Opinión Nacional

La Nasa sigue buscando vida en Marte

Con bastante entusiasmo, el mundo científico observó a fines de noviembre el lanzamiento desde Cabo Cañaveral la primera sonda de la misión Mars Science Laboratory (MSL), diseñada por la Nasa para investigar la presencia en ese planeta de gas metano, que pudo haberse generado –como pasa en la Tierra- de la descomposición de sustancias orgánicas, un claro indicio de que pudiera haber vida en el planeta rojo, o la hubo en el pasado. Si todo va bien, en agosto de 2012 la sonda llegará a la superficie y se desplegará en la superficie un vehiculo rodante, bautizado como Curiosity, un ‘rover’ con muchos instrumentos científicos, siendo uno de ellos el diseñado específicamente para detectar metano en la atmósfera marciana,

El viaje no tripulado se diseñó en vista de indicios descubiertos por detectores en sondas anteriores, que orbitan sobre Marte o que deambulan en la superficie (como el Spirit y el Opportunity), además de observaciones por telescopios –orbitales y terrestres- que hacen sospechar que pudiera haber ciertos microorganismos que viven en las grietas superficiales o en el suelo congelado.

En efecto, algunos exobiólogos del Goddard Space Center en Maryland han hecho declaraciones bastante convincentes de que Marte pueda ser el único planeta que pudo haber albergado vida –y todavía conserva rastros de ella– al haberse enfriado antes que la Tierra por su mayor distancia del Sol. Las especulaciones de los científicos llegan incluso a lanzar hipótesis de que la vida terrestre se inició con microbios provenientes de Marte y traídos para acá por el restos del impacto de asteroides en Marte, en los primeros millardos de años de la formación del Sistema Solar. Esto sugiere la curiosa posibilidad de que todos los humanos seríamos marcianos de origen, por la evolución de seres vivos emigrados de nuestro vecino planetario en tiempos remotos.

 

De los Viking al Curiosity

Esas afirmaciones todavía no tienen un firme apoyo científico, pero provocó suficiente interés en los directivos de la Nasa como para financiar la actual misión a Marte, preparada durante el último lustro a un costo de $ 2,5 millardos. Esto, a pesar de que las naves Viking que aterrizaron en Marte en 1976, y posteriores sondas enviadas en este siglo, no arrojaron datos fehacientes para apoyar esa hipótesis, pero sí dieron indicios de agua congelada en el subsuelo y superficie, así como de gases que pudieran provenir de sustancias orgánicas.

Más recientemente, las imágenes del interior de un meteorito que llegó a la Antártida en el pasado remoto, descubierto hace unos años, indicaban la posible presencia de elementos similares a un microscópico gusanillo o bacteria. Luego, los dos vehículos que vagaron durante años por la superficie marciana en la pasada década, el Spirit y el Opportunity, y la sonda Fénix que aterrizó en el polo norte en 2008, encontraron suficiente evidencia de posibles ambientes que pudieron albergar vida en el pasado, tales como lechos de lagos, canales y grietas, y vastas superficies heladas en los polos, que demuestran que el agua fluyó en Marte en otras épocas.

Dada las limitaciones de la misión del Curiosity, quizás haga falta los hallazgos de dos misiones adicionales diseñadas dentro del proyecto MSL, que deberían salir en 2016 y 2018 si la Administración Obama llega a aprobar en 2012 los fondos para implementarlas. Sin embargo, las estrecheces presupuestarias del gobierno en estos tiempos de crisis económica, hacen suponer que no habrá más misiones a Marte y que el Curiosity será la última presencia tecnológica en suelo marciano en esta década.

 

Agua en la luna Europa

La única otra posibilidad de vida en el sistema solar se deduce de las fotografías de la superficie rasgada de la luna joviana Europa, uno de las cuatro satélites mayores del gigante Júpiter, la cual pudiera tener inmensos océanos de agua líquida a profundidades entre 10 y 20 kilómetros de la superficie, caracterizada por una serie de largas grietas que han suscitado muchas hipótesis. En efecto, el análisis que se ha realizado con la sonda Galileo, que pasó cerca de Europa camino a Júpiter en 1996, sugiere que existen depósitos de agua más caliente por debajo de su quebrada capa de hielo, lo que provocaría el deshielo y la fractura de las capas externas.

Hasta ahora sólo esa sonda pasó cerca de Europa para fotografiarla, así que faltará realizar misiones apropiadas para perforar la superficie a gran profundidad para confirmar esa posibilidad. Algo que ya está en los planes de la Nasa para la década de los años 20 ó 30, pero que –al igual que las misiones restantes del MSL- están en espera de fondos apropiados para iniciar su implementación.

 

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