por casualidad que en 1998 fue electo democráticamente como presidente un militar golpista, Hugo Chávez.

En ese momento se abre un nuevo ciclo con la instauración de un proyecto militarista de dominación del neo-comunismo internacional en Venezuela, bajo la influencia política de los Castro desde Cuba. El chavismo empieza por acabar con el sistema de partidos existentes conformando un nuevo partido, el PSUV, organizado y alimentado con fondos públicos, que pronto alcanza una popularidad inusitada. Montado sobre la ola de esa popularidad circunstancial, lograda mediante un populismo desbordado, avanzó en el control político gradual de los poderes del estado. Bajo una nueva constitución y tomando un disfraz democrático, ante un poder electoral sumiso y sin una oposición organizada, va ganando terreno electoral para imponerse en un sinnúmero de elecciones que le crea una legitimidad internacional bien justificada frente a una oposición desmoralizada. En el 2007, cuando se dispone a dar el zarpazo definitivo hacia la constitución de un estado comunista, recibe la primera derrota electoral, al ser rechazados por el electorado, los cambios constitucionales que conducían al país a un marxismo al estilo cubano. Esta derrota electoral deja entrever que la cultura democrática del país, adquirida a partir del periodo iniciado en 1958, esta latente en la sociedad civil y que la aventura chavista tiene su tiempo contado.

Aun bajo la derrota electoral de la reforma constitucional, Chávez insiste en la aventura marxista, manejando a su antojo el estado y las leyes como que si los venezolanos fuéramos unos idiotas y no conociéramos las diferencias entre la democracia liberal y el comunismo aberrante. El populismo se magnifica, la hegemonía comunicacional se lleva a niveles inauditos y el chavismo se fortifica en las clases populares a su máximo grado.

Pero entonces ocurre que la oposición decide unirse bajo un mando colegiado desde donde empiezan a surgir criterios únicos, programas y lo más importante, nuevos líderes. La oposición comienza a ganar terreno en la opinión del venezolano común, aun contando con un acceso limitado a solo algunos medios de opinión. El estado chavista se convierte a su vez en un engendro de corrupción e incompetencia, lo que repercute en la calidad de vida de los venezolanos, en especial la de los más pobres. Ante la intimidación, cada día más evidente, para forzar en la mente de los venezolanos el modelo de dominación castrista, se empiezan a observar signos de debilitamiento en el chavismo Para lograr mantener su popularidad recurre al acrecentamiento, muy marxista por demás, del culto a la persona del líder, “el iluminado de Sabaneta, hijo de Bolívar, espíritu de Zamora, imagen viva de Cristo reencarnado”. Pero lo que fue su fortaleza, la presencia del líder único omnipotente, se convirtió en su mayor debilidad al desaparecer físicamente Hugo Chávez. Como suele suceder en esos casos, a su alrededor no existía nadie que le pudiera hacer sombra en un ambiente pleno de aduladores, con mente militarista o radicales de izquierda, cuya misión de servicio es solo preguntar ¿Cuánto hay pa’ eso? Ahora el vacío de liderazgo esta del lado del chavismo. Su desaparición como fuerza mayoritaria en la democracia venezolana esta decretada por el destino próximo. Su ciclo esta por cerrarse. Tomará un mes, un trimestre, un año o dos. Esta por ver como se desenvuelve los eventos políticos futuros y que actitud asumimos los venezolanos de oposición y la firmeza de sus, ahora, líderes frescos.

La hora de la oposición ha llegado. El estado de crisis, en todos los órdenes, que ha dejado este nefasto fiasco castrista de 14 años se hace sentir con mayor rigor todos los días. En los últimos seis meses se ha manifestado en el orden electoral donde la oposición, cuando ha salido a votar evitando la abstención, ha demostrado que si es posible lograr avances significativos. Ahora contamos con los líderes del futuro en la política venezolana. Ahí están Capriles, Falcón, López, Ocariz, Blyde, Ledezma, María Corina, Miguel Ángel, Borges… y pare de contar. Dejemos que ellos sean los que nos indiquen el camino y no nos precipitemos en críticas y en descalificaciones ante las trampas y las perversidades del chavismo, que seguramente sucederán como un recurso para intentar dividirnos.

Las elecciones de Abril 2013 han abierto una oportunidad y soy de los que cree que la oposición es hoy mayoría. Lo mejor que pudiera suceder es que esta situación se refleje en el reconteo y la auditoria del CNE. Pero si no llegara a ser así, no desesperemos porque vendrán escenarios cuando la realidad del país haga despertar a más venezolanos del engaño de las promesas incumplidas y del desastre de la gestión socialista, ahora mas “madura” que nunca. De esta forma el chavismo quedará como un mal recuerdo en la historia política venezolana.

¿Qué pasará si Maduro logra legitimarse? Maduro no rectificará y seguirá con el mismo equipo de incompetentes que han llevado al país al desastre. En lo económico, no habrá inversión, las exportaciones petroleras seguirán declinando, la corrupción seguirá campante, la inflación y la escasez se multiplicaran. En lo político dentro del chavismo, con todos los animales del circo sueltos y sin su domador, se comerán entre si. Las protestas y el descontento social harán crisis y después de tiempos tenebrosos volverá la calma, con la oposición y sus líderes como protagonistas de la nueva Venezuela libre.

El CALMA Y CORDURA que solía decir Eleazar López Contreras, luego de la muerte del dictador Juan V. Gómez, es muy propicio en esta hora.

EDUARDO COLMENARES F. ABRIL 2013.

 

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