Opinión Nacional

¿Magnicidio?

Algunos dirigentes políticos han hecho fortuna con los denominados auto atentados. Un caso famoso fue el de François Mitterand cuando todavía ni soñaba en ser el candidato opositor al General De Gaulle. Más cerca de nuestra tierra, Fidel es un verdadero experto en eso de debelar presuntos magnicidios, que nunca se concretan, ni siquiera en el intento. En Venezuela, país donde la fantasía no tiene límites, hay un nuevo género de atentado que, bien podríamos denominar, el “auto magnicidio”. Ya el presidente Chávez tiene en su haber, si mi memoria no me engaña, al menos cuatro intentos, sin que nunca se haya descubierto la mano peluda que los intentó. El primero de esos episodios rocambolescos, producto tal vez de la imaginación febril de los hermanos Otaiza, o quien sabe del diligente Diosdado, fue en Ciudad Bolívar y el último, que se sepa, fue el 21 de octubre en la plaza O’Leary , a pesar de que cualquier mortal que habite en estos parajes sabía, porque Chávez lo dijo lacrimosamente en su Aló presidente, que él no se expondría más nunca en espacios abiertos , ya que su vida corría peligro y, no es que eso fuera lo importante, sino lo que ocurriría después. Ya iremos viendo como Chávez se identificará cada día más con Gaitán, aunque la comparación le quede grande. Si algo tiene en común la izquierda ultrosa y los primeros cristianos es su devoción por el martirologio.

Sin embargo, no se puede despreciar la capacidad de aprendizaje de los adláteres del Presidente, quienes han entendido que su mejor defensa es la de inspirar sentimientos de compasión en la comunidad internacional. Por eso , y con la debida asesoría de profesionales de la comunicación, han elaborado sus argumentos de ser las víctimas de una perversa conspiración golpista y eso lo han hecho a través de la elaboración de dos ideas básicas. Una, que sus adversarios son golpistas o fascistas y la otra, que existe un propósito evidente de exterminar a Chávez por prejuicios raciales. La verdad es que el guión, a pesar de no ser original, produce sus efectos. El complejo de culpa en Occidente es elevado en lo que concierne al racismo y al fascismo. Chávez, hasta ahora, ha usufructuado de una simpatía culposa, pero en la medida en que se vuelva demasiado repetitivo, le pasará como a esos viejos payasos de circo que ni siquiera logran despertar una sonrisa en los niños de Capadocia.

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