Opinión Nacional

La utopía de la dignidad revolucionaria

En estos 14 años de una revolución que parece diluirse ante las dudas de la permanencia en el juego de su máximo líder, mucho es lo que se no ha hablado de «lo digno». Viviendas dignas, trabajo digno, profesiones dignas… Y pare usted de contar. Pudiera hacer un ejercicio sencillo: agregue digno/digna a cualquier cosa que usted considere coherente o no y rápidamente habrá aprendido una parte importante del ideario revolucionario y socialista de nuestro país.

Viendo esto, me surge una duda válida. ¿Qué es realmente «lo digno»? ¿Se habrán equivocado mis padres al enseñarme este concepto? Veamos. Para mi, lo digno es tener la convicción que con mucho trabajo y constancia se pueden lograr las metas que nos trazamos, más lento que quienes lo hacen por los caminos fáciles, de eso no tengan duda, pero con la tranquilidad y la verdadera dignidad de haberlo hecho por tus propios medios.

Ahora bien, cuando regalan una «vivienda digna» no hacen más que arrebatarle la dignidad a los beneficiados, amarrándolos a un ideal político y pasándole una factura en cuanto proceso electoral de produzca. Cuando dan un «trabajo digno» con la condición de uniformar al trabajador al mejor estilo de los militantes del partido de gobierno y la obligación expresa de asistir a las concentraciones y manifestaciones públicas que tenga la revolución, juegan con la dignidad y coartan las libertades personales. Cuando dicen que puedes ser médico, abogado, ingeniero y mucho más, en tan sólo 2-3 años, no están «dignificando la educación», están jugando con los sueños de aquellos que sienten que por fin tendrán una profesión para abrirse paso en el mundo laboral y en definitiva, los hacen estrellarse contra un muro gigante llamado realidad, donde probablemente no sean tan competitivos como les prometieron que serían. Cuando hablan de un «servicio médico digno» para los venezolanos y rechazan a los profesionales de la medicina de nuestro país, nos quitan la oportunidad de demostrar el talento que formamos en nuestras universidades y que quiere estar al servicio de sus compatriotas.

Es curioso, pero lo digno para esta revolución, atenta contra la dignidad. O al menos con ese concepto que muchos de nosotros manejábamos antes de vernos inmenso en un proceso que con motores a toda marcha, procesos de revisión, rectificación y reimpulso, poco han logrado avanzar, si es que lo han hecho; porque el avance de un país jamás se medirá por los años que un gobernante lleva en el poder, o por el tiempo que sea implementado un determinado ideal político. El avance de los pueblos no es más que la independencia que tengamos para lograr dignamente nuestras metas, con base en la constancia y el trabajo duro.

@rafbello

 

 

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