Opinión Nacional

La sagrada

Entre las distintas etapas que ha atravesado el país, nos encontramos que la voluntad presidencial prevalecía en todo, no hubo libertad de expresión, las cámaras del Congreso fueron integradas por recomendados del Presidente y la legislación se desarrollaba para satisfacer sus caprichos; además que la oposición fue salvajemente reprimida, al punto que en febrero de 1928, Juan Vicente Gómez encarceló a 220 estudiantes de la UCV. Hasta el 17-12-1935 (momento de su muerte), este mandatario mantuvo un servicio de inteligencia de “Chácharos” que solo le rendían cuentas a él, La Sagrada (policía política integrada por tachirenses), chequeaba cada movimiento de sus aliados, al igual que vigilaban a los opositores del régimen y por sus delaciones eran bien premiados.

Así como La Sagrada tuvo en su historial, persecuciones, torturas y muertes; los diez años del mandato de Marcos Pérez Jiménez, contó desde el 31-08-1951 hasta el 10-01-1958, con Pedro Estrada a la cabeza de La Seguridad Nacional, cometiendo desmanes a su antojo. También PROVEA ha establecido que los cuerpos de inteligencia (DISIP, DIM, PM, etc.) al servicio de AD y COPEI, detuvieron a 50 mil personas, torturaron a 10 mil y desaparecieron a un mil venezolanos vinculados a la insurgencia durante el periodo 1962-1982.

Hoy en día tenemos en el poder a personas que vivieron en carne propia las calamidades por persecuciones políticas, como prácticas puestas en ejecución al comienzo del siglo pasado a través de La Sagrada de Juan Vicente Gómez. Lamentablemente hoy, con métodos más tecnificados, esa vigilancia, persecución, espionaje telefónico, tortura psicológica y física o la segregación del oponente político, se sigue aplicando. Al igual que Gómez, algunos gobernantes dedican mucho personal que implica recursos económicos de todos los ciudadanos, para grabar o seguir a personas no ligadas a su proyecto político, pero también, a todos aquellos que consideran posibles rivales a lo interno de su partido.

Lo irónico de todo esto, es que el Centro de la Paz y los Derechos Humanos sostiene que en el país hubo entre enero y septiembre de 2007 un total de 9.567 homicidios, un 10,28 por ciento más que en el mismo período de 2006, imagínense como va el saldo del 2008. Se habla que hay que enfrentar a la delincuencia y al narcotráfico, pero la efectividad policial en el ataque del lavado de dólares producto del negocio de las drogas es casi nulo, quizás porque parte de los recursos o el personal especializado en labores de inteligencia, son utilizados como escoltas y en esta bajeza política del espionaje para acosar y aterrorizar.

Con razón Bertolt Brecht decía que «Cuando el delito se multiplica, nadie quiere verlo». Resulta indignante que muchos gobernantes se preocupan más por reproducir las prácticas del pasado, cuando hay tantas cosas que hacer para mejorar la seguridad de los ciudadanos asustados y presos en sus propias casas.

Economista

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