Opinión Nacional

La serpiente en el paraíso. Palestina en el Delta

Salimos de Maiquetía en avión rumbo a Maturín, inicio de nuestra aventura por el delta. Las ganas de volver al monte nos habían llevado a contratar un paseo turístico “todo incluido” con una compañía que ofrecía en internet y en cuatro idiomas “una experiencia inolvidable en los caños y selvas del delta del Orinoco”.

En Maturín nos esperaba una camioneta muy lujosa con aire acondicionado y un chofer, trinitario, que en perfecto inglés británico nos dio la bienvenida. Raudos salimos hacia al sureste por una excelente carretera, hasta Boca de Uracoa, sobre uno de los caños del delta, donde en compañía de un joven francés que fungía de guía y que no hablaba palabra de español, embarcamos en unas grandes lanchas de motor fuera de borda. Los seis “viejitos” de nuestro grupo no salíamos del asombro que nos producía ver tanta eficacia.

Lanchas voladoras Foto: Ami Whittembury

Lanchas voladoras. Foto: Ami Whittembury

Felices y contentos navegamos rumbo al norte hasta el campamento base. Al llegar, bien ensopados por las aguas de Orinoco que nos salpicaron durante las dos horas de la travesía, fuimos recibidos por un tucán que corría con sus cortas paticas detrás de un atrevido monito tití y un perro muy grande, de raza indeterminada y aspecto fiero, pero de muy buen talante, que se acercó a darnos la pata cuando desembarcamos todos tullidos de la voladora.

Campamento base. Foto Dorothy WhittemburyCampamento base.

Hasta ahora todo era perfecto, nada por qué preocuparse, hasta que llegamos a la recepción, donde en lugar de honor ondeaba una bandera palestina, flanqueada por las banderas inglesa, francesa y alemana. La de Venezuela brillaba por su ausencia. Creyendo ser respetuosa de las creencias políticas y religiosas de “los otros”, tengo que confesar que casi me dio un “patatús” cuando al dejar de jugar con el amable perro, levanté los ojos y vi colgado en la pared de bambú de la churuata una reproducción de la famosa fotografía tomada durante la guerra de Vietnam, que muestra  a un militar vietnamita volándole los sesos a un supuesto viet-cong. Mi curiosidad me llevó a preguntarle al que parecía ser el encargado del lugar, el motivo que los llevaba a exhibir dicha fotografía y destilando rabia me dijo que odiaba a los americanos porque ellos apoyaban a Israel y que él era PALESTINO, a mucha honra. Ante sus palabras enmudecí y al instante tome la determinación de quedarme callada la boca. Aunque hubiese podido iniciar una polémica decidí que si había llegado hasta allí, era para disfrutar del paseo y que guardaría mis comentarios para el final.

Atardecer en el delta. Foto Ami Whittembury

Atardecer en el delta. Foto Ami Whittembury

Mientras disfrutábamos de unas deliciosas caipirinhas, bien frías como debe ser, viendo la puesta del sol sobre las aguas del caño, comentamos entre nosotros que era muy preocupante la invasión silenciosa y solapada de elementos palestinos en nuestro delta, y hasta elucubramos que, aunque parecían ser elementos pacíficos, con ellos nunca se podía estar seguro que no fuesen avanzadas de grupos terroristas que utilizaban nuestro territorio para cobijarse.

Cenamos en compañía del perro, el tucán y el mono tití, con los que tuvimos que compartir el condumio y un poco asustados nos fuimos a dormir temprano porque al día siguiente saldríamos a un campamento más primitivo delta adentro.

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