Las sandalias del pescador
La búsqueda de la fe es el camino del éxito inquebrantable porque ella hace grande al que sufre en la adversidad. El colocarse las sandalias del pescador, significa tener el coraje de atravesarla cual estéril desierto, recibiendo las inclemencias de la intemperancia, del insulto, de las provocaciones, de la acechanza de escorpiones y crótalos prestos a inocular su veneno en el cuerpo del predicador. Se traduce en la convicción de no responder a la vocinglería procaz que insulta a la palabra con el hedor de la agresión y de hacer que los apedreadores la escuchen y reciban la acción de paz, con la serena convicción que la mejor manera de quitarle las piedras de las manos a los violentos, es hacer que ellos liberen sus manos del yugo de su aprehensión.
Sólo la paz reconforta al espíritu. Sólo la búsqueda de la armonía del pensamiento y la acción, manteniendo el equilibrio mientras se transita el camino, garantiza la reproducción floreciente de las buenas intenciones, del acopio de los talentos, de la suma de voluntades y tesoros que se encuentran inadvertidos en las personas, para devolvérselos con creces a los que carecen de ellos. Significa captar la sonrisa y la alegría de los niños, para devolvérselas a los mayores, leyendo su sabiduría para ofrendársela como la senda segura a los jóvenes. El discurso político debe alimentarse de las sentencias más sabias de intelectuales y escritores, para verterlas en el alma de tantos donde la falta de educación ha hecho estragos, esclavizándolos al espectáculo nada edificante del antilider y sus actos de poder ególatra. Es un suceso de liberación masiva, donde el justo líder invita a todos sin distinción, a darle una mano a su vecino para desarmarse mutuamente del odio, del rencor, del cobro de deudas ya caducas y vencidas. Nada permanece por mucho tiempo, todo se descompone, incluso el poder. Los malos olores comienzan a emanar de las momias faraónicas que pretenden eternizarse en su ejercicio cuando ya iniciaron el recorrido de los muertos sin darse cuenta, pero sin querer leer el libro de la redención y el perdón para salvar su espíritu del averno infernal donde los condenan sus infames procederes.
Henrique ha iniciado muy bien el camino. La mejor respuesta para el agresor, es el eco vacío de su propia voz como respuesta. Es el disco rayado que no tiene mas que ofrecer, solo las máculas grabadas en el vinil de su pasado, para el cual ya no habrá tocadiscos que lo haga funcionar sino el propio radicado en el museo de las antigüedades inservibles de sus ideas obsoletas y periclitadas, inútiles e improductivas.
Lo de Henrique es el cambio, el futuro y el progreso. Que la vieja guardia demencial, plagada de tantos lunares cancerígenos, se quede con su rol enfermizo hablando sola como el órate que se recrea en el autismo de su decrepitud.
Lo de Henrique es lo nuevo, el oxígeno del futuro que ya despega en las verdes praderas de la juventud, llena de la siembra del conocimiento benefactor. Lo de Henrique es la unidad vinotinto de nuestro tricolor y del encuentro ecuménico de nuestra fe colectiva, para articular la simbiosis y la sinergia de nuestra población que haga realidad la integración de sus sueños, echando al cesto de la Historia lo inservible y no reciclable, el odio y las pasiones destructivas que tanto han atrasado a nuestro espíritu nacional con su reláfica encadenada de pasado.
