Opinión Nacional

La oposición se vuelve patriota

Eureka, Eureka, la oposición ha encontrado un tema de campaña: Guyana nos quita nuestro Esequibo y la salida al Atlántico… ¡y el rrrrégimen se deja!

Los consejeros de los candidatos a candidatos se frotan las manos: «ahora sí es verdad que ganamos, aunque lancemos al más majunche de todos», título que parece corresponder por los momentos -según los pronosticadores hípicos contratados para comentar la contienda- al ejemplar Pablo Medina.

Patibularios asesores afirman que el tema le subirá varias rayitas al ruido de sables, hasta ahora sólo perceptible con estetoscopio. «Nada mejor para darle casquillo a un milico que un despojo territorial -dice el Estrangulador de Urapal-. Desde la planta insolente que ha hollado el suelo sagrado de la patria, esas cosas han traído el auge del patriotismo y de su hermanastro tarado, el patrioterismo». Lo cual no impidió (me permito acotarle al Estrangulador) que hayamos perdido miles de kilómetros cuadrados sin disparar un tiro, como bien lo dijo el poeta Andrés Eloy.

Pero volvamos al aquí y ahora: tal vez la amenaza contra nuestra soberanía soliviante los ánimos de algún clon de Chávez 92, pero que juegue pa’l otro equipo (políticamente hablando, digo). Quizá se haga así realidad un inveterado sueño de la derecha, arruinado por las cobardías de los marineritos con guantes blancos y las conductas gozonas de los generales que firmaban autógrafos eróticos a las doñitas fashion en la plaza aquella.

El tema se adapta perfectamente a la mentalidad antichavista: pase lo que pase, haga lo que haga el Gobierno, siempre se podrá vociferar en contra. Si Venezuela no hace nada, la oposición acusará al rrrégimen de entreguista y vendepatria (¡Púyalo!). Si Venezuela se mantiene en un plano estrictamente diplomático ante las pretensiones guyanesas, la oposición acusará al rrrégimen de ser achantado y falto de cajones (o de algo que suena parecido). Pero si Venezuela resuelve enviar para allá unas fragatas y unos Sukhoi artillados, aunque sea solo para evidenciar su animus domini, la oposición acusará al rrrégimen de guerrerista y genocida y ¡zuas!, lo llevará una vez más ante las cortes interplanetarias.

El impasse con Georgetown también sirve para alimentar el supremacismo académico e intelectual opositor. Los «embajadores sin embajada» (¡ay, cómo duele!) dicen que esto pasa porque la política exterior la conduce un autobusero. La historia, en cambio, revela que cuando la conducían señores que nunca se habían montado en un autobús fue cuando creció y se desarrolló, entre muchos otros, este incordio del territorio despojado y los mapas con rayitas. Pero -ya lo sabemos- la mayoría de la gente no recuerda esos pequeños detalles. Eureka.

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