Opinión Nacional

La Socialdemocracia ante el 2012

Si se piensa en los bloques político-ideológicos que representan orgánicamente al sentimiento opositor del país, hoy por hoy mayoritario y cada día que pasa más poderoso, encontramos tres grandes bloques compitiendo por la dirección del próximo gobierno. Que será, sin ninguna duda, un gobierno de unidad nacional, conformado por la amplia base de todos los sectores democráticos del país. Una realidad ya inexorable y que se hará cada día más urgente y necesaria.

Dado el sentimiento mayoritariamente izquierdista de la Venezuela democrática, los partidos de la socialdemocracia – AD, UNT, ABP, PODEMOS, LA CAUSA R y el MAS – constituyen el segmento opositor más poderoso. Supera en su conjunto los tres millones de electores.

El segundo segmento mayoritario está constituido por los miembros de la familia socialcristiana – PJ, COPEI, PV, CONVERGENCIA – que en su conjunto supera los dos millones de sufragios. Vienen, finalmente, los independientes del centro y la centroderecha, tan cercanos a los dos grupos mayoritarios que se diferencian apenas por matices y son la resultante de desgajamientos de troncos comunes: Vanguardia Popular y Leopoldo López y los simpatizantes de María Corina Machado y otros grupos como OPINA y el PPT, que en conjunto agregan otro millón de votos al pote común de las fuerzas democráticas.

Hablamos de un punto de partida para el candidato opositor de alrededor de seis millones de votos, que si encuentran vías de confluencia y concertación en torno a un programa común y alianzas programáticas y estratégicas con el PPT y los grupos disidentes del chavismo como para albergar un gobierno de amplia base capaz de sacar al país del barranco en que se encuentra y fijar metas para la Venezuela del siglo XXI – democracia plena, prosperidad para todos y un futuro sin sobresaltos para que cualquier venezolano, por el solo hecho de haber nacido bajo nuestro cielo pueda encontrar el camino de la superación y el éxito – no habrá fuerza capaz de impedirle la victoria aplastante en los comicios presidenciales del 2012.

Atendiendo al perfil del candidato más idóneo – probidad, experiencia, capacidad de liderazgo, cultura, temple y coraje – cada uno de esos bloques tiene candidatos perfectamente a la altura para asumir el timón de nuestro extraviado país. Desde Leopoldo López y María Corina Machado hasta Capriles Radonsky y Julio Borges, entre los emergentes de las nuevas generaciones, y desde Eduardo Fernández hasta César Pérez Vivas, incluyendo desde luego a Andrés Velásquez y a Oswaldo Álvarez Paz, entre los más experimentados, sin faltar diplomáticos y empresarios de enorme prestigio y reconocimiento internacional como Marcel Granier o Diego Arria. La Venezuela democrática puede exhibir sin desmerecer una buena docena de grandes figuras. Es la diferencia esencial con el régimen, que atado a las botas de Hugo Chávez terminará hundiéndose con él. Sus grandes figuras políticas del pasado y del presente, como Luis Miquilena y José Vicente Rangel, ya no cuentan. Los odios entre Diosdado Cabello y Elías Jaua los convierte en perros de presa que no soltarán su hueso. Y de allí en adelante, la mediocridad más rampante hace estragos en las fuerzas del chavismo. Se equivocan quienes temen por un chavismo sin Chávez, como si fuera a reproduir en nuestro país el problema viral del peronismo argentino. En Venezuela, muerto el perro, se acabó la rabia.

En estas circunstancias, es vital que todas las fuerzas democráticas del país hagamos causa común en defensa de nuestros líderes. Se destierre la más mínima tentación de enguerrillamiento interno. Se rechacen todos los atisbos de mezquindad y miseria provocados por ambiciones espurias. Y garanticemos el máximo respaldo a quien resulte electo en un transparente y entusiasta proceso de Primarias nuestro candidato presidencial, cualquiera él sea. No nos cabe la menor duda que el régimen intentará destruir a todos nuestros precandidatos según lo que considere su orden de importancia.

Y pretenderá jugar a la dispersión y el encono recíprocos, tratando de ser él y no el pueblo opositor el gran elector de su propia carta presidencial.

Este proceso ya está en marcha. Y el primer blanco de los ataques de las fichas del G-2 es una de las figuras opositoras más queridas, respetadas y relevantes. Posiblemente aquel a quien más temen, por la adhesión que despierta y el reconocimiento nacional e internacional de que disfruta: Antonio Ledezma. Chávez y los Hnos. Castro, que lo saben mejor que nadie y le temen hasta la muerte conocedores de su poder en el distrito capital, que podría decidir la victoria, han ordenado intentar destruirlo. Por eso envían a las más rastreras de sus cucarachas del PSUV a difamarlo, a cercarlo, a tratar de derribarlo del justo pedestal en que se encuentra. Misión imposible. Ledezma posee las raíces de ese viejo y sabio roble de la socialdemocracia venezolana, que sabe superar las adversidades, armarse de paciencia, acerarse en la desgracia y relucir como un diamante cuando llega su momento.

En su estéril esfuerzo por sembrar la cizaña, conspirar contra nuestra voluntad unitaria y anteponer el patriotismo por sobre cualquier otra consideración, se mellarán los colmillos. Hagan cuanto intenten, el próximo presidente de la república será un socialdmócrata. Y en su gobierno estarán integradas todas las fuerzas políticas e ideológicas del país. Escríbanlo.

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