Opinión Nacional

La incertidumbre tomó otro rumbo

 La situación que devino de tan sobrevenida circunstancia, provocará en el corto plazo la ebullición de diversos problemas conectados con el dilema existencial que mantiene confinada a la política nacional razón por la cual el país se encuentra atascado en su desarrollo económico y social. Dicha situación obliga a procurar nuevas políticas que conduzcan a un cambio de resultados pues de lo contrario, el país empeoraría. Particularmente, cuando los mecanismos de resiliencia utilizados como recursos de gobierno frente al manejo de la crisis que asfixia economías rentistas o profundamente dependientes, como la venezolana, no son capaces de superar los contratiempos que son arrastrados por las corrientes de la improvisación convirtirtiéndose en pesados fardos de graves consecuencias.

De continuar incitándose decisiones elaboradas con base en consideraciones sectarias y respuestas cuya obtusa argumentación imposibilite la visión de la complejidad que caracteriza el devenir nacional, muy posiblemente se agraven aún más las actuales realidades. Con el agregado de que no hay coto predeterminado para evitar el deterioro que con seguridad podría venirse encima. Más aún, por los vientos que circulan, cualquier análisis prospectivo a partir de efectos observados en medio de una situación de crisis como la que podría generarse, de no corregirse decisiones equivocadas en sentido y dirección, no pintaría nada bien. 

El chavismo, a decir por las proyecciones realizadas en el curso de los últimos cinco años, ha venido malogrando importantes espacios políticos. Pero si además, ello se revisa atendiendo la deficiente gestión de gobierno caracterizada por las arbitrariedades cometidas en total discordancia con los lineamientos generales del plan de la nación, su resonancia comienza a mellarse, como en efecto habrá sucedido luego de remontar el duelo por motivo de la defunción del líder.

En virtud de los problemas asociados a tan perturbadores eventos, pareciera que el chavismo no correría con buena suerte. De sobrevivir, se verá afectado por una serie de heridas aunque sin muchas garantías de recuperación en un plazo inmediato pues sus filas habrán de caracterizarse por posturas de arrogancia, intimidación, soberbia, ineptitud e intolerancia, que sólo arrastrarán más problemas que harán emerger hechos conflictivos vinculados a actitudes egoístas, despóticas y afrentosas contexto éste en donde sólo podrán subsistir quienes asuman una conducta de hipocresía, subordinación o de adulación.

No hay duda de que vienen tiempos de oscuridad política dominados por problemas creados a consecuencia de este desmedido afán por conservar el poder político. Sobre todo, cuando muchas serán las incertidumbres que resultarán de la partida de Chávez. Buen número de ellas asociadas a posibles pérdidas de la base de sustentación política, de la legitimidad, de confiabilidad, credibilidad y hasta de proactividad toda vez que el régimen adopte una postura exclusivamente defensiva. Con esto quiere decirse que por ahora la incertidumbre tomó otro rumbo.

VENTANA DE PAPEL

CUAL NOVELA DE AMOR Y DOLOR

Los días que comenzaron a correr el 9 de diciembre, cuando Chávez volvía a La Habana a realizarse una cuarta cirugía a fin de confrontar el mal que padecía, el país político empezó a reescribir una novela de amor y pasión que iría contando, capítulo a capítulo, los percances y avatares que determinaron esos días hasta el epílogo escrito, narrado y vivido el 5 de marzo. Es decir, casi 90 días luego de aquella aparición por radio y televisión donde declaró quien sería su heredero político a cargo de sus funciones presidenciales. Ese lapso fue propicio para poner en ejercicio un habilidoso despotismo, con manejos arbitrarios del poder que llegó a juntar las mejores intenciones que permitieran una manipulación sin parangón frente a lo que podría ser Venezuela de faltar el presidente Chávez.

La trama de tan contrariada novela, se pasearon por la, la hegemonía de la revolución sostenida por la fuerza de Chávez. Los altibajos que tuvieron lugar en el ocaso vivido en tierras lejanas, significaron forzados guiones a los cuales le dieron el nombre de “partes médicos” sin que médico alguno los avalara. Así se esgrimieron decadentes argumentos. Aún así, los guionistas continuaron prestándose a tan burdas mentiras que sólo incitaban cuestionamientos pues era imposible que en medio de tan críticas condiciones físicas, el protagonista tuviera voluntad para mantener conversaciones de hasta cinco horas cuando su voz estaba impedida y sus habilidades también para firmar “de puño y letra” improvisados decretos. Lo que sí dejó ver tan entramados argumentos, fue una visceral pero encubierta lucha entre los diferentes factores del oficialismo por el poder sucesorio sin que ningunos de los contrincantes tuviese las condiciones y capacidades para producir cambios institucionales, civilistas y democráticos que están requiriéndose desde hace rato.

A pesar del encrespado y triste final, esta historia exaltó la apología que encarna el problema de una gestión conducida al margen de un proyecto nacional edificado sobre valores morales y principios éticos. Más, cuando la muerte coloca los cambios y delirios de la vida lejos del fragor diario que dan cuenta de la fragilidad y además, tenso y paradójico drama del esfuerzo humano. Todo esto hizo que tan difíciles momentos, se vieran cual novela de amor y dolor.

¿UN RECLAMO, UNA PREOCUPACIÓN O UN SENTIMIENTO?

Desde el calor del aula universitaria de la lejana Universidad Nacional de Córdova, Arianna Isabel Monagas Boada, se afincó más en su condición de venezolana que de periodista, para anotar en su blog “Venezuela bajo construcción”, el porqué de la supremacía de Chávez. En este sentido, escribió lo que “el Socialismo del siglo XXI” ha llevado a Venezuela a este presente”.

Al respecto apunta ciertas contradicciones que marcan “un presente en el que lloramos por una imagen de un hombre que aparentó ser un revolucionario anti Estados Unidos y aún el país es el tercer vendedor de petróleo de Gringolandia”. Sin embargo, su pluma hacer aforar sentimientos que asienten que: “Lloramos por un hombre que en su vida un día era católico y al otro despotricaba de la Iglesia Católica y ahora es más que un Zeus, Buda y Jesús juntos. Lloramos por un hombre que dejó estancada a Venezuela pues ese socialismo terminó siendo más capitalismo que cualquier otra cosa. No somos un país que se autoabastece, pues si así fuese, todas las familias tuviesen su Harina Pan al final de cada mes. Lloramos por un hombre que creo una utopía, por un hombre que se arrogó ser defensor de los derechos de los indígenas, pero antes de su muerte el cacique Yukpa, Sabino Romero, fue asesinado así como aquellos 80 yanomamis de quienes nunca se supo nada. Lloramos por un hombre… Sí por un hombre, por un simple hombre que ahora quieren elevarlo a la categoría de Dios.

Yo quisiera llorar, sí, quisiera llorar por Venezuela, por un país que se ha quedado sin esperanzas cuando ni siquiera teníamos una vela para rezar pues todas se gastaron en los apagones constantes provocados por las famosas iguanas del Imperio. Yo quiero llorar por Venezuela. Porque Venezuela se quedó desde hace rato argumentado en ser chavista o anti chavista, en ser de color rojo o azul, que sí Capriles esto o que si Chávez aquello. Quiero llorar porque de aquí a unos 50 años, Chávez será el Perón de Venezuela. Entonces, el tiempo se perderá en vagas discusiones o por ser un poco más chavista que el otro, o ser un chavista radical o ser un chavista de derecha o un chavista de izquierda…

Ahora Chávez descansa cómodo y en paz, aunque quisiera que a Venezuela la hubiese dejado en acomodada con un poco más de billeticos para la merienda del muchachito que, con la devaluación, le tocará comerse la arepita sola con mantequilla, y que ni siquiera será Mavesa… Y es que te moriste y todo se fue con “vos”. Pero, bueno… Descansa en paz Comandante. Otra vida mejor espero puedas alcanzar…” Quizás Arianna Isabel, dejó ver en su reflexión un reclamo, una preocupación o un sentimiento.

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