Opinión Nacional

La sociedad Israelí actual y el conflicto religioso

En los últimos días el enfrentamiento entre judíos laicos liberales y religiosos ortodoxos, se ha recrudecido, agudizando así las diferencias tradicionales entre ambos sectores de la sociedad israelí y creando en su seno nuevas fuentes de tensión, que se unen a las existentes, especialmente en lo que respecta al proceso electoral por venir, el congelamiento del proceso de paz y la amenaza de la Declaración de un Estado Palestino en mayo próximo.

Esta vez el blanco de la confrontación ha sido la actuación de la Corte Suprema y su Presidente, el juez Aharón Barak, en materias relacionadas con la religión. Efectivamente, el domingo 14 de febrero, los religiosos convocaron a una gigantesca manifestación que, según algunos analistas, logró reunir aproximadamente 250.000 personas, en la plaza situada entre el terminal de autobuses y el Centro Internacional de Convenciones en Jerusalén, para protestar contra los dictámenes de la Corte que consideran contrarios al Judaísmo y a Dios, principalmente en cuanto concierne a: la obligación de aceptar a judíos reformistas y conservadores en los consejos religiosos, el permiso dado a los negocios de los «Kibbutz» de funcionar en Shabbat (Viernes y Sábado) y las conversiones al Judaísmo realizadas por rabinos reformistas.

En la citada manifestación estuvieron presentes altas autoridades religiosas del llamado sector «Haredi» y del ala derecha del Partido Nacional Religioso: el jefe rabino Askhenazi, Ysrael Lau, el jefe rabino Sefhardi, Rabbi Eliahu Bakshi-Doron, a pesar de las advertencias del Procurador General, Elyakim Rubinstein, según las cuales no deberían participar en el encuentro por ser éste de naturaleza política. De igual manera, los considerados mentores espirituales del Partido Nacional Religioso, Avraham Shapiro y Mordechai Eliahu, no escucharon los pedidos de dicho partido de mantenerse alejados de los ataques a la Corte, y fueron parte del encuentro.

A pesar de que no hubo discursos, sino oraciones, el organizador de la protesta, vicepresidente de Agudat Israel, Menajem Porush, leyó una serie de resoluciones en las cuales enfatizaron que «la ley del Torah venía de Dios y no podía ser cambiada o remplazada». Expresaron la preocupación que le causaba a este sector la «persecución del judaísmo y la tradición» en Tierra Santa, y pidieron a las autoridades no levantar sus manos contra la Torah. Hicieron referencia a «la ola de incitación» contra los judíos practicantes por parte de varias «personalidades y elementos del sistema judicial» y les pidieron no interferir en materias religiosas. Finalmente, se refirieron a la lucha entre conservadores y reformistas, la cual, en su opinión, había traído un «desastre espiritual a Israel».

A escasa distancia de los manifestantes religiosos, se dispusieron los manifestantes laicos, unos 50000, en su gran mayoría mujeres vestidas con colores vivos, quienes sostenían la bandera israelí, portando eslóganes en los que se leía «¿Somos Irán?», apoyaban las decisiones de la Corte, pidiendo a gritos «libertad de religión». En rasgos generales, ambos encuentros se llevaron a cabo sin mayores incidentes. Lo resaltante de los hechos es que manifestaciones de este tipo no se habían producido en Israel desde hace más de 40 años, razón por la cual, algunos líderes como Yossid Sarid, del Meretz, la calificaron como «la más importante demostración en la historia del Estado de Israel».

El enfrentamiento entre ambos sectores ha preocupado a la alta dirigencia política, al punto que el Primer Ministro Benjamin Netanyahu sostuvo una reunión de emergencia con los dos Jefes Rabinos Yisrael Lau Y Elihau Bakshi-Doron, en un «esfuerzo por calmar los espíritus e incentivar el diálogo». El panorama observado el domingo 14 demuestra los serios problemas que actualmente confronta la sociedad israelí en materia religiosa, donde las divisiones entre laicos y religiosos parecen cada vez más significativas.

Para algunos, el momento parece oportuno para plantear la pregunta de qué es Israel, si es un Estado democrático secular gobernado por la ley, un Estado regido por rabinos, o un Estado tanto judío como democrático. Esta última opción sería la más conveniente o, al menos, la más cercana a un ambiente donde reine la tolerancia. Sin embargo, tal posibilidad parece lejana cuando se abordan temas relacionados con las excepciones al servicio militar para los estudiantes de la escuela yeshiva, donde se estudia el «Talmud», compendio de las antiguas escrituras rabínicas, que constituyen la base de la autoridad religiosa en el judaísmo ortodoxo. Los polémicos casos sobre conversión al judaísmo ventilados en la Corte, por otra parte, parecieran negar la ya citada tolerancia y llevan a algunos analistas a hablar de una verdadera «Guerra Civil», algo así como una guerra entre hermanos, que pudiera ocurrir entre los dos bandos. Existe, no obstante, la opinión de un sector de la población, que pudiera llamarse el optimista, según el cual, todo se estaría desenvolviendo de una manera positiva que llevaría a pensar que cada lado está ventilando su posición para llegar, después de todas las discusiones y ofuscaciones típicas, a un acuerdo. Según algunos jóvenes universitarios, una sociedad enfrentada por cuestiones religiosas es algo absurdo, más si se tiene en cuenta que estamos en pleno fin de milenio. Sin embargo, los manifestantes de uno y otro lado, consideran que de una u otra forma están haciendo camino para llegar a un terreno común. Los menos radicales, como la hija del fallecido Ministro Rabin, Dalia Rabin Pelossof, cree que lo más importante es que, por encima de cualquier protesta y manifestación, se imponga el estado de derecho y la democracia, como condición sine qua non para el logro de un ambiente más tolerante y alejado de la temida «Guerra Civil» religiosa. Un fin de semana más tarde (sábado 21 de Febrero) presenciamos otro episodio de enfrentamiento entre judíos laicos y religiosos ortodoxos. En esta oportunidad, el escenario fue Jerusalén y el motivo de discordia, la apertura de negocios en esa ciudad durante Shabbat. Aunque no hubo estallidos de violencia, probablemente debido al clima invernal y al agotamiento que produjo la ya comentada manifestación contra la Corte Suprema, el carácter del discurso utilizado por las partes, evidenció que la apertura de comercios en Shabbat podría convertirse en un punto clave de la batalla entre ortodoxos y seculares. Si bien, no hubo una concentración masiva de activistas, – sólo estuvo presente Shinui Mk Avraham Poraz, quien viajó desde Tel Aviv hasta Jerusalén -, algunos emisarios de los partidos Meretz y «Ornan Yekutieli’s Jerusalén Now», y algunos militantes de las fuerzas de Haredi (ultrarreligiosos)-, los gritos de los seculares contra los manifestantes Haredi, pidiéndoles que «regresaran a Brooklyn,» se hicieron sentir con intensidad, obligando a estos últimos a regresar a Mea Shearim (barrio ultraortodoxo de Jerusalén) . Al margen del conflicto entre unos y otros, los que sacaron ventaja de esta lucha religiosa fueron los consumidores, quienes aprovecharon para comprar todo tipo de productos y bebidas, en un horario y día tradicionalmente prohibidos. Por su parte, un inspector Druzo, enviado por el Ministerio de Trabajo, basándose en la ley que prohibe a los judíos trabajar en Shabbat, aplicó a los dueños de los locales multas de 500 shekels (más de 100 dólares) por cada trabajador judío contratado ese día. Por esta razón, para los comerciantes tampoco fue un verdadero negocio abrir en Shabbat y expresaron su intención de, en caso de continuar con esta práctica, contratar trabajadores no judíos. En efecto, los ultraortodoxos se limitaron a continuar con sus amenazas de multar a los comercios abiertos durante el viernes y el sábado, y a esperar que en los próximos fines de semanas se levanten más protestas para preservar el Shabbat. Lo antes señalado parece indicar que episodios como éste pueden repetirse en el futuro, mostrando el nuevo rostro del Israel moderno, donde los ultrareligiosos no tienen la última palabra, a pesar de la gran influencia que ejercen, y en el cual la gente común y corriente, tiene otras preocupaciones e inquietudes en mente, que van más allá de la religión, o al menos de la religión entendida en los términos de los ultraortodoxos. Aunque la apertura de tiendas en Shabbat, pareciera un hecho banal para personas ajenas a la cultura y sociedad israelí, es a través de él que esa gran mayoría ha encontrado una vía para manifestar puntos de vista diferentes a los del sector radical religioso. A la vez, un aspecto positivo de este enfrentamiento, que lejos de ser ignorado o subestimado, es que evidencia que Israel hoy día es un Estado judío como democrático y que la tendencia es hacia la democratización.

Licenciada en Estudios Internacionales
Funcionario diplomático de carrera
Segundo Secretario en la Embajada de Venezuela en Israel.

Profesora de Historia de las Relaciones Internacionales en la UCV.

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LYAR 02/ 99

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