Opinión Nacional

La manipulación bolivariana del chavismo

Entre tantas cosas bochornosas a las que los venezolanos nos hemos visto sometidos, ocupa lugar destacado la manipulación sistemática y abusiva del nombre del Libertador. Bolívar ha estado presente en cada uno de los fracasos de nuestra historia republicana. De modo tal, que si no fuera por la trascendencia de su obra libertadora, Bolívar sería a estas alturas, parte del gran fracaso nacional al que nos ha conducido la estupidez, la ineptitud y la vagabundería de las cúpulas adecas, copeyanas, masistas, causaerristas, pepetistas y muchas otras que ahora se disfrazan de chavistas o patrióticas.

Dice Aníbal Romero en su libro La Miseria del Populismo que «la enorme significación histórica de Bolívar ha sido con frecuencia extraída del contexto específico en que ejerció su extraordinario impacto, y muchos de nuestros dirigentes posteriores llevados por la vanidad, la ignorancia, o el impulso populista de exaltar la figura del líder han querido actuar, y efectivamente lo han hecho, en base a una visión mesiánica de la política y del papel del «hombre providencial» en el destino de las naciones». Si usted quiere tener éxito en Venezuela como político, lo primero que tiene que hacer es aprender a citar a Bolívar para justificar su causa personal. No importa el contexto en el que fueron expresados tales pensamientos, ese contexto se lo da usted a su conveniencia. Lo importante es que Bolívar hubiera dicho algo –lo que sea, eso no importa-, que a usted le sea de utilidad, de manera que parezca que sin usted, Bolívar nunca hubiera logrado perpetuarse. Lo que debe quedar claro es que gracias a usted y a su liderazgo redentor, Bolívar y su pensamiento aún viven. Ese es el secreto.Pero, si algún movimiento político ha explotado de manera inmisericorde, obscena y hasta ridícula el nombre del Libertador para sus fines mesiánicos, ese ha sido el chavismo. Al punto, que llegó un momento en el que los venezolanos hemos desarrollado una especie de complejo bolivariano, que nos inhibe al hablar del Libertador por temor a que se nos confunda con golpistas, reaccionarios o fanáticos del sectarismo chavista. Lo único que le ha faltado al chavismo, es mandarle a colocar una boina roja a cada estatua, busto, óleo o imagen del Libertador. Después de todo, ¡Qué sería del pobre Libertador si no fuera por la grandiosidad del Comandante Chávez!. Y tal vez no estemos muy lejos de ello, si consideramos que la constituyente aún puede declararnos una República Bolivariana, lo que traducido al lenguaje de estos nuevos populistas enllavados sin peso propio y con nombre prestado, no significaría otra cosa que una República «chavista». Semejante grosería histórica solo es digna de manipuladores de oficio, fanáticos del remozado caudillismo iluminado con que este siglo le pone broche dorado a la vocación tercermundista de nuestra política autóctona y vernácula.

Sin embargo, ese falso bolivarianismo, radicalizado y distorsionado que nos presentan los chavistas y que contrasta con el pensamiento conservador y equilibrado del propio Libertador, no es irracional del todo. Por el contrario, cumple una función estratégica de manipulación popular que persigue tres claros objetivos: Primero. Legitimar su proyecto autocrático, disfrazándolo de la incuestionable dignidad con que se adornaron los ideales del Libertador, y justificando, por intermedio de la supuesta inspiración en ellos, cualquier tipo de actuación política por insensata, ridícula, o antibolivariana que resulte, pero que en todo caso, por «inspirarse» en el sublime patriotismo del Libertador, queda protegida como por arte de magia, de cualquier crítico avezado que corre el riego de aparecer como enemigo de la patria, o del chavismo que a los fines prácticos se nos vende como la misma cosa. Segundo. Legitimar su supuesta intención de cambio romántico y heroico de la actual realidad nacional, manipulando para ello la obra libertaria y revolucionaria de Bolívar, como ejemplo de transformación radical de las realidades que marcaron su tiempo; Tercero. Revestirse del providencialismo mesiánico que les hace aparecer como una «necesidad» para la salvación de la patria, endosándose la mítica imagen que la imaginería popular ha hecho del Libertador, ya no como un hombre excepcional –pero mortal al fin de cuentas- sino como un mito que pertenece al mundo de lo mágico-religioso.En tanto esta función de circo avanza, los problemas del país siguen siendo los mismos que eran antes que el chavismo entrara en escena. Aquí sigue la gente, sin moral, sin luces, sin comida, sin empleo, sin salud, sin justicia, sin dinero. ¿Hasta donde nos conduce entonces toda esta fatua e infantil pajística bolivariana del chavismo?.

Industriólogo
Presidente de la Escuela Venezolana de Aministración Pública.

Director General de PROHOMBRE.

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