Opinión Nacional

Maduro pulverizó a Chávez

Si fuese Maduro, y después de haber abusado tanto de todos los inmensos poderes del Estado; y de haber disfrutado la ventaja de haber sido designado por el propio Chávez como «El Heredero»; y de tener al CNE soplando mis velas, y sólo hubiese logrado un margen favorable de doscientos mil votos, y dejar que la oposición a Chávez, en pocos meses, consiguiese ochocientos mil votos más, yo también me sentiría molido a palos.

Capriles, de haber ganado con un margen de votos tan pequeño como el que actualmente le asigna el CNE a Maduro, de inmediato hubiese estirado una mano sincera para conversar con la otra mitad del país. Maduro por el contrario, antes de poder conversar con el «enemigo», necesita legitimarse con los suyos, por cuanto lo que hizo fue pulverizar a Chávez. Y tratando de hacerlo buscándole camorra barata y vulgar a los que votaron por Capriles, se hunde aún más, por cuanto se olvida que la gran mayoría de quienes votaron por él también necesitan de paz y progreso.

Si con tan poca legitimidad tuviese que enfrentar la durísima tarea de gobernar a la enredada Venezuela actual, igual me preguntaría… ¿cuánto tiempo aguantaré?

Y es que Maduro, para tener el más mínimo chance de comenzar lograr esa promesa que reiteró el 14 por la noche, de acabar con la pobreza debe, por ejemplo, incumplir su promesa de no aumentar el precio de la gasolina… ¿y cómo rayos se logra eso en una Venezuela desunida?

Henrique Capriles, quien no venció, aún, pero que claramente no fue derrotado, lidera con coherencias a quienes lo apoyan, y los votos que obtuvo son suyos y voluntarios.

Maduro, por el contrario, sabe que la mayoría de los votos que obtuvo o son votos obligados o son votos que le pertenecen a otros liderazgos; y por lo que en esencia hoy se encuentra encuevado con otros treinta y nueve del liderazgo chavista, sin un Alí Babá que le ponga orden al asunto.

Y Venezuela, mientras no se recupere la tenue legitimidad que un reconteo de votos le puede traer a quien brincó de una ilegitimidad a otra, o se la asigne a Henrique Capriles, se encuentra en un limbo triturándose.

Por ejemplo, al oír tantos países clamar por un reconteo de votos y observar cajas de votos siendo quemadas… ¿quién sentirá la confianza necesaria para entregarle un crédito al país?

Oí a Maduro claramente decir, con relación al 49 por ciento, o a lo que él sabe que tras un reconteo de votos bien podría ser más de la mitad del país, que «No voy a perder el tiempo con un grupito»… y sin ser abogado, me queda claro que de acuerdo al Artículo 350 de nuestra Constitución, debo desconocer su autoridad, por cuanto es «contraría a los valores, principios y garantías democráticas».

Y siendo un gobierno ilegítimo, que ya se agarra el 100 por ciento de nuestras resultas petroleras, o el 98 por ciento de todas las exportaciones de la nación, sé muy bien que no merece que además le paguemos impuestos.

Y de repente se me ocurre que todos nosotros, los millones del «grupito», debemos entre un cacerolazo y otro, acudir a las gasolineras y recuperar toda la gasolina que insisten en regalarnos… así sea que esta se acabe.

Con un «Queridos compatriotas» comenzó Maduro su discurso aceptando los resultados del CNE. Lo lamento señor Maduro… ya usted y yo sospecho que no compartimos la misma patria… la mía es Venezuela, de cuál es la suya, ya no estoy muy seguro.

 

 

 

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